En Kalawao, en la isla de Molokay, en Oceanía, san José Damián de Veuster, presbítero de la Congregación de Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y María, que, entregado a la asistencia de los leprosos, terminó él mismo contagiado de esta enfermedad.
José De Veuster nació en Trémelo (Brabante flamenco, Bélgica) en el seno de una modesta y numerosa familia de campesinos profundamente honestos y religiosos. En 1840, la Congregación de los Sagrados Corazones, había abierto en Lovaina, a 15 kms. De su pueblo un “seminario de misiones”.
Religioso de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María (Sociedad de Picpus) como su hermano mayor, Augusto, y se ordenó sacerdote en Honolulú, Hawai a los 24 años (1864), porque sustituyó a su hermano que no pudo embarcarse porque enfermó de tifus. El hecho de su ordenación sacerdotal tuvo sus dificultades, ya que tenía pocas “letras”, pero gracias a las enseñanzas de su hermano y su constancia pudo adquirir la formación intelectual que necesitaba.
En Hawai vivió su vocación de misionero, primero en Kohola-Amakua, en el noreste de la isla, donde estará ocho años (1865-1873), donde aprendió el idioma, y se convirtió en “un hawaiano”, dedicándose totalmente a la población. Por aquella época, en 1865, el gobierno, ordenó la deportación de todos los leprosos a la isla de Molokai, y comenzó la caza de todos los enfermos de lepra que eran muchos. El obispo residente en la isla de Maui habló a los misioneros, y les propuso que fueran cuatro sacerdotes que se turnarían cada año. Damián se ofreció ir en este primer turno de este modo se consagró en 1873 a los leprosos confinados en la isla de Molokai, donde llegó con 33 años, no llevaba maleta, sólo tenía un crucifijo en el bolsillo de la sotana. Poco después de su llegada quisieron remplazarlo por otro misionero, pero no aceptó.
Trabajó en la isla para que los enfermos vivieran con alguna comodidad. Con la ayuda de ellos, arregló el desembarcadero, instaló una conducción de agua, abrió un almacén donde los enfermos podían adquirir gratis la ropa. Enseñó a sus gentes a cultivar la tierra, a plantar flores, abrió un orfanato, y bautizó a muchos. Le llamaban "el hombre de los 36 oficios". Promovió el empleo del tiempo de ocio, organizó fiestas populares, creó una banda de música, y llegaron a cantar una misa de Mozart.
Sin saber medicina, cuidó a los enfermos mientras no hubo médico en Molokai. Se preocupó de mejorar la higiene. El rey David Kalakaua de Hawai invistió a Damián con el honor de Caballero Comandante de la Real Orden de Kalākaua (Knight Commander of the Royal Order of Kalākaua). Cuando su hermana y heredera, la princesa Lili’uokalani visitó el establecimiento para entregar la condecoración, las crónicas reflejan que se conmovió de tal manera, y sintió como si se le rompiera el corazón por lo que le resultó imposible leer su discurso. La princesa compartió esta experiencia con el mundo aclamando los esfuerzos del Padre Damián.
Damián, diez años después de su llegada contrajo la enfermedad que terminaría con su vida, ya que no tomaba ninguna precaución. Su heroísmo sorprendió al mundo entero y llevó a primer plano el drama de los leprosos.
Sufrió la incomprensión de su Congregación, que nunca aceptó su carácter ni sus acusaciones, además de la falta de un sacerdote que le hiciera compañía que pudiera celebrar con él la Eucaristía y que le pudiera confesar, en esta soledad, se agarró fuertemente a la voluntad de la Providencia encarnada en Cristo en la Eucaristía. Cuando fue enterrado se descubrió que las llagas de la lepra habían desaparecido milagrosamente.
Gandhi ofreció su propia defensa a la obra y el trabajo del Padre Damián. Gandhi declaró que Damián había sido una inspiración para sus campañas sociales en la India, logrando la libertad de su pueblo y asegurando la ayuda para con los necesitados. Gandhi escribió, "El mundo politizado y amarillista puede tener muy pocos héroes que se puedan comparar con el Padre Damián de Molokai. Es importante que se investiguen las fuentes de tal heroísmo". Cuando en 1959, Hawai llegó a ser el estado número 50 de la Unión Americana, los representantes del pueblo hawaiano escogieron a Damián para que su estatua les representara en el Capitolio de Washington. Bélgica, su país, lo proclamó, después de su beatificación, como el belga más grande de su historia. Fue canonizado por SS Benedicto XVI el 11 de octubre de 2009.
José De Veuster nació en Trémelo (Brabante flamenco, Bélgica) en el seno de una modesta y numerosa familia de campesinos profundamente honestos y religiosos. En 1840, la Congregación de los Sagrados Corazones, había abierto en Lovaina, a 15 kms. De su pueblo un “seminario de misiones”.
Religioso de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María (Sociedad de Picpus) como su hermano mayor, Augusto, y se ordenó sacerdote en Honolulú, Hawai a los 24 años (1864), porque sustituyó a su hermano que no pudo embarcarse porque enfermó de tifus. El hecho de su ordenación sacerdotal tuvo sus dificultades, ya que tenía pocas “letras”, pero gracias a las enseñanzas de su hermano y su constancia pudo adquirir la formación intelectual que necesitaba.
En Hawai vivió su vocación de misionero, primero en Kohola-Amakua, en el noreste de la isla, donde estará ocho años (1865-1873), donde aprendió el idioma, y se convirtió en “un hawaiano”, dedicándose totalmente a la población. Por aquella época, en 1865, el gobierno, ordenó la deportación de todos los leprosos a la isla de Molokai, y comenzó la caza de todos los enfermos de lepra que eran muchos. El obispo residente en la isla de Maui habló a los misioneros, y les propuso que fueran cuatro sacerdotes que se turnarían cada año. Damián se ofreció ir en este primer turno de este modo se consagró en 1873 a los leprosos confinados en la isla de Molokai, donde llegó con 33 años, no llevaba maleta, sólo tenía un crucifijo en el bolsillo de la sotana. Poco después de su llegada quisieron remplazarlo por otro misionero, pero no aceptó.
Trabajó en la isla para que los enfermos vivieran con alguna comodidad. Con la ayuda de ellos, arregló el desembarcadero, instaló una conducción de agua, abrió un almacén donde los enfermos podían adquirir gratis la ropa. Enseñó a sus gentes a cultivar la tierra, a plantar flores, abrió un orfanato, y bautizó a muchos. Le llamaban "el hombre de los 36 oficios". Promovió el empleo del tiempo de ocio, organizó fiestas populares, creó una banda de música, y llegaron a cantar una misa de Mozart.
Sin saber medicina, cuidó a los enfermos mientras no hubo médico en Molokai. Se preocupó de mejorar la higiene. El rey David Kalakaua de Hawai invistió a Damián con el honor de Caballero Comandante de la Real Orden de Kalākaua (Knight Commander of the Royal Order of Kalākaua). Cuando su hermana y heredera, la princesa Lili’uokalani visitó el establecimiento para entregar la condecoración, las crónicas reflejan que se conmovió de tal manera, y sintió como si se le rompiera el corazón por lo que le resultó imposible leer su discurso. La princesa compartió esta experiencia con el mundo aclamando los esfuerzos del Padre Damián.
Damián, diez años después de su llegada contrajo la enfermedad que terminaría con su vida, ya que no tomaba ninguna precaución. Su heroísmo sorprendió al mundo entero y llevó a primer plano el drama de los leprosos.
Sufrió la incomprensión de su Congregación, que nunca aceptó su carácter ni sus acusaciones, además de la falta de un sacerdote que le hiciera compañía que pudiera celebrar con él la Eucaristía y que le pudiera confesar, en esta soledad, se agarró fuertemente a la voluntad de la Providencia encarnada en Cristo en la Eucaristía. Cuando fue enterrado se descubrió que las llagas de la lepra habían desaparecido milagrosamente.
Gandhi ofreció su propia defensa a la obra y el trabajo del Padre Damián. Gandhi declaró que Damián había sido una inspiración para sus campañas sociales en la India, logrando la libertad de su pueblo y asegurando la ayuda para con los necesitados. Gandhi escribió, "El mundo politizado y amarillista puede tener muy pocos héroes que se puedan comparar con el Padre Damián de Molokai. Es importante que se investiguen las fuentes de tal heroísmo". Cuando en 1959, Hawai llegó a ser el estado número 50 de la Unión Americana, los representantes del pueblo hawaiano escogieron a Damián para que su estatua les representara en el Capitolio de Washington. Bélgica, su país, lo proclamó, después de su beatificación, como el belga más grande de su historia. Fue canonizado por SS Benedicto XVI el 11 de octubre de 2009.
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