miércoles, 31 de agosto de 2022
Lecturas del 31/08/2022
Hermanos, no pude hablaros como espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Por eso, en vez de alimento sólido, os di a beber leche, pues todavía no estabais para más. Aunque tampoco lo estáis ahora, pues seguís siendo carnales. En efecto, mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, ¿no es que seguís siendo carnales y que os comportáis al modo humano? Pues si uno dice «yo soy de Pablo» y otro, «yo de Apolo», ¿no os comportáis al modo humano?
En definitiva, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Servidores a través de los cuales accedisteis a la fe, y cada uno de ellos el Señor le dio a entender. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer; de modo que, ni el que planta es nada, ni tampoco el que riega; sino Dios, que hace crecer. El que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado. Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de Dios.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían: «Tú eres el Hijo de Dios».
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.
La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.
Pero él les dijo: «Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».
Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Palabra del Señor.
31 de Agosto Beato ANDRÉS DOTTI DE BORGO SANSEPOLCRO
En el desierto de Vallucola, en la Toscana, beato Andrés Dotti, presbítero de la Orden de los Siervos de María, entregado a las austeridades y a la contemplación.
Nació en Borgo Sansepolcro (Toscana). Pertenecía a una familia noble, siendo hermano del Conde Dotto Dotti. Criado para ser militar, llegó al grado de capitán de arqueros de la guardia de Felipe el Hermoso. Andrés creció como muchos otros nobles de su tiempo, pero siempre se distinguió por su gran piedad tanto como por su valentía en la batalla.
En 1278, oyendo un sermón de san Felipe Benizzi en la apertura del Capítulo general de su Orden en Borgo, se sintió tan conmovido, por la elocuencia y santidad del predicador, que inmediatamente solicitó ser admitido en la Orden de los Servitas. Fue recibido por el General, y como consecuencia de su piedad y brillantes cualidades, poco después fue ordenado sacerdote.
Sobresalió principalmente predicando y confesando, y también desempeñó varios cargos importantes en la Orden. Debido a su celo y caridad, ganó para la Orden a gran número de eremitas que vivían en Vallucola. Tuvo varias visiones, y llevó a cabo muchos auténticos milagros. Después de largos años de predicación, se retiró a la soledad de una ermita en Montevecchio, donde finalmente entregó su alma al Señor. Fue enterrado en una iglesia de su ciudad natal. En 1806, el Papa Pío VII, aprobó el antiguo culto.
Nació en Borgo Sansepolcro (Toscana). Pertenecía a una familia noble, siendo hermano del Conde Dotto Dotti. Criado para ser militar, llegó al grado de capitán de arqueros de la guardia de Felipe el Hermoso. Andrés creció como muchos otros nobles de su tiempo, pero siempre se distinguió por su gran piedad tanto como por su valentía en la batalla.
En 1278, oyendo un sermón de san Felipe Benizzi en la apertura del Capítulo general de su Orden en Borgo, se sintió tan conmovido, por la elocuencia y santidad del predicador, que inmediatamente solicitó ser admitido en la Orden de los Servitas. Fue recibido por el General, y como consecuencia de su piedad y brillantes cualidades, poco después fue ordenado sacerdote.
Sobresalió principalmente predicando y confesando, y también desempeñó varios cargos importantes en la Orden. Debido a su celo y caridad, ganó para la Orden a gran número de eremitas que vivían en Vallucola. Tuvo varias visiones, y llevó a cabo muchos auténticos milagros. Después de largos años de predicación, se retiró a la soledad de una ermita en Montevecchio, donde finalmente entregó su alma al Señor. Fue enterrado en una iglesia de su ciudad natal. En 1806, el Papa Pío VII, aprobó el antiguo culto.
martes, 30 de agosto de 2022
Lecturas del 30/08/2022
Hermanos: El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. Pues, ¿quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Del mismo modo, lo íntimo de Dios lo conoce solo el Espíritu de Dios.
Pero nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que de Dios recibimos.
Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu. Pues el hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién ha conocido la mente del Señor para poder instruirlo?».
Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal! de él».
Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.
Palabra del Señor.
30 de Agosto San FANTINO "el Joven”
En Tesalónica, de Macedonia, san Fantino, apellidado el Joven, eremita, que se consumó por Cristo con vigilia y trabajos.
Nació en una localidad de Calabria "muy cercana a Sicilia", en el seno de una familia de ricos terratenientes. Según la costumbre de la época el niño fue ofrecido al Señor en la iglesia de San Fantino "el Viejo" y con ocho años fue confiado a san Elías "el Joven" en la gruta de Melicuccà para que fuera conducido a la vida monástica. Después de cinco años de aprendizaje con san Elías, recibió el hábito de novicio Basilio y permaneció en Melicuccà durante 20 años, hasta la muerte del santo, desempeñando el oficio de cocinero y luego el de custodio de la iglesia.
Se trasladó a la región del Mercurión donde vivió 18 años como eremita dedicándose a la oración y a la penitencia, luchando contra las frecuentes insidias del Mal. Después del largo tiempo pasado en soledad regresó a la vida cenobítica y fundó un monasterio femenino en el que fueron acogidas su madre y su hermana Catalina. Siguió la fundación de monasterios masculinos, en uno de los cuales fueron acogidos su padre y su hermano Lucas y Cosme.
Deseando vivamente regresar a la vida eremítica dejó a su hermano Lucas la dirección del monasterio más grande y se retiró a un lugar solitario y salvaje. Desde su retiro de vez en cuando iba a visitar a sus nuevos discípulos, entre los que se encontraban los monjes: Juan, Zacarías, Nicodemo y Nilo, y transcurría parte de su tiempo transcribiendo códices. Retomó la vida cenobítica y continuó con su vida de penitencia. Tuvo dones taumatúrgicos y místicos.
Fantino, "porque le llegaban continuamente gente en masa, como si fuera un enjambre, y no le permitían gozar sin molestarle el bien de la soledad", marchó al santuario de San Michele en Gargano. Una noche, después de la recitación del Oficio Divino, tuvo una terrible visión que no quiso comunicar a sus monjes porque eran "cosas absolutamente indescriptibles". Después "se quitó el sayo y marchó desnudo por los montes", donde estuvo sin comer ni beber durante 20 días seguidos. Así siguió viviendo en soledad y penitencia durante cuatro años, hasta que los monjes le obligaron a regresar.
En el monasterio fue visitado por san Nilo de Rossano, al que le contó que había tenido una visión de ángeles resplandecientes y de demonios, que lo llenaron de temor y horror. Después fue transportando a una región de resplandeciente luz, en la que oyó un himno inefable, y vio un fuego extraordinario que lo lleno de "divino furor". Luego tuvo una visión del infierno, "lugar lleno de humo maloliente, sin luz", lleno de condenados que "suspiraban desde lo hondo con infinitos lamentos". Luego fue transportado a "un lugar resplandeciente y eterno" y tuvo la visión de los beatos y se encontró con sus padres. Al volver en sí, el santo concibió "un total desprecio por las cosas del mundo".
Entre san Nilo y Fantino hubo una gran amistad, inspirada en la santidad y en la caridad fraterna. Entre ellos se realizaron algunos milagros. Un día le comunicó a san Nilo una visión que tuvo de la destrucción del monasterio por los sarracenos, como así ocurrió. Nuestro santo, respondiendo a una inspiración, dejó Calabria, y con 60 años, con sus discípulos Vital y Nicéforo, se embarcó hacia Grecia. En el trayecto realizó algún milagro. Marchó a Atenas para visitar el templo de la Madre de Dios y después marchó a Larissa, donde estuvo largo tiempo junto el sepulcro de san Aquiles "el Taumaturgo". Luego se trasladó a Tesalónica y durante cuatro meses habitó en el monasterio de San Menas. Dejó este cenobio y se fue a vivir fuera de los muros de la ciudad. En Tesalónica realizó también milagros y grandes obras de caridad, y tuvo un encuentro con los monjes de Athos: san Atanasio y Pablo, que iluminaban "las soledades como un faro". Llegado al fin de sus días, fue visitado por los monjes Simón y Focio a los que reveló que Pedro Sclero estaba escribiendo un libro para apropiarse de la autoridad con la rebelión, ignorando el fin de éste. Fantino murió después de abrazar y bendecir a los monjes que lo asistían y fue sepultado con gran solemnidad en el lugar que había elegido.
Nació en una localidad de Calabria "muy cercana a Sicilia", en el seno de una familia de ricos terratenientes. Según la costumbre de la época el niño fue ofrecido al Señor en la iglesia de San Fantino "el Viejo" y con ocho años fue confiado a san Elías "el Joven" en la gruta de Melicuccà para que fuera conducido a la vida monástica. Después de cinco años de aprendizaje con san Elías, recibió el hábito de novicio Basilio y permaneció en Melicuccà durante 20 años, hasta la muerte del santo, desempeñando el oficio de cocinero y luego el de custodio de la iglesia.
Se trasladó a la región del Mercurión donde vivió 18 años como eremita dedicándose a la oración y a la penitencia, luchando contra las frecuentes insidias del Mal. Después del largo tiempo pasado en soledad regresó a la vida cenobítica y fundó un monasterio femenino en el que fueron acogidas su madre y su hermana Catalina. Siguió la fundación de monasterios masculinos, en uno de los cuales fueron acogidos su padre y su hermano Lucas y Cosme.
Deseando vivamente regresar a la vida eremítica dejó a su hermano Lucas la dirección del monasterio más grande y se retiró a un lugar solitario y salvaje. Desde su retiro de vez en cuando iba a visitar a sus nuevos discípulos, entre los que se encontraban los monjes: Juan, Zacarías, Nicodemo y Nilo, y transcurría parte de su tiempo transcribiendo códices. Retomó la vida cenobítica y continuó con su vida de penitencia. Tuvo dones taumatúrgicos y místicos.
Fantino, "porque le llegaban continuamente gente en masa, como si fuera un enjambre, y no le permitían gozar sin molestarle el bien de la soledad", marchó al santuario de San Michele en Gargano. Una noche, después de la recitación del Oficio Divino, tuvo una terrible visión que no quiso comunicar a sus monjes porque eran "cosas absolutamente indescriptibles". Después "se quitó el sayo y marchó desnudo por los montes", donde estuvo sin comer ni beber durante 20 días seguidos. Así siguió viviendo en soledad y penitencia durante cuatro años, hasta que los monjes le obligaron a regresar.
En el monasterio fue visitado por san Nilo de Rossano, al que le contó que había tenido una visión de ángeles resplandecientes y de demonios, que lo llenaron de temor y horror. Después fue transportando a una región de resplandeciente luz, en la que oyó un himno inefable, y vio un fuego extraordinario que lo lleno de "divino furor". Luego tuvo una visión del infierno, "lugar lleno de humo maloliente, sin luz", lleno de condenados que "suspiraban desde lo hondo con infinitos lamentos". Luego fue transportado a "un lugar resplandeciente y eterno" y tuvo la visión de los beatos y se encontró con sus padres. Al volver en sí, el santo concibió "un total desprecio por las cosas del mundo".
Entre san Nilo y Fantino hubo una gran amistad, inspirada en la santidad y en la caridad fraterna. Entre ellos se realizaron algunos milagros. Un día le comunicó a san Nilo una visión que tuvo de la destrucción del monasterio por los sarracenos, como así ocurrió. Nuestro santo, respondiendo a una inspiración, dejó Calabria, y con 60 años, con sus discípulos Vital y Nicéforo, se embarcó hacia Grecia. En el trayecto realizó algún milagro. Marchó a Atenas para visitar el templo de la Madre de Dios y después marchó a Larissa, donde estuvo largo tiempo junto el sepulcro de san Aquiles "el Taumaturgo". Luego se trasladó a Tesalónica y durante cuatro meses habitó en el monasterio de San Menas. Dejó este cenobio y se fue a vivir fuera de los muros de la ciudad. En Tesalónica realizó también milagros y grandes obras de caridad, y tuvo un encuentro con los monjes de Athos: san Atanasio y Pablo, que iluminaban "las soledades como un faro". Llegado al fin de sus días, fue visitado por los monjes Simón y Focio a los que reveló que Pedro Sclero estaba escribiendo un libro para apropiarse de la autoridad con la rebelión, ignorando el fin de éste. Fantino murió después de abrazar y bendecir a los monjes que lo asistían y fue sepultado con gran solemnidad en el lugar que había elegido.
lunes, 29 de agosto de 2022
Lecturas del 29/08/2022
En aquellos días recibí esta palabra del Señor: «Cíñete los lomos: prepárate para decirles todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, o seré yo quien te intimide. Desde ahora te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro y muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y al pueblo de la tierra.
Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte - oráculo del Señor -».
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo doy».
Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?»
La madre le contestó: «La cabeza de Juan, el Bautista».
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
Palabra del Señor.
29 de Agosto Beatos JUAN DE PERUGIA y PEDRO DE SASSOFERRATO
En Valencia en España, beatos mártires Juan de Perugia, sacerdote, y Pedro de Sassoferrato, religioso, ambos de la Orden de los Menores, que por predicar la fe entre los moros de Valencia fueron decapitados, por orden del rey, en la plaza pública, recibiendo la palma del martirio.
Juan nació en Perugia, y era sacerdote y Pedro, nació en Sassoferrato, y era un hombre maduro. Los dos fueron a Asís, atraídos por la fama de santidad y forma de vida de Francisco, y se hicieron franciscanos. En el 1216, después de un capítulo general, san Francisco envió a un grupo de frailes a predicar en tierras cristianas. A España envió a su primer compañero, Bernardo de Quintavalle, acompañado de un grupo de hermanos entre los que se encontraban Juan y Pedro. En España, a nuestros dos santos les correspondió la predicación del reino de Aragón: trabajaron en una zona entre Teruel y Valencia.
Sus primeros trabajos en Teruel fueron el cuidado de los enfermos y leprosos en el hospital, servicio a los pobres e intensa vida de oración. Con las licencias debidas para fundar un convento en la ermita de San Bartolomé, edificaron dos cabañas y cavaron un pozo para abastecerse de agua y regaban la pequeña huerta que cultivaban. Una vez que se familiarizaron con la lengua empezaron a predicar en las plazas de los pueblos de la comarca. Cuidaron de forma especial la catequesis con los niños.
Para los primeros días del mes de mayo de 1220, fray Juan Parente, ministro especial de la Orden para España, convocó un capítulo provincial en Zaragoza, y allí acudieron Juan y Pedro, que se encontraban en Teruel. Al final del capítulo obtuvieron el permiso para predicar a los musulmanes de Valencia. A pesar de que los musulmanes habían asaltado el barrio cristiano de Valencia, Juan y Pedro se presentaron en la ciudad en 1228. Predicaron el evangelio sin esconderse, hasta que el rey Zeyt Abuzeit, les mandó detener. Fueron capturados en una mezquita de Valencia y, atados a unos cipreses fueron sometidos a toda clase de tormentos y porque rechazaron apostatar, fueron decapitados en la céntrica plaza de “la Higuera”. Los cristianos recogieron sus cuerpos y los sepultaron en la iglesia de San Vicente de la Roqueta, y luego trasladados a Teruel. Están enterrados en la actual iglesia de San Francisco. Son copatronos de la diócesis de Teruel. Fueron beatificados en 1783 por el papa Clemente XI.
Juan nació en Perugia, y era sacerdote y Pedro, nació en Sassoferrato, y era un hombre maduro. Los dos fueron a Asís, atraídos por la fama de santidad y forma de vida de Francisco, y se hicieron franciscanos. En el 1216, después de un capítulo general, san Francisco envió a un grupo de frailes a predicar en tierras cristianas. A España envió a su primer compañero, Bernardo de Quintavalle, acompañado de un grupo de hermanos entre los que se encontraban Juan y Pedro. En España, a nuestros dos santos les correspondió la predicación del reino de Aragón: trabajaron en una zona entre Teruel y Valencia.
Sus primeros trabajos en Teruel fueron el cuidado de los enfermos y leprosos en el hospital, servicio a los pobres e intensa vida de oración. Con las licencias debidas para fundar un convento en la ermita de San Bartolomé, edificaron dos cabañas y cavaron un pozo para abastecerse de agua y regaban la pequeña huerta que cultivaban. Una vez que se familiarizaron con la lengua empezaron a predicar en las plazas de los pueblos de la comarca. Cuidaron de forma especial la catequesis con los niños.
