sábado, 9 de abril de 2011

3ª Estación VIA CRUCIS-2011


La Cuaresma es un camino de santidad que nos lleva a la Pascua. Jesús es nuestro compañero de viaje, el que nos señala el horizonte a seguir a través de las Sagradas Escrituras y con el modelo de su propia vida, entregada para la salvación de toda la Humanidad.

El ejercicio del Vía Crucis nos adentra en el sustrato religioso que anida oculto en el corazón de todo hombre y mujer, y que despierta cuando los fracasos, la soberbia herida y la propia impotencia dejan paso al protagonismo de Dios, que endereza nuestro rumbo torcido si nos dejamos interpelar por Él.

Vivamos este Vía Crucis de dolor y esperanza concentrándonos brevemente en el misterio del sufrimiento.



Pesa la cruz, pesa la fatiga, pesa el dolor en un cuerpo agotado y débil. Cae Jesús sobre el polvo del camino e intenta levantarse de nuevo, porque debe llegar hasta la meta final, EL CALVARIO, donde se consumará su muerte.

“He venido, dirá a menudo, para cumplir la voluntad del Padre”

¡Cuántas personas desandan su camino cristiano, porque se desaniman en la marcha!

“Siempre tropiezo en las mismas piedras”,”siempre me confieso de los mismos pecados” son las confesiones más frecuentes.

Pero sólo rompe platos quien lava la vajilla; sólo se cae el que anda. Lo importante no es caerse, cometer los mismos fallos. Lo importante es levantarse y renovar nuestra fuerza de voluntad en la batalla contra el mal, como hace Jesús.

A través del pecado reconocemos mejor la misericordia de Dios y la mano que nos tiende para rehabilitarnos con su perdón.

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