domingo, 29 de marzo de 2020

VIA CRUCIS 2020 - 4ª Estación

Reflexión de hoy

Lecturas


Esto dice el Señor Dios: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os sacaré de ellos, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel.
Y cuando abra vuestros sepulcros y os saque de ellos, pueblo mío, comprenderéis que soy el Señor.
Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestra tierra y comprenderéis que yo, el Señor, lo digo y lo hago - oráculo del Señor -».

Hermanos:
Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros, en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, el que tú amas está enfermo».
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea».
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó: «Si, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Jesús se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó: « ¿Dónde lo habéis enterrado?».
Le contestaron: «Señor, ven a verlo».
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: « ¡Cómo lo quería!».
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?».
Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba.
Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús: «Quitad la losa».
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días».
Jesús le replicó: « ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?».
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, sal afuera».
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar».
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Palabra del Señor.

San José de Arimatea


José de Arimatea aparece mencionado en los cuatro evangelios en el contexto de la pasión y muerte de Jesús. Era oriundo de Arimatea (Armathajim en hebreo), una población en Judá, la actual Rentis, a 10 km al nordeste de Lydda, probablemente el lugar de nacimiento de Samuel (1 S 1,1). Hombre rico (Mt 27,57) y miembro ilustre del sanedrín (Mc 15,43; Lc 23,50), tenía un sepulcro nuevo cavado en la roca, cerca del Gólgota, en Jerusalén. Era discípulo Jesús, pero, como Nicodemo, lo mantenía en oculto por temor a las autoridades judías (Jn 19,38). De él dice Lucas que esperaba el Reino de Dios y no había consentido en la condena de Jesús por parte del sanedrín (Lc 23,51). En los momentos crueles de la crucifixión no teme dar la cara y pide a Pilatos el cuerpo de Jesús (en el Evangelio de Pedro 2,1; 6,23-24, un apócrifo del siglo II, José lo solicita antes de la crucifixión). Concedido el permiso por el prefecto, descuelga al crucificado, lo envuelve en una sábana limpia y, con ayuda de Nicodemo, deposita a Jesús en el sepulcro de su propiedad, que todavía nadie había utilizado. Tras cerrarlo con una gran roca se marchan (Mt 27,57-60, Mc 15,42-46, Lc 23,50-53 y Jn 19,38-42). Hasta aquí los datos históricos.

A partir del siglo IV surgieron tradiciones legendarias de carácter fantástico en las que se ensalzaba la figura de José. En un apócrifo del siglo V, las Actas de Pilato, también llamado Evangelio de Nicodemo, se narra que los judíos reprueban el comportamiento de José y Nicodemo a favor de Jesús y que, por este motivo, José es enviado a prisión. Liberado milagrosamente aparece en Arimatea. De allí regresa a Jerusalén y cuenta cómo fue liberado por Jesús. Más fabulosa todavía es la obra Vindicta Salvatoris (siglo IV?), que tuvo una gran difusión en Inglaterra y Aquitania. En este libro se narra la marcha de Tito al frente de sus legiones para vengar la muerte de Jesús. Al conquistar Jerusalén, encuentra en una torre a José, donde había sido encerrado para que muriera de hambre. Sin embargo, fue alimentado por un manjar celestial.

En los siglos XI-XIII, la leyenda sobre José de Arimatea fue coloreándose de nuevos detalles en las islas británicas y en Francia, insertándose en el ciclo del santo Grial y del rey Arturo. Según una de estas leyendas, José lavó el cuerpo de Jesús y recogió el agua y la sangre en un recipiente. Después, José y Nicodemo dividieron su contenido (ver la pregunta ¿Qué es el santo Grial?). Otras leyendas dicen que José, llevando este relicario, evangelizó Francia (algunos relatos dicen que habría desembarcado en Marsella con Marta, María y Lázaro), España (donde Santiago lo habría consagrado obispo), Portugal e Inglaterra. En esta última región, la figura de José se hizo muy popular. La leyenda le hace el primer fundador de la primera iglesia en suelo británico, en Glastonbury Tor, donde mientras estaba dormido su báculo echó raíces y floreció. Glastonbury Abbey se convirtió en un importante lugar de peregrinación hasta que ésta fue disuelta con la Reforma en 1539. En Francia, una leyenda del siglo IX refiere que el patriarca Fortunato de Jerusalén, en tiempos de Carlomagno, huyo a occidente llevándose los huesos de José de Arimatea, hasta llegar al monasterio de Moyenmoutier, donde llegó a ser abad.

Todas estas leyendas, sin ningún fundamento histórico, muestran la importancia que se daba a los primeros discípulos de Jesús. El desarrollo de estos relatos puede estar vinculado a polémicas circunstanciales de algunas regiones (como Inglaterra o Francia) con Roma. Se trataría de querer mostrar que determinadas regiones habían sido evangelizadas por discípulos de Jesús y no por misioneros enviados desde Roma. En cualquier caso, nada tienen que ver con la verdad histórica.

sábado, 28 de marzo de 2020

VIA CRUCIS 2020 - 3ª Estación

Reflexión de hoy

Lecturas


El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó todas sus intrigas.
Yo, como manso cordero, era llevado al matadero, desconocía los planes que estaban urdiendo contra mí: «Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que jamás se pronuncie su nombre».
Señor del universo, que juzgas rectamente, que examinas las entrañas y el corazón, deja que yo pueda ver cómo te vengas de ellos, pues a ti he confiado mi causa.

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta».
Otros decían: «Este es el Mesías».
Pero otros decían: « ¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: « ¿Por qué no lo habéis traído?».
Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron; « ¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: « ¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
Ellos le replicaron: « ¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.

Palabra del Señor.

San José Sebastián Pelczar


En Przemysl, en Polonia, san José Sebastián Pelczar, obispo, fundador de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús y maestro eximio de la vida espiritual.

Nació en Korczyna (Polonia). Ya de estudiante tomó la decisión de entregar su vida al servicio de Dios, como lo expresa en su diario: "Los ideales de la tierra palidecen, el ideal de la vida lo veo en el sacrificio y el ideal del sacrificio en el sacerdocio". Al terminar el sexto curso, entró al Seminario Menor y en el año 1860 empezó los estudios de Teología en el Seminario Mayor de Przemysl. Miembro de la Tercera Orden de San Francisco. 

Fue ordenado sacerdote en Przemysl en 1854. Primero fue enviado a Sambor como sacerdote, pero luego marchó a Roma, para doctorarse en Teología y Derecho canónico. Interesado en los estudios ascéticos, comenzó a escribir la que sería su famosa obra: "La Vida Espiritual". 

De regreso a Polonia fue director espiritual en el seminario diocesano y luego catedrático en la Universidad Jagellónica, de la que fue rector, mientras realizaba una intensa labor apostólica dirigida fundamentalmente en incrementar la devoción a la eucaristía y a María. Como reconocimiento a sus valores, le confiaron la dignidad de Rector del Almae Matris de Cracovia (1882-1883).

Deseando realizar el ideal de "sacerdote y polaco, que trabaja con devoción por su pueblo", el sacerdote Pelczar no limitaba su actividad al campo de la ciencia, sino también al trabajo social y caritativo. Fue miembro activo de la Asociación de san Vicente de Paúl y de la Asociación de la Educación Popular. Durante los 16 años que fue presidente de la Asociación de la Educación popular, fundó numerosas salas de lectura y bibliotecas. Esta Asociación promovió numerosas charlas gratis, editó y distribuyó entre el pueblo más de cien mil libros y abrió una escuela para las empleadas del servicio doméstico. En 1891, por iniciativa suya, se creó "La Fraternidad de la Inmaculada Virgen María, Reina de Polonia", que además de los fines religiosos tenía una dimensión social: se ocupaba de la protección de los artesanos, de los pobres, de los huérfanos y empleadas del servicio doméstico (de las empleadas enfermas y las que no tenían trabajo).

Como respuesta pastorales a las necesidades de su tiempo, fundó en 1894 en Cracovia, la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, con el objetivo de propagar la devoción al Sagrado Corazón, educar a los niños y atender a los enfermos. 

