Hija de Verdan y tataranieta de san Isaac “el Grande”, fue llamada Vardeni (Rosa) por sus padres y luego Susanik (Lirio). De sus padres heredó una profunda piedad; se casó con Vasken, gobernador de la Georgia armenia e hijo de Asusa, que tenía un carácter perverso. Vasken renegó de la fe cristiana cuando se encontró con el rey persa y tomó una segunda esposa (la madre de la reina persa) y se empeñó en convertir a la fe de los persas a sus hijos y a su mujer Susana.
Susana cuando supo todo esto, tomó a sus hijos y se marchó a una iglesia donde, después de llorar, encomendó al Señor a sus hijos y en lugar de regresar a su casa, se fue a vivir a una caseta que estaba junto a la iglesia. Cuando el marido vio que no había regresado a su casa, llamó al obispo y a un sacerdote a los que les dio un mensaje para su esposa en la que le pedía que regresase y la colmaría de más gloria y riquezas. Susana cuando recibió el mensaje, reprendió al obispo, pero éste le pidió que retornase, ya que el príncipe montaría en cólera contra los cristianos y su regreso podría calmarlo. Susana aceptó pero no participó en el banquete que le habían preparado por su regreso. Ante este rechazo, su marido la llevó por la fuerza a la sala y la golpeó con tanta fuerza que creyó que la había matado. Pero al día siguiente al saber que todavía estaba viva, ordenó que se la encarcelara con cadenas en las manos, los pies y el cuello. En esta situación Susana estuvo seis años. Mientras tanto supo que sus tres hijos habían sido asesinados en una emboscada, y agradeció al Señor por haberlos salvado del marido renegado. Después de seis años de cárcel, pasados en mortificación y oración entre la admiración de los sacerdotes y los monjes, ella murió. Estuvieron presentes en su agonía el katholícos de Georgia, Samuel, el obispo de la ciudad, Jovhan con sus sacerdotes y diáconos, muchos magnates y damas de Georgia. Su festividad la celebra la Iglesia armenia.
Susana cuando supo todo esto, tomó a sus hijos y se marchó a una iglesia donde, después de llorar, encomendó al Señor a sus hijos y en lugar de regresar a su casa, se fue a vivir a una caseta que estaba junto a la iglesia. Cuando el marido vio que no había regresado a su casa, llamó al obispo y a un sacerdote a los que les dio un mensaje para su esposa en la que le pedía que regresase y la colmaría de más gloria y riquezas. Susana cuando recibió el mensaje, reprendió al obispo, pero éste le pidió que retornase, ya que el príncipe montaría en cólera contra los cristianos y su regreso podría calmarlo. Susana aceptó pero no participó en el banquete que le habían preparado por su regreso. Ante este rechazo, su marido la llevó por la fuerza a la sala y la golpeó con tanta fuerza que creyó que la había matado. Pero al día siguiente al saber que todavía estaba viva, ordenó que se la encarcelara con cadenas en las manos, los pies y el cuello. En esta situación Susana estuvo seis años. Mientras tanto supo que sus tres hijos habían sido asesinados en una emboscada, y agradeció al Señor por haberlos salvado del marido renegado. Después de seis años de cárcel, pasados en mortificación y oración entre la admiración de los sacerdotes y los monjes, ella murió. Estuvieron presentes en su agonía el katholícos de Georgia, Samuel, el obispo de la ciudad, Jovhan con sus sacerdotes y diáconos, muchos magnates y damas de Georgia. Su festividad la celebra la Iglesia armenia.
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