Para los primeros días del mes de mayo de 1220, fray Juan Parente, ministro especial de la Orden para España, convocó un capítulo provincial en Zaragoza, y allí acudieron Juan y Pedro, que se encontraban en Teruel. Al final del capítulo obtuvieron el permiso para predicar a los musulmanes de Valencia. A pesar de que los musulmanes habían asaltado el barrio cristiano de Valencia, Juan y Pedro se presentaron en la ciudad en 1228. Predicaron el evangelio sin esconderse, hasta que el rey Zeyt Abuzeit, les mandó detener. Fueron capturados en una mezquita de Valencia y, atados a unos cipreses fueron sometidos a toda clase de tormentos y porque rechazaron apostatar, fueron decapitados en la céntrica plaza de “la Higuera”. Los cristianos recogieron sus cuerpos y los sepultaron en la iglesia de San Vicente de la Roqueta, y luego trasladados a Teruel. Están enterrados en la actual iglesia de San Francisco. Son copatronos de la diócesis de Teruel. Fueron beatificados en 1783 por el papa Clemente XI.
domingo, 28 de agosto de 2022
Lecturas del 28/08/2022
Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres, y te querrán más que al hombre generoso.
Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y así alcanzarás el favor del Señor.
«Muchos son los altivos e ilustres, pero él revela sus secretos a los mansos» Porque grande es el poder del Señor y es glorificado por los humildes.
La desgracia del orgulloso no tiene remedio, pues la planta del mal ha echado en él sus raíces.
Un corazón prudente medita los proverbios, un oído atento es el deseo del sabio.
Hermanos: No os habéis acercado a un fuego tangible y encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando.
Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
Un sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro y te diga: “Cédele el puesto a éste”.
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
Palabra del Señor.
28 de Agosto Santa FLORENTINA DE CARTAGENA
En Sevilla, en la región hispánica de Andalucía, santa Florentina, virgen, a la que, por su gran conocimiento de las disciplinas eclesiásticas, sus hermanos San Isidoro de Sevilla y Leandro le dedicaron tratados de alta doctrina.
Nació en Cartagena en el seno de una familia hispanorromana. Hermana de santos Fulgencio, Isidoro y Leandro, que fue su maestro en los estudios clásicos y sagrados y, ella a su vez, fue la formadora de su hermano pequeño san Isidoro. La familia tuvo que ir al destierro (en el 554) en dirección a tierras andaluzas. Ingresó en el monasterio de Santa María del Valle de Écija donde era obispo su hermano san Fulgencio. Fue abadesa de este monasterio, y además tuvo a su cargo otros varios monasterios de la comarca, con un total de mil monjas.
Sobresalió por su espíritu de penitencia y por su constante atención a las jóvenes que, en gran número, se añadían a las monjas del convento. Para ella y sus religiosas, san Leandro, escribió "La institución de las vírgenes". San Isidoro escribió, por insinuación suya, dos libros sobre la fe cristiana en su relación con los judíos. Tuvo la tentación de dejar el monasterio de Écija y volver a Cartagena con su hermano Fulgencio, pero su hermano Leandro, le disuadió de ello.
San Leandro le dijo a su hermana: "No quieras irte del tejado en donde la tórtola tiene sus pequeñuelos. Eres hija de la inocencia, del candor, tú precisamente que tuviste a la tórtola por madre (se refiere a la abadesa Turtula). Pero ama mucho más a la Iglesia, tórtola mística que todos los días te engendra para Cristo. Descanse tu ancianidad en su seno, como antaño descansabas y tu ardor mecías en el regazo de la que cuidó tu infancia.
¡Ah, hermana mía querida, comprende si puedes el ardiente deseo que inflama el corazón de tu hermano de verte unida con Cristo!. Tú eres lo mejor de mí mismo. ¡Desgraciado de mí si otro pretendiese despojarte de tu corona! Tú eres delante de Cristo mi baluarte, tú mi prenda querida, mi hostia santa por la que he de merecer salir del abismo de mis pecados...". Fue enterrada junto con su hermano Leandro.
Nació en Cartagena en el seno de una familia hispanorromana. Hermana de santos Fulgencio, Isidoro y Leandro, que fue su maestro en los estudios clásicos y sagrados y, ella a su vez, fue la formadora de su hermano pequeño san Isidoro. La familia tuvo que ir al destierro (en el 554) en dirección a tierras andaluzas. Ingresó en el monasterio de Santa María del Valle de Écija donde era obispo su hermano san Fulgencio. Fue abadesa de este monasterio, y además tuvo a su cargo otros varios monasterios de la comarca, con un total de mil monjas.
Sobresalió por su espíritu de penitencia y por su constante atención a las jóvenes que, en gran número, se añadían a las monjas del convento. Para ella y sus religiosas, san Leandro, escribió "La institución de las vírgenes". San Isidoro escribió, por insinuación suya, dos libros sobre la fe cristiana en su relación con los judíos. Tuvo la tentación de dejar el monasterio de Écija y volver a Cartagena con su hermano Fulgencio, pero su hermano Leandro, le disuadió de ello.
San Leandro le dijo a su hermana: "No quieras irte del tejado en donde la tórtola tiene sus pequeñuelos. Eres hija de la inocencia, del candor, tú precisamente que tuviste a la tórtola por madre (se refiere a la abadesa Turtula). Pero ama mucho más a la Iglesia, tórtola mística que todos los días te engendra para Cristo. Descanse tu ancianidad en su seno, como antaño descansabas y tu ardor mecías en el regazo de la que cuidó tu infancia.
¡Ah, hermana mía querida, comprende si puedes el ardiente deseo que inflama el corazón de tu hermano de verte unida con Cristo!. Tú eres lo mejor de mí mismo. ¡Desgraciado de mí si otro pretendiese despojarte de tu corona! Tú eres delante de Cristo mi baluarte, tú mi prenda querida, mi hostia santa por la que he de merecer salir del abismo de mis pecados...". Fue enterrada junto con su hermano Leandro.
sábado, 27 de agosto de 2022
Lecturas del 27/08/2022
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría, de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así - como está escrito - «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: - «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: - “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.” Su señor le dijo: - “Bien, siervo bueno y fiel; cómo has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: - “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”.
Su señor le dijo: - “Bien, siervo bueno y fiel; cómo has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó el que había recibido un talento y dijo: - “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.” El señor le respondió: - “Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes”».
Palabra del Señor.
27 de Agosto Beato ROGERIO CADWALLADOR
En Leominster, en Inglaterra, beato Rogerio Cadwallador, presbítero y mártir. Había sido ordenado en Valladolid, en España, e, insigne por su ciencia, ejerció su ministerio clandestinamente durante dieciséis años en su patria y, finalmente, condenado por el hecho de ser sacerdote, en tiempo del rey Jacobo I fue ajusticiado después de crueles torturas.
Nació en Stretton Sugwas (junto a Hereford), hijo y heredero de un hacendado labrador. Desde la infancia deseaba ser sacerdote y obtuvo licencia de su padre para pasar a Reims, desde donde, siendo diácono, pasó al colegio inglés de Valladolid, y allí recibió el presbiterado. En 1594 volvió a Inglaterra y se estableció en su condado natal, con el nombre de Rogers, y durante dieciséis años realizó una intensa labor pastoral con gran celo y dedicación, provocando muchas conversiones entre los trabajadores y gente del pueblo. Persona muy instruida, manejaba muy bien el griego.
Cuando pareció que a partir del 5 de noviembre de 1602 la reina Isabel I estaba dispuesta a llegar a cierto género de tolerancia con los católicos, Rogerio fue uno de los llamados «sacerdotes apelantes» dispuestos a reconocer como legítima a la Reina (30 de enero de 1603) y a obedecerla en todos los asuntos temporales y a oponerse a cualquier conspiración contra ella o invasión de su reino. Pero los apelantes no dejaron de señalar que ellos reconocían como cabeza de la Iglesia al obispo de Roma y esto por derecho divino, y que estaban dispuestos a defender esta fe al precio de sus vidas. Trece eminentes sacerdotes seculares, entre ellos Rogerio, presentaron el documento, pero sus diputados fueron apresados y la campaña anticatólica prosiguió.
