En la isla de Lérins, en la Provenza, santos mártires Porcario, abad, y varios monjes, que, según la tradición, murieron a manos de los sarracenos
La famosa abadía de Lérins fue fundada por san Honorato de Lerins en el 410 en una isla de la costa de Provenza, que actualmente se llama Isla de San Honorato, frente a Cannes.
En el siglo VIII, en la Provenza se desató un lucha entre musulmanes, de España o del norte de África, llamados por el patricio Mauronto que se había rebelado contra el mayordomo de Austrasia, Carlos Martel, y habían invadido la Provenza. Carlos Martel pidió ayuda a los lombardos que también saquearon la región.
La comunidad estaba formada por más de 500 monjes, novicios, «alumnos» y familiares. Hacia el año 732, el abad Porcario recibió aviso de un ángel de que la abadía estaba amenazada por una invasión de bárbaros infieles que vendrían del otro lado del mar. La crónica medieval llama a los invasores «piratas sarracenos», que se adueñarían de la abadía y matarían a todos los monjes. Porcario embarcó inmediatamente rumbo a Italia a todos los alumnos que se educaban en el monasterio y a treinta y seis de los religiosos novicios y dieciseis alumnos, además de las reliquias conservadas en el monasterio, con el fin de que un día pudieran regresar y reconstruir la abadía. Después, reunió al resto de la comunidad y la exhortó a morir valientemente por la fe de Jesucristo.
Ante la noticia del abad Porcario, todos dijeron estar dispuestos a morir, excepto dos jóvenes monjes de nombre san Colombo y Eleuterio, que se escondieron en una gruta de la costa.
Los piratas desembarcaron, atacaron la abadía, y asesinaron a todos los monjes, excepto a cuatro, a quienes se llevaron como esclavos. Desde la caverna en la que se había escondido Colombo, asistió aterrorizado a la masacre de sus hermanos, viendo como sus almas subían al Cielo; preso de remordimientos y resistiendo al intento de retenerlo de Eleuterio, se presentó a los sarracenos que lo decapitaron enseguida, fue el último de los mártires.
La narración prosigue que los cuatro jóvenes monjes hechos prisioneros, consiguieron escaparse mientras estaban en el puerto de Agav, huyendo a través de los bosques hasta el pueblo de Ara Lucis (hoy Arluc), desde el que llegaron a Lerins, encontrándose a Eleuterio, que aterrorizado no había dejado su escondite.
Los cinco sepultaron en Lerins al abad y a cerca de 500 monjes ejecutados, después de terminar, se marcharon alcanzando a los novicios que se encontraban en Italia, fueron a Roma para contarle al Papa, la muerte de los monjes y la destrucción de la abadía. Veinte años después, todo el grupo regresó a Lerins, como había previsto el abad Porcario, reconstruyeron la abadía.
El Martirologio Romano menciona a san Porcario y a sus compañeros. La diócesis de Fréjus celebra su fiesta. Desde el punto de vista histórico, el relato ofrece muchas dificultades, ya que los mártires fueron víctimas de la lucha política entre musulmanes y francos, más que por motivos religiosos; pero en aquel periodo todos los hombres de iglesia, que morían de muerte violenta, eran considerados mártires.
La famosa abadía de Lérins fue fundada por san Honorato de Lerins en el 410 en una isla de la costa de Provenza, que actualmente se llama Isla de San Honorato, frente a Cannes.
En el siglo VIII, en la Provenza se desató un lucha entre musulmanes, de España o del norte de África, llamados por el patricio Mauronto que se había rebelado contra el mayordomo de Austrasia, Carlos Martel, y habían invadido la Provenza. Carlos Martel pidió ayuda a los lombardos que también saquearon la región.
La comunidad estaba formada por más de 500 monjes, novicios, «alumnos» y familiares. Hacia el año 732, el abad Porcario recibió aviso de un ángel de que la abadía estaba amenazada por una invasión de bárbaros infieles que vendrían del otro lado del mar. La crónica medieval llama a los invasores «piratas sarracenos», que se adueñarían de la abadía y matarían a todos los monjes. Porcario embarcó inmediatamente rumbo a Italia a todos los alumnos que se educaban en el monasterio y a treinta y seis de los religiosos novicios y dieciseis alumnos, además de las reliquias conservadas en el monasterio, con el fin de que un día pudieran regresar y reconstruir la abadía. Después, reunió al resto de la comunidad y la exhortó a morir valientemente por la fe de Jesucristo.
Ante la noticia del abad Porcario, todos dijeron estar dispuestos a morir, excepto dos jóvenes monjes de nombre san Colombo y Eleuterio, que se escondieron en una gruta de la costa.
Los piratas desembarcaron, atacaron la abadía, y asesinaron a todos los monjes, excepto a cuatro, a quienes se llevaron como esclavos. Desde la caverna en la que se había escondido Colombo, asistió aterrorizado a la masacre de sus hermanos, viendo como sus almas subían al Cielo; preso de remordimientos y resistiendo al intento de retenerlo de Eleuterio, se presentó a los sarracenos que lo decapitaron enseguida, fue el último de los mártires.
La narración prosigue que los cuatro jóvenes monjes hechos prisioneros, consiguieron escaparse mientras estaban en el puerto de Agav, huyendo a través de los bosques hasta el pueblo de Ara Lucis (hoy Arluc), desde el que llegaron a Lerins, encontrándose a Eleuterio, que aterrorizado no había dejado su escondite.
Los cinco sepultaron en Lerins al abad y a cerca de 500 monjes ejecutados, después de terminar, se marcharon alcanzando a los novicios que se encontraban en Italia, fueron a Roma para contarle al Papa, la muerte de los monjes y la destrucción de la abadía. Veinte años después, todo el grupo regresó a Lerins, como había previsto el abad Porcario, reconstruyeron la abadía.
El Martirologio Romano menciona a san Porcario y a sus compañeros. La diócesis de Fréjus celebra su fiesta. Desde el punto de vista histórico, el relato ofrece muchas dificultades, ya que los mártires fueron víctimas de la lucha política entre musulmanes y francos, más que por motivos religiosos; pero en aquel periodo todos los hombres de iglesia, que morían de muerte violenta, eran considerados mártires.
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