martes, 3 de noviembre de 2020

Lecturas Diarias

 



Hermanos:
Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres.
Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.


En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: « ¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!». Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: “Venid, que ya está preparado”.
Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: “He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor” Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor”. Otro dijo: “Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir”.
El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado: “Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.
El criado dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”. Entonces el señor dijo al criado: “Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene mi casa.
Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”».

Palabra del Señor.

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