También en la ciudad de Londres, beato Tomás Maxfield, presbítero y mártir, que, reinando Jacobo I, fue condenado a muerte por haber entrado en Inglaterra como sacerdote, y cumplió la sentencia en el patíbulo de Tyburn, que había sido adornado con flores por los fieles, como clara manifestación del gran amor que le profesaban.
Nació en Enville, en Stanffordshire (otras biografías dicen que nació en Londres) en el seno de una familia católica, y por ello es probable que Tomás naciera en la cárcel de Gratehause donde su madre había sido recluida por negarse a prestar el juramento de supremacía y negarse a asistir a los cultos anglicanos. Estudió para ser sacerdote en Douai, pero siete años más tarde tuvo que abandonarlo porque no se sentía bien de salud. Pero se curó pronto y volvió y fue ordenado en el 1614.
En 1615 volvió a Inglaterra y se dedicó enteramente a su tarea misionera, pero tres meses más tarde fue apresado al terminar una misa. Lo interrogó el obispo de Londres y fue enviado a la cárcel de Gatehouse. A los ocho meses hizo una tentativa de fuga que le fue fatal. Pues, descubierto, le llevaron a un calabozo estrecho y oscuro donde no podía ponerse de pie y donde le picaron cientos de insectos, mientras estaba encadenado. Tres días más tarde fue trasladado a la cárcel de Newgate con los presos comunes, entre los que realizó un fructífero apostolado.
Llevado ante el tribunal se le pidió que prestase el juramento de fidelidad al rey, pero él objeto que el juramento contenía un contenido religioso contrario a sus convicciones, y protestó que él reconocía al rey como soberano legítimo y le era fiel. Se pronunció sentencia de muerte. El embajador español don Diego Sarmiento de Acuña intentó salvarle la vida pero no tuvo éxito, aunque se le concedió licencia para que visitase al mártir en prisión.
Cuando al día siguiente fue llevado al suplicio, una gran multitud le acompañó todo el trayecto hasta el lugar de la ejecución, entre ellos había muchos católicos que oraban por él. Hubo numerosos españoles que se atrevieron a adornar el patíbulo con flores y ramos de laurel como signo de victoria. Y arrojaron alrededor del patíbulo hierbas olorosas.
Obtenida licencia para hablar, Tomás recalcó que la única causa de su muerte era la de ser sacerdote católico, y que él no había hecho sino predicar aquella fe que había traído a Inglaterra san Agustín de Canterbury. Luego bendijo a los presentes y se preparó para la muerte. Fue ahorcado y descuartizado en Tyburn, Londres. Su cuerpo le fue concedido al embajador español, que lo envió a España. Fue canonizado por Pío XI el 15 de diciembre de 1929.
Nació en Enville, en Stanffordshire (otras biografías dicen que nació en Londres) en el seno de una familia católica, y por ello es probable que Tomás naciera en la cárcel de Gratehause donde su madre había sido recluida por negarse a prestar el juramento de supremacía y negarse a asistir a los cultos anglicanos. Estudió para ser sacerdote en Douai, pero siete años más tarde tuvo que abandonarlo porque no se sentía bien de salud. Pero se curó pronto y volvió y fue ordenado en el 1614.
En 1615 volvió a Inglaterra y se dedicó enteramente a su tarea misionera, pero tres meses más tarde fue apresado al terminar una misa. Lo interrogó el obispo de Londres y fue enviado a la cárcel de Gatehouse. A los ocho meses hizo una tentativa de fuga que le fue fatal. Pues, descubierto, le llevaron a un calabozo estrecho y oscuro donde no podía ponerse de pie y donde le picaron cientos de insectos, mientras estaba encadenado. Tres días más tarde fue trasladado a la cárcel de Newgate con los presos comunes, entre los que realizó un fructífero apostolado.
Llevado ante el tribunal se le pidió que prestase el juramento de fidelidad al rey, pero él objeto que el juramento contenía un contenido religioso contrario a sus convicciones, y protestó que él reconocía al rey como soberano legítimo y le era fiel. Se pronunció sentencia de muerte. El embajador español don Diego Sarmiento de Acuña intentó salvarle la vida pero no tuvo éxito, aunque se le concedió licencia para que visitase al mártir en prisión.
Cuando al día siguiente fue llevado al suplicio, una gran multitud le acompañó todo el trayecto hasta el lugar de la ejecución, entre ellos había muchos católicos que oraban por él. Hubo numerosos españoles que se atrevieron a adornar el patíbulo con flores y ramos de laurel como signo de victoria. Y arrojaron alrededor del patíbulo hierbas olorosas.
Obtenida licencia para hablar, Tomás recalcó que la única causa de su muerte era la de ser sacerdote católico, y que él no había hecho sino predicar aquella fe que había traído a Inglaterra san Agustín de Canterbury. Luego bendijo a los presentes y se preparó para la muerte. Fue ahorcado y descuartizado en Tyburn, Londres. Su cuerpo le fue concedido al embajador español, que lo envió a España. Fue canonizado por Pío XI el 15 de diciembre de 1929.
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