jueves, 10 de febrero de 2022

10 de Febrero - SANTA AUSTREBERTA DE PAVILLY

En la región de Rouen, en Neustria, santa Austreberta, virgen y abadesa, que rigió el monasterio de Pavilly, fundado piadosamente por el obispo san Audoeno.

Nació en Thérouanne (Artois); era hija de santa Framehilda y del conde palatino Badefrido, uno de los principales cortesanos del rey Dagoberto. Fue una niña seria y piadosa, con la mente fija en iglesias y convenios. Un día, mientras contemplaba su imagen reflejada en el agua, vio un velo sobre su cabeza; aquella extraña experiencia le produjo una impresión permanente. Al cumplir los doce años, su padre le anunció que ya tenía proyectado su matrimonio y la idea resultó tan desagradable para Austreberta, que huyó de la casa, acompañada por su hermano menor. Se refugió en un monasterio, donde el abad le dio asilo y le prometió imponerle el velo. Sin embargo, al saber quién era ella y pensando en lo preocupados que estarían sus padres por su ausencia, la persuadió para que regresara con él a su hogar.

El abad san Audomaro explicó el asunto a sus padres, que terminaron por acceder a que la joven entrara al convento, después de vivir con ellos algún tiempo. Aquel fue un período de prueba para Austreberta que se sentía atormentada por los escrúpulos de no haber respondido a la llamada de Dios. Tanto importunó a los suyos para que la dejasen partir, que por fin su padre la llevó al monasterio de Port (después Abbeville), en el Somme, donde tomó el hábito ella misma.

Muy pronto se ganó lodos los corazones con su piedad y humildad. Ella misma estaba feliz en aquella comunidad tan devota y observante. Se cuenta que un día cuando Austreberta horneaba el pan para la casa, ocurrió un suceso extraordinario. En el horno caliente ya se habían extinguido las llamas. Los panes estaban listos y sólo faltaba sacar las brasas. Austreberta metió la escoba, que se incendió de pronto y llenó el horno con fuego. Austreberta, temiendo que el pan se quemara, cerró primero la puerta de la cocina y después, inclinándose entre las llamas, que no le hicieron ningún daño, limpió el interior del horno con sus manos y sacó el pan. A la asombrada muchacha que había presenciado la escena le encargó que no dijera nada a nadie y después siguió con su larca tranquilamente, sin ninguna quemadura en sus carnes ni en sus ropas. Sólo a su confesor reveló Austreberta lo sucedido y, aunque éste quedó lleno de admiración, le advirtió: "Hija, no vuelvas a ser tan temeraria, no sea que la próxima vez tientes a Satanás y recibas algún daño."

En aquel tiempo vivía un hombre piadoso llamado san Audoeno que había fundado en Pavilly el monasterio en el que profesó su hija Áurea. Por consejo de san Filiberto, Audeno nombró superiora de su convento a Austreberta, quien ya desde hacía tiempo era abadesa de Port.

La santa se resistió a separarse de sus amadas hijas para ir a enfrentarse con muchas dificultades en otro monasterio, pero ante la insistencia de san Filiberto acabó por aceptar. En su nueva casa encontró una completa falta de disciplina y se impuso la tarea de urgir a sus monjas el estricto cumplimiento de las reglas; pero las religiosas no se conformaron con aquella severidad y acudieron a protestar ante Audeno, y acusaron a la santa de varias ofensas graves. El fundador dio crédito a las calumnias y después de injuriar a la superiora, llegó al grado de amenazarla con su espada, pero Austreberta no se inmutó y ciñéndose el velo alrededor del cuello, inclinó la cabeza esperando el golpe mortal. Su valor hizo que Audeno recuperara la cordura y desde entonces la dejó que gobernara a sus monjas del modo que creyera conveniente. Es patrona de Barentin, cerca de Rouen, donde el arroyo toma el nombre de Austreberte. Su vida está llena de leyendas. 

