Virgen y mártir. No hay referencias a Santa Bárbara contenidas en las primeras autoridades históricas de la antigua cristiandad, ni tampoco aparece su nombre en la revisión del martirologio de San Jerónimo. La veneración a esta santa era común, aun así, desde el siglo VII. Alrededor de esta fecha existieron las legendarias Actas de su martirio, los cuales fueron incluidos en la colección de Simeón Metafrastes, y fueron usados asimismo por los autores (Ado, Usuardo, etc.) de los martirologios ampliados redactados durante el siglo IX en la Europa occidental. De acuerdo a estas narrativas, las cuales eran esencialmente las mismas, Bárbara era la hija de un rico pagano llamado Dióscoro. Fue cuidadosamente protegida por su padre, quien la mantuvo encerrada en una torre, a fin de protegerla del mundo exterior. Una propuesta de matrimonio recibida a través de él fue rechazada por ella. Antes de partir en un viaje, su padre ordenó que se erigiera un baño para el uso de ella cerca de su casa, y durante su ausencia, Bárbara hizo poner en él tres ventanas, como un símbolo de la Santísima Trinidad, en vez de las dos planeadas originalmente. Cuando su padre regresó, ella se dio a conocer como cristiana; a partir de esto él la maltrató y la arrastró hasta el prefecto de la provincia, Martiniano, quien la hizo torturar cruelmente, y finalmente la condenó a muerte por decapitación. Su mismo padre ejecutó la sentencia, pero en castigo por esto, fue fulminado por un rayo en el camino a su casa, y su cuerpo fue consumido. Otra cristiana llamada Juliana sufrió la muerte de martirio junto con Bárbara. Un hombre piadoso llamado Valentín enterró los cuerpos de las santas; en esta tumba los enfermos eran sanados, y los peregrinos que iban a rezar recibían auxilio y consolación. El emperador en cuyo reino se ubica el martirio es a veces llamado Maximino y a veces Maximiano; debido al carácter puramente legendario de los relatos del martirio, no hay una buena base para las investigaciones hechas en una fecha anterior a fin de confirmar si era Maximino I (235-238) o Maximino Daza (de las persecuciones dioclecianas).
Las tradiciones varían en cuanto al lugar del martirio, existiendo dos opiniones: Simeón Metafrastes y la leyenda latina dada por Mombrito hacen de Heliópolis, en Egipto, el sitio del martirio, mientras que otros relatos, a los cuales Baronio da más peso, afirman que es Nicomedia. En la Martyrologium Romanum parvum (alrededor de 700), el martirologio más antiguo de la Iglesia latina en el cual su nombre aparece, dice: "In Tuscia Barbarae virginis et martyris", una afirmación repetida por Ado y otros, mientras que en aumentos posteriores de los martirologios de San Jerónimo y Bede, dice "Romae Barbarae virginis" o "apud Antiochiam passio S. Barbarae virg". Estas diversas afirmaciones, de cualquier manera, prueban sólo las adaptaciones locales de la veneración de la mártir santa, de quien no hay una tradición histórica genuina. Es seguro que antes del siglo IX ella era públicamente venerada tanto en oriente como en occidente, y que era muy popular en el pueblo cristiano. La leyenda de que su padre fue fulminado por un rayo causó, probablemente, que fuera considerada por la gente común como la santa patrona en tiempos de peligro por las tormentas eléctricas y el fuego, y luego, por analogía, como la protectora de los artilleros y los mineros. También se le invoca como intercesora para asegurar el recibimiento de la Penitencia y la Sagrada Comunión en la hora de la muerte. Un suceso del año 1448 dio pie a la difusión de la veneración a esta santa. Un hombre llamado Enrique Kock estaba a punto de ser quemado en la hoguera en Gorkum; invocó a Santa Bárbara, a quien siempre le había tenido gran devoción. Ella le ayudó a escapar de la hoguera y lo mantuvo vivo hasta que pudo recibir los últimos sacramentos. Una circunstancia similar es relatada en una adición a la Legenda aurea. En los calendarios griegos y en los romanos de hoy en día, la fiesta de Santa Bárbara cae el 4 de diciembre, mientras que en los martirologios del siglo IX, a excepción de Rabano Mauro, la ubican el 16 de diciembre. Santa Bárbara ha sido frecuentemente representada en el arte, parada en una torre con tres ventanas, sosteniendo la palma de un mártir en su mano; a menudo también sostiene un cáliz y la hostia sacramental; a veces aparecen cañones cerca de ella.
Las tradiciones varían en cuanto al lugar del martirio, existiendo dos opiniones: Simeón Metafrastes y la leyenda latina dada por Mombrito hacen de Heliópolis, en Egipto, el sitio del martirio, mientras que otros relatos, a los cuales Baronio da más peso, afirman que es Nicomedia. En la Martyrologium Romanum parvum (alrededor de 700), el martirologio más antiguo de la Iglesia latina en el cual su nombre aparece, dice: "In Tuscia Barbarae virginis et martyris", una afirmación repetida por Ado y otros, mientras que en aumentos posteriores de los martirologios de San Jerónimo y Bede, dice "Romae Barbarae virginis" o "apud Antiochiam passio S. Barbarae virg". Estas diversas afirmaciones, de cualquier manera, prueban sólo las adaptaciones locales de la veneración de la mártir santa, de quien no hay una tradición histórica genuina. Es seguro que antes del siglo IX ella era públicamente venerada tanto en oriente como en occidente, y que era muy popular en el pueblo cristiano. La leyenda de que su padre fue fulminado por un rayo causó, probablemente, que fuera considerada por la gente común como la santa patrona en tiempos de peligro por las tormentas eléctricas y el fuego, y luego, por analogía, como la protectora de los artilleros y los mineros. También se le invoca como intercesora para asegurar el recibimiento de la Penitencia y la Sagrada Comunión en la hora de la muerte. Un suceso del año 1448 dio pie a la difusión de la veneración a esta santa. Un hombre llamado Enrique Kock estaba a punto de ser quemado en la hoguera en Gorkum; invocó a Santa Bárbara, a quien siempre le había tenido gran devoción. Ella le ayudó a escapar de la hoguera y lo mantuvo vivo hasta que pudo recibir los últimos sacramentos. Una circunstancia similar es relatada en una adición a la Legenda aurea. En los calendarios griegos y en los romanos de hoy en día, la fiesta de Santa Bárbara cae el 4 de diciembre, mientras que en los martirologios del siglo IX, a excepción de Rabano Mauro, la ubican el 16 de diciembre. Santa Bárbara ha sido frecuentemente representada en el arte, parada en una torre con tres ventanas, sosteniendo la palma de un mártir en su mano; a menudo también sostiene un cáliz y la hostia sacramental; a veces aparecen cañones cerca de ella.
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