Queridos hermanos: 
A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y participe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: 
Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. 
Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. 
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: 
- «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» 
Ellos contestaron: 
- «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» 
Él les preguntó: 
- «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: 
- «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» 
Jesús le respondió: 
- «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. » 
Palabra del Señor.



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