Su nombre de pila es Juana Josefa Cipitria y Barriola, nació en un pequeño caserío llamado Berrospe, en la localidad de Adoain al nororiente de España, en la comunidad autónoma de País Vasco.
Siempre mostró una gran sensibilidad por las personas más necesitadas y abandonadas: “Su profunda experiencia del amor de Dios por cada una de sus criaturas la llevó a corresponder con generosidad y decisión”, dijo el papa Juan Pablo II durante la homilía de su beatificación, el 12 de mayo de 1996.
En 1868 Juana Josefa conoce al sacerdote jesuita Miguel José Herranz, quien la ilumina en la llamada a fundar una congregación que responda a los desafíos de la turbulenta sociedad de aquella época.
Así fue como en Salamanca, el 8 de diciembre de 1871, junto con otras cinco mujeres e inspirada en la espiritualidad ignaciana, Cándida María de la Cruz con 26 años, dio inicio a la Congregación con una Eucaristía celebrada en la iglesia de la Clerecía.
Juan Pablo II, recordó en su beatificación cómo la futura santa “plasmó su caridad hacia el prójimo en la fundación de la congregación de las Hijas de Jesús, con el carisma de la educación cristiana, de la infancia y de la juventud”.
Cándida María de Jesús siempre quiso brindar una gran atención hacia sus religiosas, a los beneficiarios de sus obras, a los sacerdotes, los alumnos y hacia los más necesitados. Dentro de sus alumnas estaba María Antonia Bandrés Elósegui quien un día le dijo “Tú serás Hija de Jesús”. Así fue. Maria Antonia fue beatificada por Juan Pablo II el mismo día que su fundadora.
Cándida María de Jesús alentaba constantemente a sus hijas por medio de sus escritos: “¡Qué bien debemos estar agradecidas por el grandísimo beneficio que nos hizo el Señor llamándonos a esta nuestra amada congregación para que seamos sus hijas y esposas queridas y salvemos muchas almas para el cielo!”, decía en una de sus cartas.
En poco tiempo la congregación se expandió a lo largo de España y abriendo escuelas en Peñaranda de Bracamonte, Arévalo, Tolosa, Segovia, Medina del Campo, entre otras localidades.
En 1911 el primer grupo de las Hijas de Jesús partieron hacia Brasil, donde se realizó la primera fundación fuera de España.
Hoy están presentes en ocho países de América Latina (Cuba, República Dominicana, Colombia, Venezuela, Bolivia, Brasil, Uruguay, Argentina), dos naciones europeas (España e Italia) seis países asiáticos (China, Bangladesh, Tailandia, Taiwan, Filipinas y Japón) así como en Mozambique – África.
“Ese rostro de Dios que contemplamos nos invita a la fraternidad con todos, la gratuidad, la sencillez, la alegría”, dice la página web de esta congregación.
Las Hijas de Jesús buscan que sus escuelas sean un lugar de encuentro de la comunidad cristiana por medio de un clima educativo impregnado de valores cristianos y favorables al desarrollo personal, una pedagogía atenta a la persona concreta y a sus circunstancias, un enfoque positivo de la educación.
También brindan atención especial a los inmigrantes, la promoción de la mujer, la pastoral penitenciaria, la infancia en riesgo, la pastoral familiar, hospitaliaria, la evangelización con los aborígenes, gitanos, transeúntes y desplazados por la violencia.
Igualmente ofrecen ejercicios espirituales con el esquema de San Ignacio de Loyola a laicos y personas que deseen tener este espacio privilegiado de encuentro con Dios.
“Es verdad que la realidad actual nos puede hundir en el desaliento, nos puede postrar pensando que somos una gota muy pequeña en el gran mar de este mundo tan roto por la ausencia de Dios, – dijo una de las religiosas de la comunidad de Buchardo en Argentina al enterarse de la canonización de su fundadora - pero siento que la Madre Cándida me dice y nos dice: “Confía en Aquel que ya dijo un día “Yo soy la luz, Yo soy la vida! ”.
