viernes, 8 de abril de 2011

2ª Estación VIA CRUCIS-2011


La Cuaresma es un camino de santidad que nos lleva a la Pascua. Jesús es nuestro compañero de viaje, el que nos señala el horizonte a seguir a través de las Sagradas Escrituras y con el modelo de su propia vida, entregada para la salvación de toda la Humanidad.

El ejercicio del Vía Crucis nos adentra en el sustrato religioso que anida oculto en el corazón de todo hombre y mujer, y que despierta cuando los fracasos, la soberbia herida y la propia impotencia dejan paso al protagonismo de Dios, que endereza nuestro rumbo torcido si nos dejamos interpelar por Él.

Vivamos este Vía Crucis de dolor y esperanza concentrándonos brevemente en el misterio del sufrimiento.





Un hombre cansado, jadeante camina con una pesada cruz sobre sus hombros, malheridos por los azotes. Lleva consigo los sufrimientos de los demás, a pesar de ser inocente. Sin embargo se abraza a ella, porque ha elegido una forma única para culminar su entrega liberadora. Nadie podrá acusarle ya de no haber compartido nuestros sufrimientos ni de saber lo que es estar amarrado al tormento.


El sufrimiento es inherente a la vida misma. Nadie lo escoge por placer, a no ser que sea masoquista. Pero cuando llega de verdad se plantean dos opciones: o revolvernos contra él - y es más duro dar coces contra el aguijón - o aceptarlo con resignación y esperanza confiada en Dios, fuente de suprema sanación.


Así lo hace JESÚS, que no ha venido a borrar para siempre el sufrimiento, sino a darle sentido.


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