En Catania, de nuevo en Sicilia, beato José Benito Dusmet, obispo, miembro de la Orden de San Benito, que fomentó vivamente el culto divino, la instrucción cristiana del pueblo y el celo en el clero, y en tiempo de peste prestó auxilio a los enfermos.
Melchor nació en Palermo, en el seno de una familia aristocrática siciliana, aunque su padre era belga: el marqués Dusmet. A los 15 años entró en el monasterio benedictino de San Martín de las Escaleras en Palermo, donde estudió en su infancia, aunque su padre se negó a que continuara allí, tuvo que ir al hogar familiar en Nápoles, donde frecuentó los salones de la alta sociedad, pero él no se dejó seducir e ingresó en el monasterio benedictino.
En sus primeros años como monje se dedicó al estudio y escribió, en 1836, "Meditaciones filosóficas sobre las ventajas de la soledad". Hizo su profesión monástica en 1840, y en 1841 fue ordenado sacerdote; ocupó diversos cargos en el monasterio: cantor, archivero y profesor de Filosofía. También fue procurador de litigios y cánones. Fue prior del monasterio de San Severino y Sossio en Nápoles, y a partir de 1852, del monasterio de Santa Flavia de Caltanissetta, Nápoles donde realizó una labor de promoción espiritual y apostolado. Abad del monasterio de San Nicola l’Arena, en Catania, durante dos años. Fue un hombre de oración y no permitió transgresiones en la disciplina monástica, aunque siempre corregía con amor. Su fama de santidad traspasó los muros del monasterio y mucha gente acudieron a pedirle consejo. Su caridad para con los pobres fue extraordinaria. Acudía presuroso donde hubiera una necesidad. Cuando fueron ocupados los Estados Pontificios ayudó al papa con generosidad. Y en 1862, hospedó a Garibaldi y a parte de su séquito.
En 1867 fue nombrado obispo de Catania, cargo en el que estuvo durante 27 años; en este ministerio se dedicó a la promoción de la buena prensa y al apostolado social, destacándose sobre todo, cuando se desencadenó una epidemia de viruela y el Etna dejó sentir su presencia con fuertes erupciones; estuvo siempre al lado de los enfermos, también promovió la vida parroquial y las instituciones religiosas, especialmente los salesianos, por su gran amistad con san Juan Bosco. Fue un fiel defensor del beato Pío IX, y de sus definiciones dogmática. León XIII le confió en 1887 la misión de reapertura del colegio de San Anselmo de Roma, esta abadía tuvo la función de formar a los monjes benedictinos de cualquier parte del mundo.
Cardenal con el título de Santa Pudenciana en el 1888 por sus "virtudes episcopales", aunque él habló con el papa León XIII, para que no le quitara de su diócesis, rechazando el cargo de nuncio en Madrid. Vivió la pobreza en grado sumo de manera que cuando se murió no había ni sabana para enterrarlo porque se había despojado de todo. Vivió como testigo de la caridad evangélica en tiempos verdaderamente particulares y de miseria, como en una epidemia de peste. Se le conoce como "el ángel de Catania". Está enterrado en la catedral de Catania. Fue beatificado por Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.
Melchor nació en Palermo, en el seno de una familia aristocrática siciliana, aunque su padre era belga: el marqués Dusmet. A los 15 años entró en el monasterio benedictino de San Martín de las Escaleras en Palermo, donde estudió en su infancia, aunque su padre se negó a que continuara allí, tuvo que ir al hogar familiar en Nápoles, donde frecuentó los salones de la alta sociedad, pero él no se dejó seducir e ingresó en el monasterio benedictino.
En sus primeros años como monje se dedicó al estudio y escribió, en 1836, "Meditaciones filosóficas sobre las ventajas de la soledad". Hizo su profesión monástica en 1840, y en 1841 fue ordenado sacerdote; ocupó diversos cargos en el monasterio: cantor, archivero y profesor de Filosofía. También fue procurador de litigios y cánones. Fue prior del monasterio de San Severino y Sossio en Nápoles, y a partir de 1852, del monasterio de Santa Flavia de Caltanissetta, Nápoles donde realizó una labor de promoción espiritual y apostolado. Abad del monasterio de San Nicola l’Arena, en Catania, durante dos años. Fue un hombre de oración y no permitió transgresiones en la disciplina monástica, aunque siempre corregía con amor. Su fama de santidad traspasó los muros del monasterio y mucha gente acudieron a pedirle consejo. Su caridad para con los pobres fue extraordinaria. Acudía presuroso donde hubiera una necesidad. Cuando fueron ocupados los Estados Pontificios ayudó al papa con generosidad. Y en 1862, hospedó a Garibaldi y a parte de su séquito.
En 1867 fue nombrado obispo de Catania, cargo en el que estuvo durante 27 años; en este ministerio se dedicó a la promoción de la buena prensa y al apostolado social, destacándose sobre todo, cuando se desencadenó una epidemia de viruela y el Etna dejó sentir su presencia con fuertes erupciones; estuvo siempre al lado de los enfermos, también promovió la vida parroquial y las instituciones religiosas, especialmente los salesianos, por su gran amistad con san Juan Bosco. Fue un fiel defensor del beato Pío IX, y de sus definiciones dogmática. León XIII le confió en 1887 la misión de reapertura del colegio de San Anselmo de Roma, esta abadía tuvo la función de formar a los monjes benedictinos de cualquier parte del mundo.
Cardenal con el título de Santa Pudenciana en el 1888 por sus "virtudes episcopales", aunque él habló con el papa León XIII, para que no le quitara de su diócesis, rechazando el cargo de nuncio en Madrid. Vivió la pobreza en grado sumo de manera que cuando se murió no había ni sabana para enterrarlo porque se había despojado de todo. Vivió como testigo de la caridad evangélica en tiempos verdaderamente particulares y de miseria, como en una epidemia de peste. Se le conoce como "el ángel de Catania". Está enterrado en la catedral de Catania. Fue beatificado por Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.
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