En Valdemoro, cerca de Madrid, en España, beato Francisco Arias Martín, presbítero y mártir, que siendo novicio en la Orden de San Juan de Dios, en corto tiempo, durante la persecución religiosa recorrió el camino de la perfección.
Natural de Granada. Se había educado en las Escuelas del Ave María del famoso Padre Manjón. Fue ordenado sacerdote diocesano en 1909. Primero fue destinado como capellán de religiosas en la capital granadina, pasando luego como coadjutor en Algarinejo y en Loja. Fue un buen sacerdote, celoso de la atención a los enfermos y de la caridad con los más pobres.
Fue trasladado como coadjutor de la parroquia de San Nicolás de Granada, hasta que en 1932 fue incendiada y estuvo a punto de morir abrasado. Con este motivo los Hermanos de San Juan de Dios, que regentaban el hospital de San Rafael, lo acogieron y se quedó con ellos viviendo su estilo de vida, esto le movió a pedir el ingreso en la Orden, en la que ingresó en 1935. Hizo el noviciado en Ciempozuelos, en el manicomio de San José.
Cuando en 1936, la comunidad fue arrestada, Francisco huyó a la huerta y se refugió en una cavidad o gruta, donde permaneció dos días. Fue descubierto y detenido y dijo: “Mátenme cuanto antes, ¿para qué quiero vivir? Señor, ten misericordia de mi”.
Pero le permitieron lavarse y lo llevaron con sus otros hermanos. Pocos días después lo llevaron a la parroquia del pueblo convertida en cárcel. De allí lo sacaron junto con un enfermero del hospital, llamado Antonio Serrano, y los fusilaron en el km. 5 de la carretera de Torrejón, en el término municipal de Valdemoro.
Fue beatificado el 25 de octubre de 1992 por el papa Juan Pablo II en el grupo de 71 Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios.
Natural de Granada. Se había educado en las Escuelas del Ave María del famoso Padre Manjón. Fue ordenado sacerdote diocesano en 1909. Primero fue destinado como capellán de religiosas en la capital granadina, pasando luego como coadjutor en Algarinejo y en Loja. Fue un buen sacerdote, celoso de la atención a los enfermos y de la caridad con los más pobres.
Fue trasladado como coadjutor de la parroquia de San Nicolás de Granada, hasta que en 1932 fue incendiada y estuvo a punto de morir abrasado. Con este motivo los Hermanos de San Juan de Dios, que regentaban el hospital de San Rafael, lo acogieron y se quedó con ellos viviendo su estilo de vida, esto le movió a pedir el ingreso en la Orden, en la que ingresó en 1935. Hizo el noviciado en Ciempozuelos, en el manicomio de San José.
Cuando en 1936, la comunidad fue arrestada, Francisco huyó a la huerta y se refugió en una cavidad o gruta, donde permaneció dos días. Fue descubierto y detenido y dijo: “Mátenme cuanto antes, ¿para qué quiero vivir? Señor, ten misericordia de mi”.
Pero le permitieron lavarse y lo llevaron con sus otros hermanos. Pocos días después lo llevaron a la parroquia del pueblo convertida en cárcel. De allí lo sacaron junto con un enfermero del hospital, llamado Antonio Serrano, y los fusilaron en el km. 5 de la carretera de Torrejón, en el término municipal de Valdemoro.
Fue beatificado el 25 de octubre de 1992 por el papa Juan Pablo II en el grupo de 71 Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios.
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