Hermanos míos, no juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. 
Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. 
Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo. » 
Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? 
Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman? 
Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre. 
Y, sin embargo, ¿no son los ricos los que os tratan con despotismo y los que os arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que denigran ese nombre tan hermoso que os impusieron? 
¿Cumplís la ley soberana que enuncia la Escritura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo?» Perfectamente. 
Pero, si mostráis favoritismos, cometéis un pecado y la ley prueba vuestro delito. 
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: 
-«Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas. » 
El les preguntó: 
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy?» 
Pedro le contestó: 
-«Tú eres el Mesías.» 
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. 
Y empezó a instruirlos: 
-«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» 
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: 
-«¡ Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! » 
Palabra del Señor.



No hay comentarios:
Publicar un comentario