Obispo de Przemysl en 1899, sede en la que estuvo 25 años. Su episcopado estuvo marcado por una vida ejemplar dedicado a la reforma espiritual en todos los ámbitos de su diócesis. A pesar de su debilitada salud, Mons. Pelczar seguía desempeñando actividades religiosas y sociales. Para animar a los fieles a mantener y renovar la fe, visitaba frecuentemente las parroquias, se preocupaba además por la dimensión moral e intelectual del clero, dando a la vez ejemplo de una profunda piedad que se expresaba en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a la Madre de Dios. Tenía gran devoción al Santísimo Sacramento e invitaba a los fieles a participar en las celebraciones eucarísticas. Gracias a sus diligencias, aumentó el número de nuevas iglesias y capillas, también fueron restaurados muchos templos. No obstante las difíciles circunstancias políticas, realizó tres sínodos diocesanos, organizando en unas normas legislativas diferentes iniciativas, dándoles mayor apoyo y asegurando su estabilidad.

El obispo José Sebastián conocía las necesidades de sus fieles y rodeaba de cuidados a los más pobres de su diócesis. Las guarderías para los niños, los comedores populares para los pobres, los refugios para los que no tenían casa, la preparación en las labores domésticas para las jóvenes, las becas para los seminaristas sin recursos económicos, son algunas de las obras existentes debidas a su iniciativa. Se compadecía de las injusticias sufridas por los trabajadores, y se dedicó con empeño por solucionar algunos problemas de su tiempo como la emigración y el alcoholismo. En sus cartas pastorales, en los artículos publicados y en otros escritos subrayaba la necesidad de respetar estrictamente la enseñanza social del papa León XIII.

Dotado copiosamente por Dios, no desperdiciaba los talentos recibidos sino que los desarrollaba y multiplicaba. Una de las pruebas de su increíble laboriosidad son sus numerosos escritos que contienen obras teológicas, históricas, libros sobre la ley canónica, manuales, devocionarios, cartas pastorales, charlas y homilías.

Monseñor Pelczar murio en su diócesis. Quedó en la memoria de la gente como hombre de Dios que, a pesar de los tiempos difíciles que le tocó vivir, cumplió siempre su voluntad. Fue canonizado por SS Juan Pablo II el 18 de mayo de 2003 en la Basílica vaticana. En Cracovia san José Sebastián es venerado, de modo especial, en la iglesia de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, donde se encuentra la capilla a él dedicada; sus reliquias se encuentran en la catedral de Przemysl. La veneración litúrgica local se realiza el día 19 de enero. 

viernes, 27 de marzo de 2020

VIA CRUCIS 2020 - 2ª Estación

Reflexión de hoy

Lecturas


Se decían los impíos, razonando equivocadamente: «Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso: se opone a nuestro modo de actuar, nos reprocha las faltas contra la ley y nos reprende contra la educación recibida; presume de conocer a Dios y se llama a sí mismo hijo de Dios.
Es un reproche contra nuestros criterios, su sola presencia nos resulta insoportable.
Lleva una vida distinta de los demás, y va por caminos diferentes.
Nos considera moneda falsa y nos esquiva como a impuros.
Proclama dichoso el destino de los justos, y presume de tener por padre a Dios.
Veamos si es verdad lo que dice, comprobando cómo es su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará y lo librará de las manos de sus enemigos.
Lo someteremos a ultrajes y torturas, para conocer su temple y comprobar su resistencia.
Lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues, según dice, Dios lo salvará»
Así discurren, pero se equivocan, pues los ciega su maldad.
Desconocen los misterios de Dios, no esperan el premio de la santidad ni creen en la recompensa de una vida intachable.

En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.
Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: « ¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado».
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

Beato Francesco Faà di Bruno


En Turín, en el Piamonte, beato Francisco Faá di Bruno, presbítero, que unió la ciencia de las matemáticas y de la física con la práctica de las obras de caridad.

Nació en Alessandría (Piamonte) en el seno de una familia noble y acomodada; su padre era marqués de Bruno, conde de Carentino y señor de Fontanile. En 1836, ingresó en el colegio Novi Ligue dirigido por los somascos. A los 15 años decidió hacerse militar en Turín y llegó a ser capitán del Estado Mayor. Tomo parte en las guerras para la independencia de Italia de 1848 y 1849. Su crédito era tal que el rey Víctor Manuel II pensó en confiarle la educación de los príncipes Humberto y Amadeo. Él prefirió completar estudios de Matemáticas y Física en París; aquí se adhirió a las primeras “Conferencias de San Vicente de Paúl” fundadas por san Federico Ozanam, a quien conoció personalmente; a su difusión se dedicó a su regreso al reino de Cerdeña. Volvió a Turín en 1852. Fue demasiada clara su adhesión al catolicismo para que los elementos liberales y sectarios del entorno regio permitieran que se encargara de la educación de los príncipes. Francisco, en vista de lo cual, dejó en 1853 el ejército, por no batirse en duelo con un oficial que le había ofendido, y por su clara oposición a la masonería. Para sus compañeros militares editará el “Manual del soldado cristiano” que fue muy difundida. En 1854, apasionado por la música, publicó “La Lira católica”, una recopilación de cánticos sagrados populares; volvió a la Sorbona de París a doctorarse en Matemáticas y Astronomía: al pasar por el Piamonte, entregó “El gentilhombre” calendario que utilizaron los labriegos de la zona.

