En la historia de la Iglesia se conocen tres homónimos saboyanos, conocidos como Pedro de Tarantasia, y los tres han subido a los altares. El más importante, aunque el último en el tiempo, fue el papa beato Inocencio V, que su nombre en el siglo era Pedro de Tarantasia, y que fue Papa durante 4 meses en el año 1276 y su festividad es el 23 de junio. Los otros dos fueron arzobispos de Tarantasia, en Saboya, con la sede episcopal en la antigua ciudad de Moutiers.
El primero en orden temporal, es el que celebramos hoy, el beato Pedro I. Fue uno de los primeros monjes cistercienses y tuvo amistad con santos Esteban Harding, Roberto de Molesmes y Bernardo de Claraval. En 1113, fundó la abadía de La Ferté, de la que fue prior y abad. Luego se trasladó al Piamonte italiano donde fundó dos monasterios sufragáneos de la abadía de La Ferté, uno en Tiglieto, en la diócesis de Acqui, en 1120, y el otro en Lucedio, en la diócesis de Vercelli, cuatro años después.
Poco tiempo después, marchó al valle del Isère, donde está Tarantasia, de cuya diócesis fue nombrado arzobispo. Fue el primer cisterciense en recibir la consagración episcopal. En su arzobispado tenía las diócesis de Aosta y Sión. En esta misión, nuestro beato no dejó su innata sencillez de vida, continuando en su observancia de la regla cisterciense, caracterizada de ayunos y largas vigilias de oración.
En 1130 tomó parte en el concilio de Etampes, firmando su fidelidad al papa Inocencio II, excomulgando así al antipapa Anacleto. Dos años después fundó la abadía de Tamié, y nombró abad al que luego sería su sucesor en el episcopado san Pedro II de Tarantasia. Nuestro beato introdujo en su diócesis la Congregación de los Canónigos Regulares, que más tarde serían los agustinos.
Murió en 1140 y recibió digna sepultura en la catedral de Moutiers. En 1636, se realizó un reconocimiento de sus reliquias, pero luego, por desgracia, fueron dispersadas durante la Revolución francesa.
El primero en orden temporal, es el que celebramos hoy, el beato Pedro I. Fue uno de los primeros monjes cistercienses y tuvo amistad con santos Esteban Harding, Roberto de Molesmes y Bernardo de Claraval. En 1113, fundó la abadía de La Ferté, de la que fue prior y abad. Luego se trasladó al Piamonte italiano donde fundó dos monasterios sufragáneos de la abadía de La Ferté, uno en Tiglieto, en la diócesis de Acqui, en 1120, y el otro en Lucedio, en la diócesis de Vercelli, cuatro años después.
Poco tiempo después, marchó al valle del Isère, donde está Tarantasia, de cuya diócesis fue nombrado arzobispo. Fue el primer cisterciense en recibir la consagración episcopal. En su arzobispado tenía las diócesis de Aosta y Sión. En esta misión, nuestro beato no dejó su innata sencillez de vida, continuando en su observancia de la regla cisterciense, caracterizada de ayunos y largas vigilias de oración.
En 1130 tomó parte en el concilio de Etampes, firmando su fidelidad al papa Inocencio II, excomulgando así al antipapa Anacleto. Dos años después fundó la abadía de Tamié, y nombró abad al que luego sería su sucesor en el episcopado san Pedro II de Tarantasia. Nuestro beato introdujo en su diócesis la Congregación de los Canónigos Regulares, que más tarde serían los agustinos.
Murió en 1140 y recibió digna sepultura en la catedral de Moutiers. En 1636, se realizó un reconocimiento de sus reliquias, pero luego, por desgracia, fueron dispersadas durante la Revolución francesa.
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