San Esteban, rey de Hungría, que, regenerado por el bautismo y habiendo recibido la corona real de manos del papa Silvestre II, veló por la propagación de la fe de Cristo entre los húngaros y puso en orden la Iglesia en su reino, dotándola de bienes y monasterios. Justo y pacífico en el gobierno de sus súbditos, murió en Alba Real (Székesfehérvár), en Hungría, el día de la Asunción, entrando su alma en el cielo.
Nació en Esztergom, Hungría. Se llamaba Vajk, y recibió una educación cristiana de su madre Sarolt y el ánimo de su padre el duque Geza, que aunque era pagano estaba bien dispuesto hacia la nueva religión, de manera que en el 972 fue bautizado por san Wolfgango, otros dicen que por san Adalberto de Praga. Eligió el nombre de Esteban al bautizarse en el 985. Se casó, en el 995, con santa Gisela de Baviera, hermana del rey san Enrique II. En el 997, fue elegido gobernarte de los magiares, con el título de duque y creó la nación de Hungría. En el año 1000 recibió del papa Silvestre II y con el beneplácito del emperador Otón II, la corona, la cruz procesional y los poderes para crear obispados y nombrar dignatarios eclesiásticos; en la Navidad de ese mismo año fue consagrado y coronado primer rey de Hungría.
Su inspirador y educador fue san Adalberto de Praga, mientras su colaborador más íntimo fue el monje húngaro, san Anastasio. Con su acción apostólica, hecha de persuasión, amor y no de violencia, atrajo hacia el cristianismo a su pueblo todavía pagano; aunque hay historiadores que afirman que obligó a su pueblo a la conversión con métodos que hoy no serían muy ortodoxos; aunque termino con los robos, asesinatos... escribió un código de leyes dedicado a su hijo san Emerico, que es un ejemplo de buen gobierno.
Gracias a sus numerosas victorias contra enemigos externos e internos, Esteban unió gradualmente a los magiares en una sola nación; organizó diócesis (la de Esztergom y Kalocsa), fundó abadías (entre ellas la abadía benedictina de Pannonhalma) y se rodeó de ilustres monjes extranjeros entre ellos san Gerardo Sagredo, abad de San Giorgo en Venecia, que fue el preceptor de su hijo san Emerico que murió en su juventud en una accidente de caza. Para Emerico, escribió: "La práctica de la oración es la garantía de la salud del reino. No te olvides nunca de repetir: envía, Señor, tu sabiduría para que viva conmigo, y trabaje conmigo y sepa en todo tiempo lo que es grato delante de Ti. Las obras de la piedad serán la base de tu felicidad. Sé paciente. Se fuerte. Se humilde. Se dulce. Se casto. Estas son las piedras preciosas de una corona real. Sin ellas perderás el reino de la tierra y no conseguirás tampoco aquel que no se acaba”. Consiguió conversión al cristianismo de Transilvania al vencer a su príncipe y, anexionó Bulgaria a la corona húngara.
Los últimos años de su vida estuvieron llenos de amarguras, pero a pesar de todo no dejó de ser bueno, misericordioso y pío. Escogió como patrona a la Virgen de la Asunción, a la que llamó "La Gran Dama de los Húngaros". Antes de morir quisieron asesinarlo, pero el sicario no lo consiguió, y Esteban le perdonó la vida, y le animó a que se reconciliase con Dios. Murió en Buda tras una larga enfermedad y fue enterrado en la catedral de Sthulweissenburg. Vivió siempre el lema que dejó en herencia a su hijo: “El rey que no escucha la voz de la misericordia, es un tirano”.
Cuarenta y cinco años después de su muerte, a pedido del rey san Ladislao de Hungría, el papa San Gregorio VII hizo trasladar sus reliquias a un santuario construido dentro de la gran iglesia de Nuestra Señora, en Buda y de este modo reconoció su santidad en 1086. Inocencio XI en 1686, fijó su fiesta para el 2 de septiembre, puesto que el emperador Leopoldo recuperó la ciudad de Buda de manos de los turcos en aquella fecha. Es el héroe nacional de Hungría.
