En Roma, santa María de Mattías, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas de la Adoración de la Preciosísima Sangre del Señor.
Nació en Vallecorsa (Frosinone-Italia), en el seno de una familia acomodada. En la adolescencia descubrió en ella una llamada especial para seguir de cerca a Cristo Crucificado, donándose a él en amor adorante. Cuanto tenía 17 años, san Gaspar del Búfalo predicó en su pueblo natal una misión popular y María vio cómo se transformaba su pueblo, con la conversión de muchas personas. En su interior surgió el deseo de contribuir, como este santo, con la conversión de muchas personas.
Bajo la guía de un compañero de san Gaspar, el venerable don Giovanni Merlini, en 1834 fundó la Congregación de las Religiosas Adoratrices de la Sangre de Cristo en Acuto. Además de promover la educación de las niñas, reunió a las madres y a las jóvenes para catequizarlas, impulsándolas a vivir cristianamente, enamoradas de Jesús. Muchos hombres, a los que no podía hablar (según costumbre de la época), acudieron espontáneamente a escucharla. A pesar de su carácter tímido e introvertido, el celo por la causa de Cristo la convirtió en una gran predicadora. Este celo arrastró a muchas jóvenes. Así pudo fundar cerca de 70 casas religiosas en Italia, Alemania e Inglaterra. Casi todas sus casas se abrieron en pequeñas aldeas abandonadas, a excepción de Roma, a donde fue llamada por el papa beato Pío IX para dirigir el Hospicio de San Luis y una escuela en Civitavecchia. Vivió toda su vida con el único deseo de agradar a Cristo, que le había robado el corazón desde su juventud. Siempre actuó en profunda comunión con la Iglesia y por amor a ella. Murió en Roma. Fue canonizada por SS Juan Pablo II el 18 de mayo de 2003.
Nació en Vallecorsa (Frosinone-Italia), en el seno de una familia acomodada. En la adolescencia descubrió en ella una llamada especial para seguir de cerca a Cristo Crucificado, donándose a él en amor adorante. Cuanto tenía 17 años, san Gaspar del Búfalo predicó en su pueblo natal una misión popular y María vio cómo se transformaba su pueblo, con la conversión de muchas personas. En su interior surgió el deseo de contribuir, como este santo, con la conversión de muchas personas.
Bajo la guía de un compañero de san Gaspar, el venerable don Giovanni Merlini, en 1834 fundó la Congregación de las Religiosas Adoratrices de la Sangre de Cristo en Acuto. Además de promover la educación de las niñas, reunió a las madres y a las jóvenes para catequizarlas, impulsándolas a vivir cristianamente, enamoradas de Jesús. Muchos hombres, a los que no podía hablar (según costumbre de la época), acudieron espontáneamente a escucharla. A pesar de su carácter tímido e introvertido, el celo por la causa de Cristo la convirtió en una gran predicadora. Este celo arrastró a muchas jóvenes. Así pudo fundar cerca de 70 casas religiosas en Italia, Alemania e Inglaterra. Casi todas sus casas se abrieron en pequeñas aldeas abandonadas, a excepción de Roma, a donde fue llamada por el papa beato Pío IX para dirigir el Hospicio de San Luis y una escuela en Civitavecchia. Vivió toda su vida con el único deseo de agradar a Cristo, que le había robado el corazón desde su juventud. Siempre actuó en profunda comunión con la Iglesia y por amor a ella. Murió en Roma. Fue canonizada por SS Juan Pablo II el 18 de mayo de 2003.
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