En Cagliari, en la isla de Cerdeña, en Italia, beato Nicolás (Juan) Medda de Gesturi, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, el cual, siempre preparado para atender a los pobres, con el ejemplo de su virtud y de su benignidad incitó a muchos al amor hacia los más necesitados.
Nació en Gesturi (Cágliari, Italia), en el seno de una familia de trabajadores. Pronto se quedó huérfano y tuvo que ponerse a trabajar al servicio de un cuñado sin recibir ninguna paga. Desde muy joven sintió la vocación religiosa y procuró vivir la santidad con un gran sentido del deber de la responsabilidad, con mucha oración, mortificación y caridad. En 1911 ingresó en el convento capuchino de Caglari, y al tomar el hábito cambió su nombre por el de Nicolás.
Pasó los diez primeros años de su vida religiosa en diversos conventos, desempeñando siempre el oficio de cocinero. En 1924 fue trasladado al convento de Cagliari, con el oficio de limosnero. Fue un hombre muy humilde, y las gentes se acercaba a él para pedirle consejo y oraciones. Solía decir que “era más lo que le daban que lo que recibía”. Supo superar las dificultades con admirable paciencia y caridad.
Sucedieron curaciones extraordinarias, que mostraban la mano de Dios a través del pobre hermano. Se extendió rápidamente su fama de santidad y su poder taumatúrgico. Fray Nicolás se caracterizó por el silencio, la fidelidad inquebrantable, la piedad, el celo por las almas y la caridad hacia los necesitados que encontraba en su itinerario diario al pedir la limosna.
Supo afrontar todas las dificultades con admirable paciencia y caridad, actuando con rectitud, valor y perseverancia. El eje fundamental de su personalidad moral y espiritual era su profundo espíritu de oración, que se manifestaba en su actitud contemplativa habitual, incluso en medio de las ocupaciones diarias. Murió el 8 de junio de 1958, a los 76 años de edad, tras varios días de enfermedad. Fue beatificado por SS. Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999.
Nació en Gesturi (Cágliari, Italia), en el seno de una familia de trabajadores. Pronto se quedó huérfano y tuvo que ponerse a trabajar al servicio de un cuñado sin recibir ninguna paga. Desde muy joven sintió la vocación religiosa y procuró vivir la santidad con un gran sentido del deber de la responsabilidad, con mucha oración, mortificación y caridad. En 1911 ingresó en el convento capuchino de Caglari, y al tomar el hábito cambió su nombre por el de Nicolás.
Pasó los diez primeros años de su vida religiosa en diversos conventos, desempeñando siempre el oficio de cocinero. En 1924 fue trasladado al convento de Cagliari, con el oficio de limosnero. Fue un hombre muy humilde, y las gentes se acercaba a él para pedirle consejo y oraciones. Solía decir que “era más lo que le daban que lo que recibía”. Supo superar las dificultades con admirable paciencia y caridad.
Sucedieron curaciones extraordinarias, que mostraban la mano de Dios a través del pobre hermano. Se extendió rápidamente su fama de santidad y su poder taumatúrgico. Fray Nicolás se caracterizó por el silencio, la fidelidad inquebrantable, la piedad, el celo por las almas y la caridad hacia los necesitados que encontraba en su itinerario diario al pedir la limosna.
Supo afrontar todas las dificultades con admirable paciencia y caridad, actuando con rectitud, valor y perseverancia. El eje fundamental de su personalidad moral y espiritual era su profundo espíritu de oración, que se manifestaba en su actitud contemplativa habitual, incluso en medio de las ocupaciones diarias. Murió el 8 de junio de 1958, a los 76 años de edad, tras varios días de enfermedad. Fue beatificado por SS. Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999.
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