En Modugno, cerca de Bari, en la Apulia, beato Conrado, que en Palestina llevó vida eremítica, habitando en una mísera cueva hasta la muerte.
Nació en Ravensburg, Suecia; era hijo de Enrique el Negro, duque de Baviera. Uno de sus abuelos fue san Conrado de Constanza. Al ser el menor de los hijos, fue educado en los estudios literarios, y destinado por sus padres a la carrera eclesiástica en Colonia con el fin de que sucediera al arzobispo Federico, su primo hermano. En este periodo el joven se significó como un hombre de virtud probada que suscitó la admiración del clero y del pueblo. Se educó en los estudios superiores y en la disciplina eclesiástica, en Derecho canónico y civil. En estos años su ánimo se enfervorizó escuchando las predicaciones de Arnoldo, abad cisterciense de Morimond. Comprendió que su vocación era la monástica y, desilusionando a su familia, abandonó los honores de su rango y abrazó, todavía adolescente, la vida cisterciense en Morimond.
Poco tiempo después, Arnoldo inició una expedición a Tierra Santa con el fin de fundar un monasterio, pero tuvo la desaprobación de san Bernardo de Claraval, convencido de que en aquel momento Palestina necesitaba soldados y no monjes, y por ello san Bernardo trató de impedirla. Al inicio de 1125, Arnoldo murió de improviso y la empresa falló. Pero Conrado prosiguió solo su peregrinación. Antes de embarcarse se enfermó y encontró refugio en la comunidad benedictina de Santa María ad Cryptam en Modugno, diócesis de Bari. Vivió los últimos meses de su vida en una gruta que se encontraba junto a la capilla del monasterio, donde vivió como un monje eremita, orando, ayunando y durmiendo en el suelo. Suscitó una gran admiración entre las gentes del lugar. Su cuerpo fue inhumado en la capilla del monasterio y luego trasladado a la catedral de Molfetta de donde es patrón.
Otros estudiosos dicen que fue atraído por la fama de san Bernardo y marchó a Claraval, donde tomó el hábito cisterciense, obteniendo poco después el permiso para peregrinar a Tierra Santa y consagrarse a la vida eremítica. Allí estuvo durante algunos años en compañía de un viejo solitario, al que sirvió. Al aumentar el peligro del Islám a raíz de la II Cruzada y al saber que la salud de Bernardo declinaba, decidió volver a Claraval. Al llegar a Bari, después de una enfermedad, parece que ya había muerto san Bernardo, Conrado después de venerar el sepulcro de san Nicolás, se retiró al territorio de Modugno, donde vivió en una gruta y murió. Su culto fue confirmado el 6 de abril de 1832 por Gregorio XVI.
Nació en Ravensburg, Suecia; era hijo de Enrique el Negro, duque de Baviera. Uno de sus abuelos fue san Conrado de Constanza. Al ser el menor de los hijos, fue educado en los estudios literarios, y destinado por sus padres a la carrera eclesiástica en Colonia con el fin de que sucediera al arzobispo Federico, su primo hermano. En este periodo el joven se significó como un hombre de virtud probada que suscitó la admiración del clero y del pueblo. Se educó en los estudios superiores y en la disciplina eclesiástica, en Derecho canónico y civil. En estos años su ánimo se enfervorizó escuchando las predicaciones de Arnoldo, abad cisterciense de Morimond. Comprendió que su vocación era la monástica y, desilusionando a su familia, abandonó los honores de su rango y abrazó, todavía adolescente, la vida cisterciense en Morimond.
Poco tiempo después, Arnoldo inició una expedición a Tierra Santa con el fin de fundar un monasterio, pero tuvo la desaprobación de san Bernardo de Claraval, convencido de que en aquel momento Palestina necesitaba soldados y no monjes, y por ello san Bernardo trató de impedirla. Al inicio de 1125, Arnoldo murió de improviso y la empresa falló. Pero Conrado prosiguió solo su peregrinación. Antes de embarcarse se enfermó y encontró refugio en la comunidad benedictina de Santa María ad Cryptam en Modugno, diócesis de Bari. Vivió los últimos meses de su vida en una gruta que se encontraba junto a la capilla del monasterio, donde vivió como un monje eremita, orando, ayunando y durmiendo en el suelo. Suscitó una gran admiración entre las gentes del lugar. Su cuerpo fue inhumado en la capilla del monasterio y luego trasladado a la catedral de Molfetta de donde es patrón.
Otros estudiosos dicen que fue atraído por la fama de san Bernardo y marchó a Claraval, donde tomó el hábito cisterciense, obteniendo poco después el permiso para peregrinar a Tierra Santa y consagrarse a la vida eremítica. Allí estuvo durante algunos años en compañía de un viejo solitario, al que sirvió. Al aumentar el peligro del Islám a raíz de la II Cruzada y al saber que la salud de Bernardo declinaba, decidió volver a Claraval. Al llegar a Bari, después de una enfermedad, parece que ya había muerto san Bernardo, Conrado después de venerar el sepulcro de san Nicolás, se retiró al territorio de Modugno, donde vivió en una gruta y murió. Su culto fue confirmado el 6 de abril de 1832 por Gregorio XVI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario