En Milán, de Lombardía, san Galdino, obispo, que trabajó en la restauración de la ciudad destruida por la guerra y, al finalizar un sermón contra los herejes, entregó su alma a Dios.
Nació en Milán; de la familia de la pequeña nobleza de los Scala. Después de recibir la ordenación sacerdotal fue canciller y archidiácono de la diócesis, durante el episcopado del obispo Hubert. En el 1161, fue exiliado, junto a su obispo, al acercarse el emperador Barbarroja, por su oposición a su política contra el papado. Él y su arzobispo se pusieron a favor del papa Alejandro III, elegido pontífice en el 1159 por una parte de los cardenales, mientras que los otros eligieron al filogermánico Octaviano de Monticelli con el nombre de Víctor VI. Esto supuso un cisma en la Iglesia: papa y antipapa. En Milán, Hubert excomulgó al emperador Federico como responsable del cisma. Por su fidelidad al Papa, Galdino, fue nombrado en 1165, cardenal presbítero de Santa Sabina y, como tal debía seguir al Papa en sus desplazamientos; en 1166 se encontraba con Hubert en Benevento, al lado de Alejandro III.
Durante esta estancia, Hubert murió, y el Papa nombró a Galdino su sucesor. Llegó a Lombardía clandestinamente, vestido de peregrino. Fue el primer arzobispo de Milán que fue cardenal. Regresó a la ciudad que había sido arrasada por el emperador en 1167 y se dedicó a su reconstrucción, tanto material, espiritual y moral. Durante cinco años, reorganizó la Iglesia lombarda, confirmándola en la fidelidad a Alejandro III, planificó el socorro para los pobres, que se habían multiplicado: aquellos de antes los de la reciente miseria, los encarcelados por deudas y los pobres vergonzantes. Puso en pie las estructuras fundamentales, le dijo a los administradores (lo hizo gravar en piedra): "vosotros estáis sólo para servir a los pobres". "Rescató el patrimonio de la Iglesia de las fauces de los desvalijadores", dice una de sus biografías. Restauró la catedral, ayudado por las mujeres milanesas que donaron las pocas joyas salvadas del saqueo de Barbarroja. Comenzó, desde el principio, a enseñar las oraciones, y los cantos dignos de Dios y de su pueblo. Predicó incansablemente. Favoreció, en 1168, la fundación de la nueva ciudad de Alessandria, en honor al papa. Se dedicó a las obras asistenciales de los más pobres con la renovación de los estatutos del hospital de Brolo, y distribuyó cotidianamente pan para los pobres y encarcelados. No gustaron algunos aspectos de su política eclesiástica claramente favorables a la nobleza. Murió después de haber pronunciado una homilía en la iglesia de Santa Tecla, contra la herejía cátara.
En este mismo año, la Liga Lombarda venció en la batalla de Legnano. El mismo Alejandro III lo proclamó santo. En el siglo XIX, Alessandro Manzoni, da su nombre al locuaz fraile de "Promessi sposi". En Milán, durante mucho tiempo, el pan de los pobres se llamó: "El pan de san Galdino". Copatrono de la ciudad de Milán.
Nació en Milán; de la familia de la pequeña nobleza de los Scala. Después de recibir la ordenación sacerdotal fue canciller y archidiácono de la diócesis, durante el episcopado del obispo Hubert. En el 1161, fue exiliado, junto a su obispo, al acercarse el emperador Barbarroja, por su oposición a su política contra el papado. Él y su arzobispo se pusieron a favor del papa Alejandro III, elegido pontífice en el 1159 por una parte de los cardenales, mientras que los otros eligieron al filogermánico Octaviano de Monticelli con el nombre de Víctor VI. Esto supuso un cisma en la Iglesia: papa y antipapa. En Milán, Hubert excomulgó al emperador Federico como responsable del cisma. Por su fidelidad al Papa, Galdino, fue nombrado en 1165, cardenal presbítero de Santa Sabina y, como tal debía seguir al Papa en sus desplazamientos; en 1166 se encontraba con Hubert en Benevento, al lado de Alejandro III.
Durante esta estancia, Hubert murió, y el Papa nombró a Galdino su sucesor. Llegó a Lombardía clandestinamente, vestido de peregrino. Fue el primer arzobispo de Milán que fue cardenal. Regresó a la ciudad que había sido arrasada por el emperador en 1167 y se dedicó a su reconstrucción, tanto material, espiritual y moral. Durante cinco años, reorganizó la Iglesia lombarda, confirmándola en la fidelidad a Alejandro III, planificó el socorro para los pobres, que se habían multiplicado: aquellos de antes los de la reciente miseria, los encarcelados por deudas y los pobres vergonzantes. Puso en pie las estructuras fundamentales, le dijo a los administradores (lo hizo gravar en piedra): "vosotros estáis sólo para servir a los pobres". "Rescató el patrimonio de la Iglesia de las fauces de los desvalijadores", dice una de sus biografías. Restauró la catedral, ayudado por las mujeres milanesas que donaron las pocas joyas salvadas del saqueo de Barbarroja. Comenzó, desde el principio, a enseñar las oraciones, y los cantos dignos de Dios y de su pueblo. Predicó incansablemente. Favoreció, en 1168, la fundación de la nueva ciudad de Alessandria, en honor al papa. Se dedicó a las obras asistenciales de los más pobres con la renovación de los estatutos del hospital de Brolo, y distribuyó cotidianamente pan para los pobres y encarcelados. No gustaron algunos aspectos de su política eclesiástica claramente favorables a la nobleza. Murió después de haber pronunciado una homilía en la iglesia de Santa Tecla, contra la herejía cátara.
En este mismo año, la Liga Lombarda venció en la batalla de Legnano. El mismo Alejandro III lo proclamó santo. En el siglo XIX, Alessandro Manzoni, da su nombre al locuaz fraile de "Promessi sposi". En Milán, durante mucho tiempo, el pan de los pobres se llamó: "El pan de san Galdino". Copatrono de la ciudad de Milán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario