Esta antigua y venerada imagen, a la que se rinde culto desde hace sólo unos años, en la catedral provisional de San Isidro, de Madrid, es considerada, no sin controversia, su Patrona.
La capital de España tiene una recia tradición mariana. En el siglo XVII, siendo ya una población importante, como atestiguan sus diez parroquias intramuros, su parroquia mayor llevaba ya el sencillo nombre de Santa María. En esta iglesia, demolida en 1869 y en vías de nueva construcción, futura y definitiva catedral, se ha rendido culto durante siglos a la venerada imagen de la Patrona, y no es por eso de extrañar que al cabo de los años, confundida la advocación primitiva con una devoción no menos antigua, haya venido a llamarse la parroquia Santa María la Real de Almudena. Tal vez por este motivo le fue dada a una parroquia de un suburbio, creada en 1940, el nombre de Santa María la Mayor, resucitando el viejo título de la iglesia matriz.
No podemos dejar de señalar como hecho curioso, el descubrimiento de otra antigua y venerable imagen, no por ello muy conocida de los madrileños. En el año 1624, con motivo de la proximidad del alumbramiento de la reina Doña Isabel de Borbón, se organizaron tan solemnes cultos en el templo de Santa María, que hubo necesidad de hacer obra y reforma en el altar mayor, retirándose algunas piezas del retablo y descubriéndose una imagen de la Santísima Virgen con su Hijo en los brazos, sentada, de rostro moreno y aguileño, cabellos largos, sujetos con una diadema, y en la mano un lirio, por lo que se la empezó a llamar por el nombre de Nuestra Señora de la Flor de Lis. Es muy probable que esta imagen, cuya fiesta se celebra el día 2 de febrero, que recibe culto en una capilla de la cripta de la basílica inconclusa que será en su día catedral de Madrid, sea la más primitiva representación madrileña de la Virgen Santísima que se conserva expuesta a la veneración del pueblo en la iglesia matriz.
La escasa repercusión de este hallazgo se explica fácilmente por la enorme devoción de que ya en aquella época gozaba la imagen de la Almudena. Se la rendía culto desde tiempo inmemorial, y una tradición constante y generalmente admitida la suponía milagrosamente encontrada a poco de la Reconquista. Sería, según algunos, anterior a la invasión musulmana, y como en tantos otros sitios de España se cuenta haber ocurrido, fue cuidadosamente escondida a la llegada de los mahometanos.
Se dice que en los primeros años de la Reconquista, conservado su recuerdo, se buscó incesantemente, sin conseguir hallarla, hasta que, organizándose grandes rogativas, la misma noche del día en que éstas se celebraron se derrumbó parte del cubo en que se escondía, dejándola al descubierto, comenzando en ese mismo momento una nueva y más esplendorosa época en la historia de su devoción.
Se supone que estos hechos ocurrieron el año 1085, y mientras existió la muralla madrileña se señalaba el lugar exacto de la aparición. Hoy, en el sitio más próximo a donde estuvo el cubo, el hecho es recordado por una lápida, en el muro que circunda al mediodía el emplazamiento de la nueva catedral.
En lo que no están tan de acuerdo los autores es en el origen del nombre. Para unos viene de almud, por una piedra de esta forma que allí existía. Para otros, de almudín o almudén, que es lo mismo que alholí o alhóndiga, edificio que allí cerca estaba. También podría ser su origen la almudaina o ciudadela en donde se veneró.
La imagen fue pronto trasladada, como hemos dicho, a la iglesia de Santa María, fabricándole un rico retablo.
San Isidro, el famoso labrador y más insigne santo del Madrid medieval, fue, según se cuenta en su vida, gran devoto de ella, así como su esposa, Santa María de la Cabeza. Cuéntese que por intercesión de la Santísima Virgen en esta venerable figura fue cómo un hijo de San Isidro se salvó de morir ahogado.
La Virgen de la Almudena fue invocada en las luchas que en los primeros años de la Reconquista hubieron de mantener los conquistadores castellanos contra almorávides y almohades, y en una y otra ocasión se pudo experimentar su patrocinio, así como en otros muchos sucesos particulares, siendo considerable el número de los milagros que se le atribuyen.
El concejo de la Villa hizo voto hacia 1438 de guardar su fiesta, ayunar la víspera y hacer procesión en la octava. A fines del siglo xvi empezó a usar esta imagen las armas de la Villa y en 1621, a 18 de diciembre, profesó ante ella el concejo el voto concepcionista. Por fin, en 1646, a 8 de septiembre, el municipio votó asistir perpetuamente, "para siempre jamás", a su festividad.
Efemérides reciente ha sido la coronación de la imagen, el 10 de noviembre de 1948.
Réstanos decir que la actual imagen, que forzosamente hemos de considerar más reciente, representa a la Santísima Virgen de pie, vestida, de cabellos rubios, el rostro y cuello despejados, y el Niño desnudo, graciosamente apoyado sobre su brazo izquierdo y sostenido por el derecho.
La capital de España tiene una recia tradición mariana. En el siglo XVII, siendo ya una población importante, como atestiguan sus diez parroquias intramuros, su parroquia mayor llevaba ya el sencillo nombre de Santa María. En esta iglesia, demolida en 1869 y en vías de nueva construcción, futura y definitiva catedral, se ha rendido culto durante siglos a la venerada imagen de la Patrona, y no es por eso de extrañar que al cabo de los años, confundida la advocación primitiva con una devoción no menos antigua, haya venido a llamarse la parroquia Santa María la Real de Almudena. Tal vez por este motivo le fue dada a una parroquia de un suburbio, creada en 1940, el nombre de Santa María la Mayor, resucitando el viejo título de la iglesia matriz.
No podemos dejar de señalar como hecho curioso, el descubrimiento de otra antigua y venerable imagen, no por ello muy conocida de los madrileños. En el año 1624, con motivo de la proximidad del alumbramiento de la reina Doña Isabel de Borbón, se organizaron tan solemnes cultos en el templo de Santa María, que hubo necesidad de hacer obra y reforma en el altar mayor, retirándose algunas piezas del retablo y descubriéndose una imagen de la Santísima Virgen con su Hijo en los brazos, sentada, de rostro moreno y aguileño, cabellos largos, sujetos con una diadema, y en la mano un lirio, por lo que se la empezó a llamar por el nombre de Nuestra Señora de la Flor de Lis. Es muy probable que esta imagen, cuya fiesta se celebra el día 2 de febrero, que recibe culto en una capilla de la cripta de la basílica inconclusa que será en su día catedral de Madrid, sea la más primitiva representación madrileña de la Virgen Santísima que se conserva expuesta a la veneración del pueblo en la iglesia matriz.
La escasa repercusión de este hallazgo se explica fácilmente por la enorme devoción de que ya en aquella época gozaba la imagen de la Almudena. Se la rendía culto desde tiempo inmemorial, y una tradición constante y generalmente admitida la suponía milagrosamente encontrada a poco de la Reconquista. Sería, según algunos, anterior a la invasión musulmana, y como en tantos otros sitios de España se cuenta haber ocurrido, fue cuidadosamente escondida a la llegada de los mahometanos.
Se dice que en los primeros años de la Reconquista, conservado su recuerdo, se buscó incesantemente, sin conseguir hallarla, hasta que, organizándose grandes rogativas, la misma noche del día en que éstas se celebraron se derrumbó parte del cubo en que se escondía, dejándola al descubierto, comenzando en ese mismo momento una nueva y más esplendorosa época en la historia de su devoción.
Se supone que estos hechos ocurrieron el año 1085, y mientras existió la muralla madrileña se señalaba el lugar exacto de la aparición. Hoy, en el sitio más próximo a donde estuvo el cubo, el hecho es recordado por una lápida, en el muro que circunda al mediodía el emplazamiento de la nueva catedral.
En lo que no están tan de acuerdo los autores es en el origen del nombre. Para unos viene de almud, por una piedra de esta forma que allí existía. Para otros, de almudín o almudén, que es lo mismo que alholí o alhóndiga, edificio que allí cerca estaba. También podría ser su origen la almudaina o ciudadela en donde se veneró.
La imagen fue pronto trasladada, como hemos dicho, a la iglesia de Santa María, fabricándole un rico retablo.
San Isidro, el famoso labrador y más insigne santo del Madrid medieval, fue, según se cuenta en su vida, gran devoto de ella, así como su esposa, Santa María de la Cabeza. Cuéntese que por intercesión de la Santísima Virgen en esta venerable figura fue cómo un hijo de San Isidro se salvó de morir ahogado.
La Virgen de la Almudena fue invocada en las luchas que en los primeros años de la Reconquista hubieron de mantener los conquistadores castellanos contra almorávides y almohades, y en una y otra ocasión se pudo experimentar su patrocinio, así como en otros muchos sucesos particulares, siendo considerable el número de los milagros que se le atribuyen.
El concejo de la Villa hizo voto hacia 1438 de guardar su fiesta, ayunar la víspera y hacer procesión en la octava. A fines del siglo xvi empezó a usar esta imagen las armas de la Villa y en 1621, a 18 de diciembre, profesó ante ella el concejo el voto concepcionista. Por fin, en 1646, a 8 de septiembre, el municipio votó asistir perpetuamente, "para siempre jamás", a su festividad.
Efemérides reciente ha sido la coronación de la imagen, el 10 de noviembre de 1948.
Réstanos decir que la actual imagen, que forzosamente hemos de considerar más reciente, representa a la Santísima Virgen de pie, vestida, de cabellos rubios, el rostro y cuello despejados, y el Niño desnudo, graciosamente apoyado sobre su brazo izquierdo y sostenido por el derecho.
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