miércoles, 20 de septiembre de 2023

20 de Septiembre – San JOSÉ MARÍA DE YERMO Y PARRES

En el lugar llamado Plebe, en México, san José María de Yermo y Parres, presbítero, fundador de la Congregación de Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres, con el fin de ayudar a los abandonados con necesidades espirituales y corporales.

Nació en la hacienda de Jalmolonga, Malinalco (México), en el seno de una familia cristiana, aunque al quedar huérfano de madre muy niño, su padre, que era abogado, marchó a Méjico D.F. y allí le cuidó y educó una tía paterna. A los 16 años ingresó en la  congregación de la Misión, pero su salud no se adaptó a la vida de comunidad y tuvo que volver a su casa en 1877. Después ingresó en el seminario diocesano de León, donde fue ordenado en 1879. 

Se distinguió como predicador y el obispo le nombró secretario de la curia episcopal y de la Academia de Santo Tomás de Aquino. Un nuevo obispo lo nombró, en 1885, capellán de dos pobres iglesias de suburbios: El Calvario y El Santo Niño. Este nombramiento fue para él un duro golpe, pero decidió seguir a Cristo en la obediencia. En esta labor descubrió las necesidades de los pobres, sobre todo de los niños abandonados y los ancianos sin asistencia. Y para ellos fundó en León, una casa: el orfanato del Sagrado Corazón, que necesitaba de una comunidad religiosa que la llevase adelante con dedicación y fundó la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres; "Tenía una profunda fe de comunión íntima con Dios, de generosa entrega al cumplimiento de su voluntad; todo ello alimentado por una vida constante de oración y de servicio apostólico".  

Se dedicó a los pobres y llevó su fundación hasta las tribus indígenas de los indios tarahumaras. En el año 1888 la ciudad de León padeció una terrible riada, y nuestro santo se lanzó a salvar las vidas en peligro, acogiendo a más de tres mil en su casa del Calvario, buscándoles comida y ropa. Se le llamó por ello “gigante de la caridad”. Lleno de valor y de celo apostólico transformó la colina y la iglesia de El Calvario en un centro de adoración eucarística de la diócesis, también, en este lugar, fundó escuelas, hospitales, casas de acogida.... 

Comprendió que en Puebla de los Ángeles hallaría más medios para realizar sus obras. Se cebó con él la calumnia, pero él la sobrellevó con paciencia, y no por eso perdió el aprecio de los fieles. Abrió la benemérita obra llamada Misericordia Cristiana para la redención de mujeres extraviadas. Estaba en la plenitud de su vida cuando murió en Puebla, a causa del agotamiento físico. Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II, en mayo de 1990 y canonizado el 21 de Mayo del 2000 por el mismo Papa.

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