En 1855 estudió y trabajó en el Observatorio nacional francés, trabajando con el renombrado Urbain Le Verrier. En contacto con la cultura francesa, decidió dedicarse a la demostración de la armonía existente entre ciencia y fe. En 1856, preocupado por la enfermedad de los ojos de su hermana María, inventó y fabricó un escritorio para ciegos, que elogiaron muchas academias y que sirvió de gran ayuda para los invidentes y luego publicó una apreciable serie de obras científicas.

Perdió las elecciones cuando se presentó al parlamento, en 1857, por el Partido Conservador Católico. Inició su etapa de profesor en la universidad turinesa y en la Escuela de Aplicación del Estado Mayor. Sus actividades científicas y docentes no le apartaron del compromiso cristiano con obras de asistencia social, como unos hornillos económicos para los trabajadores, que eran unas cocinas, donde se preparaban y vendían comidas calientes muy baratas; pero no gratuitas. En 1859 fundó la Obra Pía de Santa Zita para las chicas del servicio doméstico en la zona de mala fama Borgo San Donato. Abrió también diferentes pensionados para ancianos y ancianas, para señoras enfermas y convalecientes y para sacerdotes ancianos o reducidos a la miseria por las leyes estatales de confiscación, sin indemnización, de las leyes estatales. Por iniciativa suya (y san Juan Bosco, aceptó la vicepresidencia) surgió, por primera vez en Italia, la Obra para la santificación de las fiestas, para defender a los trabajadores del trabajo dominical, al que estaban obligados por el despiadado capitalismo naciente. En 1860, fundó, incluyéndola en la Obra de Santa Zita, la Clase de las Clarinas, para muchachas de condición humilde afectadas de minusvalías y que tanto bien están haciendo. También fundó la Enfermería de San José, para mujeres pobres y enfermas, sobre todo para las convalecientes. En 1862, fundó el Pensionado-hospicio para mujeres ancianas e inválidas. Dio vida a un Liceo, que luchaba por la contribución de los católicos por una escuela libre. Hizo otras muchas fundaciones: La Biblioteca Mutua Ambulante, para promover la lectura de libros científicos; la Escuela de Educandas, para la formación profesional de jóvenes pobres; la Escuela de Alumnas Maestras e Institutrices.

La impresión que le produjo la muerte de tantos jóvenes que morían en batalla, sin estar preparados, le hizo construir en 1867 la iglesia de Nuestra Señora del Sufragio. En estas obras empleó gran parte de su capital. Fundó para ello, junto con Giovanna Gonella, la Congregación de Religiosas Mínimas de Nuestra Señora del Sufragio, que no pudo ver su consolidación, porque tuvo divergencias con el arzobispo de Turín, que se negaba a la aprobación, por parecerle que la fundación quedaba sustraída a su autoridad directa. En 1871, fue nombrado profesor numerario de Analítica matemática y geométrico de la Universidad de Turín, pero siempre le fue negada la cátedra por su fidelidad al Papa. En 1872, publicó “Pequeño homenaje de la ciencia a la Divina Eucaristía”, un ensayo en el que intentaba acercar la ciencia con la fe. En 1874, compró la propiedad y dirección del periódico “El Corazón de María”, que alcanzó gran difusión nacional. Asumió también la dirección del Museo de las Misiones Católicas.

A los 51 años (1876) fue ordenado sacerdote por consejo de don Bosco y del papa el beato Pío IX. En 1876, tuvo problemas con el arzobispo Lorenzo Gastaldi sobre el camino a seguir, pero la ayuda del Papa, le ayudó a continuar, pero nunca se opuso a su obispo. Murió a causa de una infección intestinal en Turín. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.