Siempre mostró una gran sensibilidad por las personas más necesitadas y abandonadas: “Su profunda experiencia del amor de Dios por cada una de sus criaturas la llevó a corresponder con generosidad y decisión”, dijo el papa Juan Pablo II durante la homilía de su beatificación, el 12 de mayo de 1996.
En 1868 Juana Josefa conoce al sacerdote jesuita Miguel José Herranz, quien la ilumina en la llamada a fundar una congregación que responda a los desafíos de la turbulenta sociedad de aquella época.
Así fue como en Salamanca, el 8 de diciembre de 1871, junto con otras cinco mujeres e inspirada en la espiritualidad ignaciana, Cándida María de la Cruz con 26 años, dio inicio a la Congregación con una Eucaristía celebrada en la iglesia de la Clerecía.
Juan Pablo II, recordó en su beatificación cómo la futura santa “plasmó su caridad hacia el prójimo en la fundación de la congregación de las Hijas de Jesús, con el carisma de la educación cristiana, de la infancia y de la juventud”.
Cándida María de Jesús siempre quiso brindar una gran atención hacia sus religiosas, a los beneficiarios de sus obras, a los sacerdotes, los alumnos y hacia los más necesitados. Dentro de sus alumnas estaba María Antonia Bandrés Elósegui quien un día le dijo “Tú serás Hija de Jesús”. Así fue. Maria Antonia fue beatificada por Juan Pablo II el mismo día que su fundadora.
Cándida María de Jesús alentaba constantemente a sus hijas por medio de sus escritos: “¡Qué bien debemos estar agradecidas por el grandísimo beneficio que nos hizo el Señor llamándonos a esta nuestra amada congregación para que seamos sus hijas y esposas queridas y salvemos muchas almas para el cielo!”, decía en una de sus cartas.
En poco tiempo la congregación se expandió a lo largo de España y abriendo escuelas en Peñaranda de Bracamonte, Arévalo, Tolosa, Segovia, Medina del Campo, entre otras localidades.
En 1911 el primer grupo de las Hijas de Jesús partieron hacia Brasil, donde se realizó la primera fundación fuera de España.
Hoy están presentes en ocho países de América Latina (Cuba, República Dominicana, Colombia, Venezuela, Bolivia, Brasil, Uruguay, Argentina), dos naciones europeas (España e Italia) seis países asiáticos (China, Bangladesh, Tailandia, Taiwan, Filipinas y Japón) así como en Mozambique – África.
“Ese rostro de Dios que contemplamos nos invita a la fraternidad con todos, la gratuidad, la sencillez, la alegría”, dice la página web de esta congregación.
Las Hijas de Jesús buscan que sus escuelas sean un lugar de encuentro de la comunidad cristiana por medio de un clima educativo impregnado de valores cristianos y favorables al desarrollo personal, una pedagogía atenta a la persona concreta y a sus circunstancias, un enfoque positivo de la educación.
También brindan atención especial a los inmigrantes, la promoción de la mujer, la pastoral penitenciaria, la infancia en riesgo, la pastoral familiar, hospitaliaria, la evangelización con los aborígenes, gitanos, transeúntes y desplazados por la violencia.
Igualmente ofrecen ejercicios espirituales con el esquema de San Ignacio de Loyola a laicos y personas que deseen tener este espacio privilegiado de encuentro con Dios.
“Es verdad que la realidad actual nos puede hundir en el desaliento, nos puede postrar pensando que somos una gota muy pequeña en el gran mar de este mundo tan roto por la ausencia de Dios, – dijo una de las religiosas de la comunidad de Buchardo en Argentina al enterarse de la canonización de su fundadora - pero siento que la Madre Cándida me dice y nos dice: “Confía en Aquel que ya dijo un día “Yo soy la luz, Yo soy la vida! ”.
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