Santo aragonés, jesuita, el más universal individuo de la familia aragonesa de los Pignatelli-Moncayo. Su padre, Antonio Pignatelli, era príncipe del Sacro Imperio Romano. Su madre, Francisca Moncayo y Fernández de Heredia, hija del conde de Fuentes, era descendiente de Hernán Cortés.
Su casa, desaparecida, se hallaba en el Coso, frente a la calle de Alfonso I y El Pilar. Fue bautizado en la parroquia de San Gil y se le impusieron veintiún nombres. Nació el séptimo de ocho hermanos, entre los que sobresalieron Joaquín, conde de Fuentes, embajador de España en Roma, París y Londres, y Ramón, fundador de la casa de la Misericordia de Zaragoza y «primer promotor» del canal imperial de Aragón.
Viaja a Italia (1744) a los seis años, dos después de la muerte de su madre. Su padre murió en 1746. Permaneció en Nápoles con su hermano Joaquín hasta 1749, en que vuelve a Zaragoza. Estudia Humanidades en el colegio de los jesuitas, e ingresa en el noviciado de la Compañía de Jesús, en Tarragona, el 8-V-1753. Reside como escolar en Calatayud de 1756 a 1759. Celebra su primera misa en Zaragoza el 27-XII-1762.
Durante los cinco años siguientes profesó fundamentalmente, en el colegio, lenguas clásicas y orientales, aunque había pedido insistentemente las misiones de ultramar.
A las cinco de la mañana del día 3-IV-1767 se intimó a todos los jesuitas españoles el decreto de expulsión de Carlos III. Y el día 4 partían en carretas los de Zaragoza, por la puerta de los Mártires, para Salou. Los días 21, 22 y 23 del mismo mes, 570 jesuitas de la provincia de Aragón comenzaron, en trece naves, un penoso viaje a Mallorca, Menorca, Civitavecchia, Córcega (Bastia, Ajaccio, Bonifacio), para llegar a Génova el 20-IX-1768, e ir a residir finalmente en Ferrara. En 1771 hizo Pignatelli su profesión solemne en la orden. Y el 21-VII-1773, junto con veintitrés mil jesuitas más, dejaba de pertenecer a la Compañía de Jesús, extinguida por el breve pontificio de Clemente XIII. El mismo breve prohibía a los jesuitas el ejercicio de cualquier apostolado.
Desde entonces hasta su muerte, Pignatelli sólo vivió para la oración, el estudio, la ayuda de sus hermanos de orden indigentes y la preparación y la esperanza de la resurrección de la Compañía, al frustrársele su reingreso en la Rusia Blanca de Catalina II. El padre José había de ser el auténtico lazo entre la Compañía desaparecida y la renacida. Pío VI le autorizó la apertura de un noviciado (1799) en Colorno. En mayo de 1803, Pignatelli fue nombrado provincial de los jesuitas de Italia. Y Pío VII, en 1806, les concedió volver al Colegio Romano. La Compañía de Jesús estaba renaciendo por obra de José de Pignatelli.
Fue una personalidad de voluntad férrea, aunque su salud fue siempre muy débil. Poseyó una cultura vastísima. Vivió intensamente su época -el Despotismo ilustrado, la Enciclopedia, los Sitios de Zaragoza, la obra de Goya -. Su obra no quedó escrita porque se orientó directamente al socorro material de los expulsos necesitados y al mecenazgo y promoción de las prestigiosas academias italianas de los ex jesuitas.
Fue beatificado (21-V-1933) y canonizado (12-VI-1954) por el papa Pío XII. El recuerdo de José de Pignatelli se perpetúa hoy en Zaragoza en el Centro que lleva su nombre.
Su casa, desaparecida, se hallaba en el Coso, frente a la calle de Alfonso I y El Pilar. Fue bautizado en la parroquia de San Gil y se le impusieron veintiún nombres. Nació el séptimo de ocho hermanos, entre los que sobresalieron Joaquín, conde de Fuentes, embajador de España en Roma, París y Londres, y Ramón, fundador de la casa de la Misericordia de Zaragoza y «primer promotor» del canal imperial de Aragón.
Viaja a Italia (1744) a los seis años, dos después de la muerte de su madre. Su padre murió en 1746. Permaneció en Nápoles con su hermano Joaquín hasta 1749, en que vuelve a Zaragoza. Estudia Humanidades en el colegio de los jesuitas, e ingresa en el noviciado de la Compañía de Jesús, en Tarragona, el 8-V-1753. Reside como escolar en Calatayud de 1756 a 1759. Celebra su primera misa en Zaragoza el 27-XII-1762.
Durante los cinco años siguientes profesó fundamentalmente, en el colegio, lenguas clásicas y orientales, aunque había pedido insistentemente las misiones de ultramar.
A las cinco de la mañana del día 3-IV-1767 se intimó a todos los jesuitas españoles el decreto de expulsión de Carlos III. Y el día 4 partían en carretas los de Zaragoza, por la puerta de los Mártires, para Salou. Los días 21, 22 y 23 del mismo mes, 570 jesuitas de la provincia de Aragón comenzaron, en trece naves, un penoso viaje a Mallorca, Menorca, Civitavecchia, Córcega (Bastia, Ajaccio, Bonifacio), para llegar a Génova el 20-IX-1768, e ir a residir finalmente en Ferrara. En 1771 hizo Pignatelli su profesión solemne en la orden. Y el 21-VII-1773, junto con veintitrés mil jesuitas más, dejaba de pertenecer a la Compañía de Jesús, extinguida por el breve pontificio de Clemente XIII. El mismo breve prohibía a los jesuitas el ejercicio de cualquier apostolado.
Desde entonces hasta su muerte, Pignatelli sólo vivió para la oración, el estudio, la ayuda de sus hermanos de orden indigentes y la preparación y la esperanza de la resurrección de la Compañía, al frustrársele su reingreso en la Rusia Blanca de Catalina II. El padre José había de ser el auténtico lazo entre la Compañía desaparecida y la renacida. Pío VI le autorizó la apertura de un noviciado (1799) en Colorno. En mayo de 1803, Pignatelli fue nombrado provincial de los jesuitas de Italia. Y Pío VII, en 1806, les concedió volver al Colegio Romano. La Compañía de Jesús estaba renaciendo por obra de José de Pignatelli.
Fue una personalidad de voluntad férrea, aunque su salud fue siempre muy débil. Poseyó una cultura vastísima. Vivió intensamente su época -el Despotismo ilustrado, la Enciclopedia, los Sitios de Zaragoza, la obra de Goya -. Su obra no quedó escrita porque se orientó directamente al socorro material de los expulsos necesitados y al mecenazgo y promoción de las prestigiosas academias italianas de los ex jesuitas.
Fue beatificado (21-V-1933) y canonizado (12-VI-1954) por el papa Pío XII. El recuerdo de José de Pignatelli se perpetúa hoy en Zaragoza en el Centro que lleva su nombre.
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