Los Hermanos de las Escuelas Cristianas son hoy en la Iglesia una de las Congregaciones religiosas que más trabajan en el campo de la educación de la juventud, y asimismo se cuenta entre las más numerosas. Este fue el fruto más sazonado de Juan Bautista de La Salle. Desde siempre fue el "Dejad que los niños vengan a Mí", de Jesús, lo que llenaba el corazón de nuestro Santo.
Nació el 1651 en Reims, sus padres se llamaron Luis y Nicolette. Él fue el primogénito de siete hermanos. Su padre fue un alto dignatario y muy buen cristiano, pero quien mayor impronta dejó en su alma fue, sin duda alguna, su santa madre.
La naturaleza le adornó de las más envidiables cualidades y él supo trabajar con ellas hasta que maduró en la viña del Señor y en ella produjo sazonados frutos. Desde muy niño sintió inclinación hacia el sacerdocio cosa que no obstaculizaron sus cristianos padres, más aún, lo vieron como una gracia que el Señor derramaba sobre su familia.
Cursando todavía sus estudios en el Seminario de San Sulpicio, cuando no contaba más que quince años, el día 17 de enero de 1667, fue nombrado canónigo de la catedral de Reims. Hubo una gran fiesta. Desde ahora un jovencito bien apuesto se sentaría en el coro entre los ya maduros Monseñores para cantar las alabanzas al Señor.
Se conservan varios retratos de la época que reflejan bien cómo era el joven canónigo La Salle: Tiene aire de seriedad y nobleza; mirada profundo; boca bien formada y enérgica; amplia melena negra, partida con gran elegancia en dos; vestido con bonita sobrepelliz, Bonete, etc... Sus rezos corales los alterna con sus estudios a los que se entrega de lleno para su más digna formación sacerdotal. Unos y otros canónigos y compañeros de Seminario, guardarán con cariño y para siempre el recuerdo de la bondad y toda la gama de virtudes que adornan a su joven compañero.
Todo iba viento en popa cuando llegó la primera y más dura prueba que mucho le ayudará a madurar en el sacrificio y disciplina. En poco tiempo mueren su padre y su madre, y él, como hermano mayor, se ve obligado a abandonar su vida de seminario y volver al hogar familiar para tomar las riendas de la casa. Durante este tiempo se entrega totalmente al servicio de sus hermanos y a la custodia del patrimonio familiar. Es modelo para todos. Todos le obedecen y siguen sus orientaciones. Aquello marcha bien. El fruto más copioso será que la mitad de sus hermanos abrazarán la vida religiosa como él, arrastrados, sin duda, por su ejemplo.
Terminada su misión entre los suyos, la vocación sacerdotal, que nunca se alejó de su corazón, sigue adelante y ve cumplidos sus ardientes deseos de ordenarse sacerdote, cosa que hace el día 9 de abril de 1678.
La Divina Providencia seguía dirigiendo los pasos de Juan Bautista. A los diecisiete días de ordenarse sacerdote murió su santo confesor, D. Nicolás Roland, que llevaba dos importantes obras entre manos. De ambas le encargó como heredero a De La Salle. Una era una especie de Congregación femenina con varios colegios de niños. Esto, educar a los niños, enseñarles el catecismo, era lo que más le salía del corazón y lo que había ejercido en diversas épocas de su vida... Esta fue la raíz de su gran Obra: La fundación de los Hermanos de las ESCUELAS CRISTIANAS... No le faltaron calumnias, persecuciones... pero en la Eucaristía, en la vida de piedad, en su gran amor a la Virgen María y en su vida de rigurosa penitencia encontró la ayuda necesaria para salir victorioso de los ataques del demonio y de los hombres.
Se preparó lo mejor que pudo para morir después de la vida tan santa que había llevado, y al recibir a Jesús, dijo: "Adoro en todas las cosas la voluntad de Dios". Era el 7 de abril de 1719. El 1900 era canonizado.
Nació el 1651 en Reims, sus padres se llamaron Luis y Nicolette. Él fue el primogénito de siete hermanos. Su padre fue un alto dignatario y muy buen cristiano, pero quien mayor impronta dejó en su alma fue, sin duda alguna, su santa madre.
La naturaleza le adornó de las más envidiables cualidades y él supo trabajar con ellas hasta que maduró en la viña del Señor y en ella produjo sazonados frutos. Desde muy niño sintió inclinación hacia el sacerdocio cosa que no obstaculizaron sus cristianos padres, más aún, lo vieron como una gracia que el Señor derramaba sobre su familia.
Cursando todavía sus estudios en el Seminario de San Sulpicio, cuando no contaba más que quince años, el día 17 de enero de 1667, fue nombrado canónigo de la catedral de Reims. Hubo una gran fiesta. Desde ahora un jovencito bien apuesto se sentaría en el coro entre los ya maduros Monseñores para cantar las alabanzas al Señor.
Se conservan varios retratos de la época que reflejan bien cómo era el joven canónigo La Salle: Tiene aire de seriedad y nobleza; mirada profundo; boca bien formada y enérgica; amplia melena negra, partida con gran elegancia en dos; vestido con bonita sobrepelliz, Bonete, etc... Sus rezos corales los alterna con sus estudios a los que se entrega de lleno para su más digna formación sacerdotal. Unos y otros canónigos y compañeros de Seminario, guardarán con cariño y para siempre el recuerdo de la bondad y toda la gama de virtudes que adornan a su joven compañero.
Todo iba viento en popa cuando llegó la primera y más dura prueba que mucho le ayudará a madurar en el sacrificio y disciplina. En poco tiempo mueren su padre y su madre, y él, como hermano mayor, se ve obligado a abandonar su vida de seminario y volver al hogar familiar para tomar las riendas de la casa. Durante este tiempo se entrega totalmente al servicio de sus hermanos y a la custodia del patrimonio familiar. Es modelo para todos. Todos le obedecen y siguen sus orientaciones. Aquello marcha bien. El fruto más copioso será que la mitad de sus hermanos abrazarán la vida religiosa como él, arrastrados, sin duda, por su ejemplo.
Terminada su misión entre los suyos, la vocación sacerdotal, que nunca se alejó de su corazón, sigue adelante y ve cumplidos sus ardientes deseos de ordenarse sacerdote, cosa que hace el día 9 de abril de 1678.
La Divina Providencia seguía dirigiendo los pasos de Juan Bautista. A los diecisiete días de ordenarse sacerdote murió su santo confesor, D. Nicolás Roland, que llevaba dos importantes obras entre manos. De ambas le encargó como heredero a De La Salle. Una era una especie de Congregación femenina con varios colegios de niños. Esto, educar a los niños, enseñarles el catecismo, era lo que más le salía del corazón y lo que había ejercido en diversas épocas de su vida... Esta fue la raíz de su gran Obra: La fundación de los Hermanos de las ESCUELAS CRISTIANAS... No le faltaron calumnias, persecuciones... pero en la Eucaristía, en la vida de piedad, en su gran amor a la Virgen María y en su vida de rigurosa penitencia encontró la ayuda necesaria para salir victorioso de los ataques del demonio y de los hombres.
Se preparó lo mejor que pudo para morir después de la vida tan santa que había llevado, y al recibir a Jesús, dijo: "Adoro en todas las cosas la voluntad de Dios". Era el 7 de abril de 1719. El 1900 era canonizado.
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