En Berlín, en el lugar llamado Plötzensee, en Alemania, beato Jacob Gapp, presbítero de la Compañía de María y mártir, que, con firmeza de ánimo, proclamó que los criminales proyectos de un régimen militar enemigo de la dignidad humana y cristiana estaban en total desacuerdo con la doctrina cristiana. Por ello, sometido a persecución, se dirigió a Francia y España en calidad de desterrado, pero, apresado por unos emisarios, murió finalmente decapitado.
Nació en Wattens, Austria, en el seno de una familia obrera. Participó como soldado en la I Guerra Mundial, y fue condecorado; derrotado el ejército austriaco fue hecho prisionero durante nueve meses, durante los cuales, se adhirió al comunismo. En 1919 regresó a su casa y su madre sufrió muchísimo al verle su cambio ideológico y rezó por él hasta lograr su conversión.
Fue tal su conversión que decidió hacerse marianista y se presentó así: “Aquí estoy. Soy socialista y quiero ser sacerdote. Si no sirvo dígamelo cuanto antes, y me voy a casa”. De sus antiguas ideas le quedó la lucha por la justicia social y un amor muy grande por los pobres. Estudió y trabajó en Graz en un colegio marianista. Durante cuatro años realizó los estudios teológicos en la Universidad Católica de Friburgo de Suiza. Fue ordenado sacerdote en 1930. Volvió a su patria y durante varios años ejerció un intenso apostolado entre la juventud de varios colegios marianistas. Se destacó en todo momento por una encendida defensa de la incompatibilidad de la fe católica con la ideología nazi. Después del cierre de los colegios marianistas trabajó como profesor de religión en Reutte, pero le denunciaron por decirles a los alumnos que había que amar a los judíos.
Sufrió por ello una implacable persecución, que le llevó a refugiarse primero en Francia y después en España, donde fue hospedado en las casas de los marianistas de San Sebastián, Cádiz y Valencia. Fue detenido finalmente en Hendaya por la Gestapo, a consecuencia de una treta. Sus interrogatorios en la cárcel de Berlín impresionaron tanto al jefe de la Gestapo, Heinrich Himmler, que exclamó: “Alemania ganaría la guerra si tuviéramos un millón de hombres como Gapp, pero nacional-socialista”. Murió guillotinado en la cárcel de Plötzensee de Berlín, tenía 46 años. Beatificado por san Juan Pablo II el 24 de noviembre de 1996.
Nació en Wattens, Austria, en el seno de una familia obrera. Participó como soldado en la I Guerra Mundial, y fue condecorado; derrotado el ejército austriaco fue hecho prisionero durante nueve meses, durante los cuales, se adhirió al comunismo. En 1919 regresó a su casa y su madre sufrió muchísimo al verle su cambio ideológico y rezó por él hasta lograr su conversión.
Fue tal su conversión que decidió hacerse marianista y se presentó así: “Aquí estoy. Soy socialista y quiero ser sacerdote. Si no sirvo dígamelo cuanto antes, y me voy a casa”. De sus antiguas ideas le quedó la lucha por la justicia social y un amor muy grande por los pobres. Estudió y trabajó en Graz en un colegio marianista. Durante cuatro años realizó los estudios teológicos en la Universidad Católica de Friburgo de Suiza. Fue ordenado sacerdote en 1930. Volvió a su patria y durante varios años ejerció un intenso apostolado entre la juventud de varios colegios marianistas. Se destacó en todo momento por una encendida defensa de la incompatibilidad de la fe católica con la ideología nazi. Después del cierre de los colegios marianistas trabajó como profesor de religión en Reutte, pero le denunciaron por decirles a los alumnos que había que amar a los judíos.
Sufrió por ello una implacable persecución, que le llevó a refugiarse primero en Francia y después en España, donde fue hospedado en las casas de los marianistas de San Sebastián, Cádiz y Valencia. Fue detenido finalmente en Hendaya por la Gestapo, a consecuencia de una treta. Sus interrogatorios en la cárcel de Berlín impresionaron tanto al jefe de la Gestapo, Heinrich Himmler, que exclamó: “Alemania ganaría la guerra si tuviéramos un millón de hombres como Gapp, pero nacional-socialista”. Murió guillotinado en la cárcel de Plötzensee de Berlín, tenía 46 años. Beatificado por san Juan Pablo II el 24 de noviembre de 1996.
No hay comentarios:
Publicar un comentario