Nació en Esztergom, Hungría. Se llamaba Vajk, y recibió una educación cristiana de su madre Sarolt y el ánimo de su padre el duque Geza, que aunque era pagano estaba bien dispuesto hacia la nueva religión, de manera que en el 972 fue bautizado por san Wolfgango, otros dicen que por san Adalberto de Praga. Eligió el nombre de Esteban al bautizarse en el 985. Se casó, en el 995, con santa Gisela de Baviera, hermana del rey san Enrique II. En el 997, fue elegido gobernarte de los magiares, con el título de duque y creó la nación de Hungría. En el año 1000 recibió del papa Silvestre II y con el beneplácito del emperador Otón II, la corona, la cruz procesional y los poderes para crear obispados y nombrar dignatarios eclesiásticos; en la Navidad de ese mismo año fue consagrado y coronado primer rey de Hungría.
Su inspirador y educador fue san Adalberto de Praga, mientras su colaborador más íntimo fue el monje húngaro, san Anastasio. Con su acción apostólica, hecha de persuasión, amor y no de violencia, atrajo hacia el cristianismo a su pueblo todavía pagano; aunque hay historiadores que afirman que obligó a su pueblo a la conversión con métodos que hoy no serían muy ortodoxos; aunque termino con los robos, asesinatos... escribió un código de leyes dedicado a su hijo san Emerico, que es un ejemplo de buen gobierno.
Gracias a sus numerosas victorias contra enemigos externos e internos, Esteban unió gradualmente a los magiares en una sola nación; organizó diócesis (la de Esztergom y Kalocsa), fundó abadías (entre ellas la abadía benedictina de Pannonhalma) y se rodeó de ilustres monjes extranjeros entre ellos san Gerardo Sagredo, abad de San Giorgo en Venecia, que fue el preceptor de su hijo san Emerico que murió en su juventud en una accidente de caza. Para Emerico, escribió: "La práctica de la oración es la garantía de la salud del reino. No te olvides nunca de repetir: envía, Señor, tu sabiduría para que viva conmigo, y trabaje conmigo y sepa en todo tiempo lo que es grato delante de Ti. Las obras de la piedad serán la base de tu felicidad. Sé paciente. Se fuerte. Se humilde. Se dulce. Se casto. Estas son las piedras preciosas de una corona real. Sin ellas perderás el reino de la tierra y no conseguirás tampoco aquel que no se acaba”. Consiguió conversión al cristianismo de Transilvania al vencer a su príncipe y, anexionó Bulgaria a la corona húngara.
Los últimos años de su vida estuvieron llenos de amarguras, pero a pesar de todo no dejó de ser bueno, misericordioso y pío. Escogió como patrona a la Virgen de la Asunción, a la que llamó "La Gran Dama de los Húngaros". Antes de morir quisieron asesinarlo, pero el sicario no lo consiguió, y Esteban le perdonó la vida, y le animó a que se reconciliase con Dios. Murió en Buda tras una larga enfermedad y fue enterrado en la catedral de Sthulweissenburg. Vivió siempre el lema que dejó en herencia a su hijo: “El rey que no escucha la voz de la misericordia, es un tirano”.
Cuarenta y cinco años después de su muerte, a pedido del rey san Ladislao de Hungría, el papa San Gregorio VII hizo trasladar sus reliquias a un santuario construido dentro de la gran iglesia de Nuestra Señora, en Buda y de este modo reconoció su santidad en 1086. Inocencio XI en 1686, fijó su fiesta para el 2 de septiembre, puesto que el emperador Leopoldo recuperó la ciudad de Buda de manos de los turcos en aquella fecha. Es el héroe nacional de Hungría.
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