miércoles, 9 de febrero de 2022

Reflexión del 09/02/2022

Lecturas del 09/02/2022


En aquellos días, la reina de Saba oyó la fama de Salomón, en honor del nombre del Señor y vino a ponerlo a prueba con enigmas.
Llegó a Jerusalén con una gran fuerza de camellos portando perfumes, oro en cantidad y piedras preciosas.
Ante Salomón se presentó para plantearle cuanto había ideado El rey resolvió sus preguntas todas; pues no había cuestión tan arcana que él no pudiese desvelar. Cuando la reina de Saba percibió la sabiduría de Salomón, el palacio que había construido, los manjares de su mesa, las residencias de sus servidores, el porte y vestimenta de sus ministros, sus coperos y los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor, se quedó sin respiración y dijo al rey: «Era verdad cuanto oí en mi tierra acerca de tus enigmas y tu sabiduría. No daba crédito a lo que se decía, pero ahora he venido y mis propios ojos, lo han visto. ¡Ni la mitad me narraron! Tu conocimiento y prosperidad superan con mucho las noticias que yo escuché. Dichosas tus mujeres, dichosos estos servidores tuyos siempre en tu presencia escuchando tu sabiduría. Bendito sea el Señor, tu Dios, que se ha complacido en ti y te ha situado en el trono de Israel. Pues, por el amor eterno del Señor a Israel, te ha puesto como rey para administrar derecho y justicia». Ofreció al rey ciento veinte talentos de oro y gran cantidad de esencias perfumadas y piedras preciosas. Jamás llegaron en tal abundancia perfumes como los que la reina de Saba dio a Salomón.


En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre». Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola.
Él les dijo: « ¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre y se echa en la letrina» (Con esto declaraba puros todos los alimentos).
Y siguió: «Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

Palabra del Señor.

 

09 de Febrero – SANTA APOLONIA DE ALEJANDRÍA

En Alejandría, en Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, la cual, después de haber sufrido muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que ceder en su fe.

Su martirio lo narra Eusebio en su "Historia Eclesiástica" (VI, 41). En tiempos de Decio en la ciudad de Alejandría se desencadenó una terrible persecución contra los cristianos. Parece que fue por obra de un adivino que a sí mismo se daba el nombre de "Divino" y que consiguió del gobernador acusar a los cristianos de ser autores de todo el mal de la ciudad.

San Dionisio, que era el Obispo de la ciudad nos relata: "Se amotinaron contra nosotros para dar crédito a aquel impío y cometieron los mayores excesos de crueldad y de furor. Se persuadieron que no había un modo más fiel y generoso de honrar a sus dioses que siendo crueles contra los cristianos, hasta sacrificarlos en honor de sus dioses falsos...", entre los que asesinaron al anciano Metras y a la mujer Quinta.

Apolonia, que era diaconisa (las mujeres en la primitiva Iglesia se ocupaban del cuidado de los pobres); esta mujer era ya anciana y adornada, según cuentan los antiguos biógrafos: "de las virtudes de castidad, austeridad, piedad, caridad y limpieza de corazón"; apresaron a Apolonia y quisieron persuadirla de que sacrificase a los dioses, ante su firme negativa la desdentaron a golpes y luego encendieron una hoguera amenazándola con quemarla viva sino apostataba. Hay un texto alejandrino que explica así su martirio: "Después de preparada y encendida una hoguera, amenazaron con quemarla viva, sino profería con ellos palabras impías; pero ella, habiendo deliberado un momento consigo misma, se soltó de repente de las manos de aquellos impíos; y encendida el alma en el fuego del Espíritu Santo, mayor del que le tenían preparado, espontáneamente saltó a la hoguera". Se la representa en la iconografía bizantina con los atributos de diácono. Se dice que era hermana del diácono san Lorenzo, pero este dato pertenece a la leyenda. Desde 1970 su culto se ha limitado a los calendarios locales.

martes, 8 de febrero de 2022

Reflexión del 08/02/2022

Lecturas del 08/02/2022


En aquellos días, Salomón se puso en pie ante el altar del Señor frente a toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo y dijo: «Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú arriba en los cielos ni abajo en la tierra, tú que guardas la alianza y la fidelidad a tus siervos que caminan ante ti de todo corazón.
¿Habitará Dios con los hombres en la tierra? Los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos este templo que yo te he erigido!
Inclínate a la plegaria y a la súplica de tu siervo, Señor, Dios mío. Escucha el clamor y la oración que tu siervo entona hoy en tu presencia. Qué día y noche tus ojos se hallen abiertos hacia este templo, hacia este lugar del que declaraste: “Allí estará mi Nombre”. Atiende la plegaria que tu servidor entona en este lugar. Escucha la súplica que tu siervo y tu pueblo Israel entonan en este lugar. Escucha tú, hacia el lugar de tu morada, hacia el cielo, escucha y perdona».


En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.) Y los fariseos y los escribas le preguntaron: « ¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?». Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Y añadió: «Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte”. Pero vosotros decís: “Si uno le dice a su padre o a su madre: los bienes con que podría ayudarte son ‘corbán’, es decir, ofrenda sagrada”, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas semejantes».

Palabra del Señor.

08 de Febrero - SAN ESTEBAN DE GRANDMONT

En Muret, en la región aquitana de Limoges, san Esteban, abad y fundador de la Orden de Grandmont, que confió a los clérigos la alabanza divina y la contemplación, dejando la administración de los asuntos temporales a la caridad de los hermanos legos.

Nació en Thiers (Auvernia); era hijo del vizconde feudal del lugar; a los 12 años acompañó a su padre en peregrinación a la tumba de san Nicolás de Bari; enfermó en Benevento, y allí se quedó y fue educado por el arzobispo san Milón. Allí pasó 12 años, donde conoció a un grupo de eremitas calabreses. Impresionado por su ejemplo, decidió imitarlos, hizo aprobar su proyecto por el papa Alejandro II y pasó con ellos otros cuatro años.

A su regreso a Francia, fundó en Muret (cercano a Limoges) una congregación de monjes-anacoretas sobre el modelo que había conocido en Calabria: con una ceremonia, escribió un documento en el que declaraba que renunciaba al demonio y se consagraba a la Santísima Trinidad y metió el dedo en un anillo, único bien material que le quedaba de su patrimonio. Sus penitencias y austeridades fueron muchas, típicas de los ascetas de la época. Transcurría el día recitando salmos y el Oficio de la Santísima Trinidad, además coloquiaba con los numerosos visitantes que iban a pedirle consejo. A su alrededor se le unieron muchos discípulos, atraídos por su austeridad de vida. La gobernó durante 46 años, aunque parece que no fue nunca monje. 

Hacia el final de su vida, recibió la visita de dos cardenales, Legados pontificios en Limoges, y que luego serían los papas Inocencio II y Anacleto II. Murió con casi 80 años, después de recibir los sacramentos; en él se encuentra la inspiración del eremitismo gregoriano, hecho de oración, rechazo de cualquier riqueza y trabajo manual; en contraste con la normativa de los monasterios benedictinos tradicionales. Después de su muerte la comunidad, se engrandeció, se trasladaron a Grandmont, de donde deriva el nombre de "grandmontines" y tuvieron mucha difusión hasta que, por falta de vocaciones, fue suprimida entre el 1770 y el 1787. El rey Enrique II de Inglaterra fue bienhechor de Grandmont, y a petición suya, el papa Clemente III canonizó a san Esteban en 1189.

lunes, 7 de febrero de 2022

Reflexión del 07/02/2022

Lecturas del 07/02/2022


En aquellos días, congregó Salomón a los ancianos de Israel en Jerusalén - todos los jefes de las tribus y los cabezas de familia de los hijos de Israel ante el rey - para hacer subir el Arca de la Alianza del Señor desde la ciudad de David, Sión.
En torno al rey Salomón se congregaron todos los varones de Israel. En el mes de etanín, el mes séptimo, por la fiesta, vinieron todos los ancianos de Israel y los sacerdotes condujeron el Arca e hicieron subir el Arca del Señor y la Tienda del Encuentro, con todos los objetos sagrados que había en ella. El rey Salomón y todo Israel, la comunidad de Israel reunida en torno a él ante el Arca, sacrificaron ovejas y bueyes en número no calculable ni contable.
Los sacerdotes acarrearon el Arca de la Alianza del Señor al santuario del templo, el Santo de los Santos, a su lugar propio bajo las alas de los querubines. Estos extendían las alas sobre el lugar del Arca, cubriendo el Arca y sus varales.
No había en el Arca más que las dos tablas de piedra que Moisés depósito allí en el Horeb: las tablas de la alianza que estableció el Señor pactó con los hijos de Israel cuando salieron de la tierra de Egipto.
Cuando salieron los sacerdotes del santuario - pues ya la nube había llenado el templo del Señor -, no pudieron permanecer ante la nube para completar el servicio, ya que la gloria del Señor llenaba el templo del Señor. Dijo entonces Salomón: «El Señor puso el sol en el cielo, más ha decidido habitar en densa nube. He querido erigirme una casa para morada tuya, un lugar donde habites para siempre».


En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron.
Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.
En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

Palabra del Señor.

07 de Febrero – BEATA MARÍA DE LA PROVIDENCIA SMET

En París, en Francia, beata María de la Providencia (Eugenia) Smet, virgen, fundadora del Instituto de Hermanas Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio.

Nació en Loos-Lez-Lille en Francia, en el seno de una familia que disfrutaba de un relativo bienestar. Se llamaba Eugenia Smet. A los once años ingresó en el convento del Sagrado Corazón de su ciudad natal, donde permaneció hasta los dieciocho, y allí nació su permanente afán por ayudar a las almas del purgatorio.  Al regresar a su hogar,  parte de ayudar a los necesitados de su pueblo, decidió, aconsejada por san Juan Bautista María Vianney, fundar un Instituto religioso llamado Instituto de las Auxiliadoras de las almas del Purgatorio, cuyo fin era ayudar, con la oración, a las almas del Purgatorio. 

Marchó a París en 1853,  y muchas dificultades le salieron al paso, sobre todo de las autoridades religiosas locales. Eugenia María no se arredró y escribió al papa, quien le mandó su bendición. Con ello, el arzobispo de Cambrai y el obispo de Belley patrocinaron su obra; Eugenia María se convirtió en superiora de un grupo de jóvenes acordes con su proyecto.

El 1º de julio de 1857 cada una de las congregantes tomó un nuevo nombre; el de Eugenia María fue cambiado por María de la Providencia, en la que nunca dejó de confiar; pues su frase preferida era "Es necesario ayudar bien a la Providencia". Como carecían de capellán, el superior de la Compañía de Jesús les envió al padre Basuiau, quien las dirigió espiritualmente. En 1858, en un acto presidido por el arzobispo de París, profesaron las primeras veintiocho novicias. A partir de ese momento, el número de postulantes fue creciendo.

En 1863, la madre María, como superiora general, realizó su primera fundación en la ciudad de Nantes. Tres años después el padre Basuiau partió hacia China. El vicario apostólico de Kiang-Nan solicitó en 1867 la fundación de una casa en China. En octubre de ese año partieron para dicho lugar las primeras hermanas, y posteriormente las siguieron otras. De distintos países llegaron pedidos de nuevas fundaciones. El 26 de agosto de 1867 la madre María de la Providencia recibía la confirmación de la congregación que le enviaba el sumo pontífice.

La infinita paciencia con la que soportó varios sufrimientos provocados por un cáncer, demostraron claramente la grandeza de su personalidad. No por eso cejó en su actividad. Tuvo todavía fuerzas para organizar un nuevo convento en Bruselas, pero sus energías disminuían. La guerra franco-prusiana de 1870 aumentó sus congojas. Pudo sacar a sus novicias de París, antes que los alemanes la sitiaran, y enviarlas a Nantes y a Bruselas. Su beatificación fue declarada por Pío XII el 26 de mayo de 1957.

domingo, 6 de febrero de 2022

Domingo, 06-02-2022 5º TIEMPO ORDINARIO

 

Reflexión del 06/02/2022

Lecturas del 06/02/2022


El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro, diciendo: « ¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloría!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: « ¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor del universo». Uno de los seres de fuego voló hacia mí con una ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado». Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: « ¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?». Contesté: «Aquí estoy, mándame».


Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.
Porque yo os transmití, en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros.


En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse.
Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.

06 de Febrero - SAN BRiNOLFO ALGOTSSON

En Skara, en Suecia, san Brinolfo Algotsson, obispo, célebre por su actividad eclesiástica y su ciencia.

Nació en Skara (Suecia) en el seno de una familia acomodada. Marchó a París a estudiar en la Sorbona, en la que destacó por su aprovechamiento y su piedad; se doctoró en Teología y Derecho canónico. Fue discípulo de santo Tomás de Aquino. Vuelto a Suecia, fue ordenado sacerdote; fue nombrado deán del cabildo de Linköping, canónigo de la catedral de Skara, su obispo lo honró con diferentes cargos de confianza. 

Vacante la diócesis fue elegido obispo de Skara en Västergötlan (1278); cargo que llenó con una vida de entrega pastoral magnífica, trabajando por el bien de sus diocesanos de forma incansable. Mejoró la formación de los sacerdotes, reafirmó el derecho de la Iglesia respecto de los diezmos, y aprobó en 1280 nuevas leyes para su diócesis apoyándose en los cánones del III Concilio de Letrán. Fue miembro del Consejo Real y miembro del Gobierno en la tutela del joven rey Birger Magnusson.

Brynolf está considerado el primer poeta de Suecia, que escribió sus versos en latín. Se le pueden atribuir cuatro himnos litúrgicos: al obispo Eskil, a Helena de Skövde, a Sigfrido de Växsjö y a la corona de espinas de Cristo, de la cual recibió del rey de Noruega la reliquia de una espina cuando estudiaba en París.

El inicio del culto a Brynolf se remonta a santa Brígida de Suecia, quien tuvo en 1349 en la catedral de Skara una revelación sobre el santo. El Concilio de Constanza, en 1417, recomendó sin reparos la canonización de Brynolf. Su «Vida» fue publicada en 1492, el mismo año en sus restos fueron trasladados a la catedral con la aprobación del Papa Inocencio VIII, por lo que, aunque nunca hubo una canonización formal, se encuentra inscripto en el Martirologio Romano. Recibió culto popular tras su muerte, que cesó cuando se impuso en Suecia la reforma protestante. Tiene culto local.