En Huesca, ciudad del reino de Aragón, san Ramón, que, siendo canónigo regular, fue designado obispo de Roda y de Barbastro, sede de la que fue expulsado durante tres años por no querer combatir nunca con las armas a los enemigos de la fe cristiana.
Raimundo Guillermo nació en Durban (Francia), otros autores le hacen natural de Barbastro, Huesca. En su juventud ingresó como canónigo regular agustino en el monasterio de San Antonino de Frédoles. Su personalidad ganó fama y fue elegido prior de la iglesia de San Saturnino de esta ciudad en 1101.
En el 1104, tras la renuncia de san Eboncio, fue elegido obispo de Roda-Barbastro, ciudad recién conquistada a los moros. Sus primeras iniciativas fue dignificar el culto divino y redimir la ignorancia del pueblo después de tantos años bajo el dominio musulmán. Para ello construyó pequeñas iglesias que decoró con murales representando escenas evangélicas para la contemplación y enseñanza de los fieles y que muchas todavía subsisten. Luchó contra la ambición del obispo de Huesca y el rey Alfonso que le expulsaron de su sede durante tres años, ya que su diócesis se había extendido mucho y era muy apetecible; se negó a vencer a sus enemigos con las armas; se marchó a su primitiva sede de Roda de Isábena. También el obispo san Odón de Urgel le reclamó parte de los territorios de su diócesis, y Raimundo apeló al papa que le dio la razón, por más que sus contrincantes se negaran a someterse. San Olegario, obispo de Barcelona, le ayudó a alcanzar la paz que tanto deseaba.
Se unió al rey aragonés Alfonso el Batallador en una expedición contra los musulmanes almoravides que tenían atenazados a los cristianos mozárabes por las tierras de Levante y Andalucía. De regreso de aquella expedición llegó agotado a Huesca donde murió. Está enterrado en la catedral de Roda. El papa Inocencio II confirmó su culto en 1136. Patrón de la diócesis de Barbastro-Monzón (Huesca).
Raimundo Guillermo nació en Durban (Francia), otros autores le hacen natural de Barbastro, Huesca. En su juventud ingresó como canónigo regular agustino en el monasterio de San Antonino de Frédoles. Su personalidad ganó fama y fue elegido prior de la iglesia de San Saturnino de esta ciudad en 1101.
En el 1104, tras la renuncia de san Eboncio, fue elegido obispo de Roda-Barbastro, ciudad recién conquistada a los moros. Sus primeras iniciativas fue dignificar el culto divino y redimir la ignorancia del pueblo después de tantos años bajo el dominio musulmán. Para ello construyó pequeñas iglesias que decoró con murales representando escenas evangélicas para la contemplación y enseñanza de los fieles y que muchas todavía subsisten. Luchó contra la ambición del obispo de Huesca y el rey Alfonso que le expulsaron de su sede durante tres años, ya que su diócesis se había extendido mucho y era muy apetecible; se negó a vencer a sus enemigos con las armas; se marchó a su primitiva sede de Roda de Isábena. También el obispo san Odón de Urgel le reclamó parte de los territorios de su diócesis, y Raimundo apeló al papa que le dio la razón, por más que sus contrincantes se negaran a someterse. San Olegario, obispo de Barcelona, le ayudó a alcanzar la paz que tanto deseaba.
Se unió al rey aragonés Alfonso el Batallador en una expedición contra los musulmanes almoravides que tenían atenazados a los cristianos mozárabes por las tierras de Levante y Andalucía. De regreso de aquella expedición llegó agotado a Huesca donde murió. Está enterrado en la catedral de Roda. El papa Inocencio II confirmó su culto en 1136. Patrón de la diócesis de Barbastro-Monzón (Huesca).
No hay comentarios:
Publicar un comentario