En Bolonia, en la región de la Emilia, en Italia, beata Elena Duglioli Dall’Olio, que después de un matrimonio llevado en admirable concordia con su cónyuge, al enviudar vivió una vida ejemplar.
Esta viuda boloñesa no ha tenido, por desgracia, biógrafos muy objetivos: en un intento de ensalzar la figura, inventaron detalles cada cual más fantasioso. Según estos escritores Elena Duglioli era hija del emperador de los turcos, Mohamed II, que a la edad de cinco años fue llevada a vivir a occidente. Es ahí donde, como premio por su vida santa e inocente, Dios la premia con varias visiones y el don de la profecía.
Nació en Bolonia y era hija de Silverio Duglioli, notario, y Pentesilea Boccaferri, boloñesa. Se dice que era pariente de santa Catalina de Bolonia. Fue educada muy cristianamente, muy joven manifestó su deseo de hacer votos de castidad, pero la madre la empuja al matrimonio. A los diecisiete años se casó con Benedicto Dall’Olio, quien a ese entonces ya contaba con cuarenta años de edad, y con quien vivió casi seis décadas de un maravilloso y armonioso matrimonio.
Se ha dicho que durante su matrimonio vivió en castidad total, pero este detalle no se puede comprobar. Parece que se dedicó a las obras de caridad. Luego de la muerte de su esposo pasó el resto de su vida siendo ejemplo para su comunidad, hasta su muerte. Fue enterrada en la iglesia de San Juan en Monte.
No se sabe la causa pero el pueblo pronto empezó a honrarla como santa, e incluso el testimonio del venenoso Aretino, la retienen como tal, de modo que obligaron, doscientos años después, al papa Benedicto XIV, proclamarla beata y el papa León XII confirmó oficialmente su culto en 1828.
Esta viuda boloñesa no ha tenido, por desgracia, biógrafos muy objetivos: en un intento de ensalzar la figura, inventaron detalles cada cual más fantasioso. Según estos escritores Elena Duglioli era hija del emperador de los turcos, Mohamed II, que a la edad de cinco años fue llevada a vivir a occidente. Es ahí donde, como premio por su vida santa e inocente, Dios la premia con varias visiones y el don de la profecía.
Nació en Bolonia y era hija de Silverio Duglioli, notario, y Pentesilea Boccaferri, boloñesa. Se dice que era pariente de santa Catalina de Bolonia. Fue educada muy cristianamente, muy joven manifestó su deseo de hacer votos de castidad, pero la madre la empuja al matrimonio. A los diecisiete años se casó con Benedicto Dall’Olio, quien a ese entonces ya contaba con cuarenta años de edad, y con quien vivió casi seis décadas de un maravilloso y armonioso matrimonio.
Se ha dicho que durante su matrimonio vivió en castidad total, pero este detalle no se puede comprobar. Parece que se dedicó a las obras de caridad. Luego de la muerte de su esposo pasó el resto de su vida siendo ejemplo para su comunidad, hasta su muerte. Fue enterrada en la iglesia de San Juan en Monte.
No se sabe la causa pero el pueblo pronto empezó a honrarla como santa, e incluso el testimonio del venenoso Aretino, la retienen como tal, de modo que obligaron, doscientos años después, al papa Benedicto XIV, proclamarla beata y el papa León XII confirmó oficialmente su culto en 1828.
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