Ninguno de los firmantes fue perseguido o llevado a la muerte mientras vivió Isabel. Llegado al trono Jacobo I, pareció que iba a ser tolerante con los católicos, pero tras la llamada «Conspiración de la pólvora», no sólo se ajustició a los conspirados, sino que se endurecieron de nuevo las políticas anticatólicas. En 1606 se quiso imponer el llamado «Oath of allegiance» que obligaba a los católicos a condenar como impía y herética la pretensión de que un monarca depuesto por el papa podía ser depuesto o asesinado. Aunque algunos prestaron el juramento, la mayoría lo rechazó y el papa Paulo V lo condenó. Rogerio continuó su labor pastoral en secreto hasta que en Pascua de 1610 fue detenido en casa de una señora católica. Interrogado, reconoció ser sacerdote, y discutió los asuntos de religión con el obispo de Hereford, Robert Bennet. Se negó a jurar el “Oath of allegiance” y fue enviado a la cárcel de Hereford encadenado. En la cárcel se deterioró mucho su salud. Cuando se le sacó para ser ejecutado se le ofreció repetidamente la vida y la libertad si prestaba el juramento. Él se negó. Fue ejecutado por ahorcamiento y descuartizamiento en Leominster, el 27 de agosto de 1610. El papa Juan Pablo II lo beatificó el 22 de noviembre de 1987.
Nació en Stretton Sugwas (junto a Hereford), hijo y heredero de un hacendado labrador. Desde la infancia deseaba ser sacerdote y obtuvo licencia de su padre para pasar a Reims, desde donde, siendo diácono, pasó al colegio inglés de Valladolid, y allí recibió el presbiterado. En 1594 volvió a Inglaterra y se estableció en su condado natal, con el nombre de Rogers, y durante dieciséis años realizó una intensa labor pastoral con gran celo y dedicación, provocando muchas conversiones entre los trabajadores y gente del pueblo. Persona muy instruida, manejaba muy bien el griego.
Cuando pareció que a partir del 5 de noviembre de 1602 la reina Isabel I estaba dispuesta a llegar a cierto género de tolerancia con los católicos, Rogerio fue uno de los llamados «sacerdotes apelantes» dispuestos a reconocer como legítima a la Reina (30 de enero de 1603) y a obedecerla en todos los asuntos temporales y a oponerse a cualquier conspiración contra ella o invasión de su reino. Pero los apelantes no dejaron de señalar que ellos reconocían como cabeza de la Iglesia al obispo de Roma y esto por derecho divino, y que estaban dispuestos a defender esta fe al precio de sus vidas. Trece eminentes sacerdotes seculares, entre ellos Rogerio, presentaron el documento, pero sus diputados fueron apresados y la campaña anticatólica prosiguió.
Ninguno de los firmantes fue perseguido o llevado a la muerte mientras vivió Isabel. Llegado al trono Jacobo I, pareció que iba a ser tolerante con los católicos, pero tras la llamada «Conspiración de la pólvora», no sólo se ajustició a los conspirados, sino que se endurecieron de nuevo las políticas anticatólicas. En 1606 se quiso imponer el llamado «Oath of allegiance» que obligaba a los católicos a condenar como impía y herética la pretensión de que un monarca depuesto por el papa podía ser depuesto o asesinado. Aunque algunos prestaron el juramento, la mayoría lo rechazó y el papa Paulo V lo condenó. Rogerio continuó su labor pastoral en secreto hasta que en Pascua de 1610 fue detenido en casa de una señora católica. Interrogado, reconoció ser sacerdote, y discutió los asuntos de religión con el obispo de Hereford, Robert Bennet. Se negó a jurar el “Oath of allegiance” y fue enviado a la cárcel de Hereford encadenado. En la cárcel se deterioró mucho su salud. Cuando se le sacó para ser ejecutado se le ofreció repetidamente la vida y la libertad si prestaba el juramento. Él se negó. Fue ejecutado por ahorcamiento y descuartizamiento en Leominster, el 27 de agosto de 1610. El papa Juan Pablo II lo beatificó el 22 de noviembre de 1987.
viernes, 26 de agosto de 2022
Lecturas del 26/08/2022
Hermanos: No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Pues el mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios.
Pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces».
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto? ¿Dónde está el sofista de este tiempo? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y puesto que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen.
Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados - judíos o griegos -, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.
Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Palabra del Señor.
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