María del Consuelo nació en Seavia de Coristanco, localidad de Amboade (La Coruña, España), en el seno de una familia de labradores de posición desahogada, católicos practicantes.
«Persona de carácter, de constancia, de energía y decidida, sabe dejar la casa paterna e ir a Santiago a estudiar y prepararse para religiosa» (carta de su pariente Don Antonio Carracedo Viña, párroco de Sofán).
María del Consuelo recibió la confirmación, como era preceptivo para iniciar la vida religiosa, y el 19 de noviembre de 1905 vistió el hábito en el noviciado de la Casa Generalicia de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, cambiando su nombre por Hna. Isabel. Emitió su profesión temporal el 12 de diciembre de 1907 y la perpetúa el 15 de diciembre de 1912 también en la Casa Generalicia.
Padecía escrofulismos, lo que le producía fístulas en la piel. El Señor la probó en sus últimos años con esta enfermedad, por lo que fue preciso que pasara a la enfermería de la Comunidad, y fue entonces el momento en que se vio más patente su humildad y su espíritu de sacrificio. Se sabía que se hallaba enferma, pero no por lo que se quejara (nunca se la oyó lamentarse), sino por lo que en ella se veía. En marzo de 1936 ingresó en el Hospital de la Venerable Orden Tercera, ocupando la cama 2 en la sala Mártires, con el diagnóstico de lupus tuberculoso en la cara.
Ante los disturbios políticos y revolucionarios que conmovían Madrid, se creyó que podría permanecer como una enferma más en el hospital de la V. O. T., pero de allí tuvo que salir con las otras religiosas, refugiándose en un piso que los Superiores habían dispuesto en la calle Arenal. Permaneció allí algún tiempo, pero los registros se sucedieron y creyendo estar mejor defendida en el hospital se encaminó hacia él; las turbas la reconocieron, se adueñaron de ella; según unos murió apedreada, aunque hay quien afirma que su cuerpo fue brutalmente destrozado atado parte a un camión y parte a otro.
Fue asesinada el 6 de agosto de 1936 en Madrid. Su cadáver apareció el 7 de agosto en el kilómetro 5 de la carretera de Perales del Río. Su tumba permanece en lugar ignorado mientras el testimonio de su vida rubricado con su sangre es un grito de fidelidad y entrega. Fue beatificada por SS Francisco el 13 de octubre de 2013.
«Persona de carácter, de constancia, de energía y decidida, sabe dejar la casa paterna e ir a Santiago a estudiar y prepararse para religiosa» (carta de su pariente Don Antonio Carracedo Viña, párroco de Sofán).
María del Consuelo recibió la confirmación, como era preceptivo para iniciar la vida religiosa, y el 19 de noviembre de 1905 vistió el hábito en el noviciado de la Casa Generalicia de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, cambiando su nombre por Hna. Isabel. Emitió su profesión temporal el 12 de diciembre de 1907 y la perpetúa el 15 de diciembre de 1912 también en la Casa Generalicia.
Padecía escrofulismos, lo que le producía fístulas en la piel. El Señor la probó en sus últimos años con esta enfermedad, por lo que fue preciso que pasara a la enfermería de la Comunidad, y fue entonces el momento en que se vio más patente su humildad y su espíritu de sacrificio. Se sabía que se hallaba enferma, pero no por lo que se quejara (nunca se la oyó lamentarse), sino por lo que en ella se veía. En marzo de 1936 ingresó en el Hospital de la Venerable Orden Tercera, ocupando la cama 2 en la sala Mártires, con el diagnóstico de lupus tuberculoso en la cara.
Ante los disturbios políticos y revolucionarios que conmovían Madrid, se creyó que podría permanecer como una enferma más en el hospital de la V. O. T., pero de allí tuvo que salir con las otras religiosas, refugiándose en un piso que los Superiores habían dispuesto en la calle Arenal. Permaneció allí algún tiempo, pero los registros se sucedieron y creyendo estar mejor defendida en el hospital se encaminó hacia él; las turbas la reconocieron, se adueñaron de ella; según unos murió apedreada, aunque hay quien afirma que su cuerpo fue brutalmente destrozado atado parte a un camión y parte a otro.
Fue asesinada el 6 de agosto de 1936 en Madrid. Su cadáver apareció el 7 de agosto en el kilómetro 5 de la carretera de Perales del Río. Su tumba permanece en lugar ignorado mientras el testimonio de su vida rubricado con su sangre es un grito de fidelidad y entrega. Fue beatificada por SS Francisco el 13 de octubre de 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario