María Margarita Dufrost de La Jemmerais nació en Canadá en la provincia de Québec a Varennes, el 15 de octubre de 1701ñ fue bautizada al día siguiente. Era la mayor de la familia, estudió dos años en el convento de las Ursulinas de Québec donde floreció su bella inteligencia. A los veinte años al casarse con Francisco d'Youville se estableció en Ciudad-María (Montreal).
Viuda a los ocho años de matrimonio, la Señora d'Youville se consagró a la educación de sus hijos de los de los cuales dos fueron sacerdotes. Al mismo tiempo se dedicó a socorrer los menesterosos.
Su regularidad a asistir a misa y las frecuentes visitos a Jesús en el tabernáculo le daba fuerza para su ardua labor, que cumple siempre con un gran amor de Dios y del prójimo.
Con el tiempo otras personas se le unieron para ayudarla en su obra de caridad hacia los pobres. La primera necesitada es recibida en la vivienda hospitalaria donde el 21 de diciembre de 1737, Madre d'Youville y sus colaboradoras emprenden unánimemente el nuevo apostolado.
En 1747 la restauración del hospital general de los hermanos Charron, para los desprovistos de vivienda es confiado a la Señora d'Youville en beneficio de toda clase de pobres: niños abandonados, huérfanos, ancianos, inválidos, enfermos.
Modelo de todas la virtudes esta incomparable madre de los pobres trabaja sin cesar en medio del su pequeña familia religiosa. Su fe, su amor excepcional de la cruz y su confianza sin límites en la divina providencia se expresaba con cantos de acciones de gracia en medio de las más grandes pruebas de la vida.
Delante del hospital general de Montreal hecho ruinas por un fuego, al igual que el santo hombre Job, la Madre d'Youville encontrar la fuerza para repetir el acto sublime de una heroica resignación: «El Señor todo me ha quitado; todo es permitido por Su voluntad». Y agrega con una voz firme: «Mis hijos entonemos el himno de Acción de Gracias (Te Deum) en reconocimiento por la gran gracia que Dios os ha otorgado».
La que tanto amó a Jesús representado en los pobres, madre fundadora de la Hermanas Grises expiró dejando a sus hijas estas conmovedoras palabras: «Cuan feliz sería, si me viera en el cielo con todas mis hermanas».
El día de su muerte el 23 de diciembre de 1771 Dios inmortalizó visiblemente el amor que su servidora profesó por la cruz, haciendo aparecer una gran cruz toda iluminada encima del hospital general.
El bien inmenso que Santa Margarita d'Youville ha realizado y perpetua por medio de su congregación desde más de doscientos años nos muestra la gran santidad de esa mujer admirable.
Beatificada el 3 de mayo por el Papa Juan XXIII, Madre d'Youville fue canonizada por Gregorio XVII el 1ro de enero de 1975. Es la primera Santa canadiense elevada a los altares.
Viuda a los ocho años de matrimonio, la Señora d'Youville se consagró a la educación de sus hijos de los de los cuales dos fueron sacerdotes. Al mismo tiempo se dedicó a socorrer los menesterosos.
Su regularidad a asistir a misa y las frecuentes visitos a Jesús en el tabernáculo le daba fuerza para su ardua labor, que cumple siempre con un gran amor de Dios y del prójimo.
Con el tiempo otras personas se le unieron para ayudarla en su obra de caridad hacia los pobres. La primera necesitada es recibida en la vivienda hospitalaria donde el 21 de diciembre de 1737, Madre d'Youville y sus colaboradoras emprenden unánimemente el nuevo apostolado.
En 1747 la restauración del hospital general de los hermanos Charron, para los desprovistos de vivienda es confiado a la Señora d'Youville en beneficio de toda clase de pobres: niños abandonados, huérfanos, ancianos, inválidos, enfermos.
Modelo de todas la virtudes esta incomparable madre de los pobres trabaja sin cesar en medio del su pequeña familia religiosa. Su fe, su amor excepcional de la cruz y su confianza sin límites en la divina providencia se expresaba con cantos de acciones de gracia en medio de las más grandes pruebas de la vida.
Delante del hospital general de Montreal hecho ruinas por un fuego, al igual que el santo hombre Job, la Madre d'Youville encontrar la fuerza para repetir el acto sublime de una heroica resignación: «El Señor todo me ha quitado; todo es permitido por Su voluntad». Y agrega con una voz firme: «Mis hijos entonemos el himno de Acción de Gracias (Te Deum) en reconocimiento por la gran gracia que Dios os ha otorgado».
La que tanto amó a Jesús representado en los pobres, madre fundadora de la Hermanas Grises expiró dejando a sus hijas estas conmovedoras palabras: «Cuan feliz sería, si me viera en el cielo con todas mis hermanas».
El día de su muerte el 23 de diciembre de 1771 Dios inmortalizó visiblemente el amor que su servidora profesó por la cruz, haciendo aparecer una gran cruz toda iluminada encima del hospital general.
El bien inmenso que Santa Margarita d'Youville ha realizado y perpetua por medio de su congregación desde más de doscientos años nos muestra la gran santidad de esa mujer admirable.
Beatificada el 3 de mayo por el Papa Juan XXIII, Madre d'Youville fue canonizada por Gregorio XVII el 1ro de enero de 1975. Es la primera Santa canadiense elevada a los altares.
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