En Venecia, beato Pedro Gambacorta, fundador de la Orden de los Eremitas de San Jerónimo, cuyos primeros religiosos fueron antiguos ladrones que él mismo había convertido.
Nació en Pisa. Hermano de beata Clara Gambacorta. A los pocos meses de su nacimiento, su familia, -señores de Pisa- tuvieron que salir para el exilio. Creció en el destierro, soberbio y digno heredero de una familia ambiciosa. Cuando su hermana Clara, huyó para ingresar en el convento, él junto con otro de sus hermanos, la obligó a volver, y la sometió a la prisión para hacerla desistir de su intención. Pero el comportamiento de su hermana y la muerte de su madre y su hermano, le llevaron a una profunda meditación, y dejándolo todo se retiró a Montebello, cerca de Urbino, donde tomó el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y vivió de limosnas llegando a construir una capilla y un minúsculo monasterio.
Sus primeros compañeros fueron algunos delincuentes convertidos por él y transformados en devotos ermitaños. Para ellos dictó una regla penitente y meditativa, dando vida a una Congregación que fue llamada de los Pobres Ermitaños de San Jerónimo y después de su muerte se llamó del Beato Pedro de Pisa, o de los Girolamini.
Su prueba más grande le vino en 1393, cuando supo que su padre y tres hermanos habían muerto asesinados, tuvo la intención de vengarse, pero consiguió dominarse y alcanzó la paz de su espíritu. Hizo varias fundaciones, y en Venecia se unieron con los Terciarios Franciscanos, fundando un hospital y un monasterio.
Pedro iba a menudo a los diversos eremitorios donde era necesaria u oportuna su presencia para formar y confirmar con el ejemplo o la palabra en la vida eremítica y cenobítica a sus cada vez más numerosos discípulos. Pero su residencia ordinaria era en Montebello, donde con mayor facilidad podía gustar la más íntima unión con Dios en la oración común y privada, en la recitación y el canto de los salmos, en la contemplación de las verdades de la fe, en el estudio y en el trabajo, en una vida heroica de penitencia y mortificación, en todo regulada por sabias ordenaciones. Estas constituciones produjeron frutos de verdadera santidad: son diecisiete los Beatos venerados en los altares y muchos los venerables y religiosos muertos con fama de santidad. Pedro murió en Venecia a la edad de ochenta años, después de haber visto aprobada por Martín V y Eugenio IV su Congregación de los Jerónimos.
Fue beatificado en 1693 por Inocencio XII. Hubo una época en que se contaron cuarenta y seis casas de los Hermanos Pobres en las provincias de Ancona y Treviso; varios grupos pequeños de ermitaños o terciarios se afiliaron a la orden, y en 1668 el Papa Clemente IX unió la comunidad de San Jerónimo de Fiésole, que había sido fundada por Carlos Montegranelli, a la regla del Beato Pedro. Pero en 1933 eran tan pocos los miembros de la Orden que fue suprimida por la Santa Sede.
Nació en Pisa. Hermano de beata Clara Gambacorta. A los pocos meses de su nacimiento, su familia, -señores de Pisa- tuvieron que salir para el exilio. Creció en el destierro, soberbio y digno heredero de una familia ambiciosa. Cuando su hermana Clara, huyó para ingresar en el convento, él junto con otro de sus hermanos, la obligó a volver, y la sometió a la prisión para hacerla desistir de su intención. Pero el comportamiento de su hermana y la muerte de su madre y su hermano, le llevaron a una profunda meditación, y dejándolo todo se retiró a Montebello, cerca de Urbino, donde tomó el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y vivió de limosnas llegando a construir una capilla y un minúsculo monasterio.
Sus primeros compañeros fueron algunos delincuentes convertidos por él y transformados en devotos ermitaños. Para ellos dictó una regla penitente y meditativa, dando vida a una Congregación que fue llamada de los Pobres Ermitaños de San Jerónimo y después de su muerte se llamó del Beato Pedro de Pisa, o de los Girolamini.
Su prueba más grande le vino en 1393, cuando supo que su padre y tres hermanos habían muerto asesinados, tuvo la intención de vengarse, pero consiguió dominarse y alcanzó la paz de su espíritu. Hizo varias fundaciones, y en Venecia se unieron con los Terciarios Franciscanos, fundando un hospital y un monasterio.
Pedro iba a menudo a los diversos eremitorios donde era necesaria u oportuna su presencia para formar y confirmar con el ejemplo o la palabra en la vida eremítica y cenobítica a sus cada vez más numerosos discípulos. Pero su residencia ordinaria era en Montebello, donde con mayor facilidad podía gustar la más íntima unión con Dios en la oración común y privada, en la recitación y el canto de los salmos, en la contemplación de las verdades de la fe, en el estudio y en el trabajo, en una vida heroica de penitencia y mortificación, en todo regulada por sabias ordenaciones. Estas constituciones produjeron frutos de verdadera santidad: son diecisiete los Beatos venerados en los altares y muchos los venerables y religiosos muertos con fama de santidad. Pedro murió en Venecia a la edad de ochenta años, después de haber visto aprobada por Martín V y Eugenio IV su Congregación de los Jerónimos.
Fue beatificado en 1693 por Inocencio XII. Hubo una época en que se contaron cuarenta y seis casas de los Hermanos Pobres en las provincias de Ancona y Treviso; varios grupos pequeños de ermitaños o terciarios se afiliaron a la orden, y en 1668 el Papa Clemente IX unió la comunidad de San Jerónimo de Fiésole, que había sido fundada por Carlos Montegranelli, a la regla del Beato Pedro. Pero en 1933 eran tan pocos los miembros de la Orden que fue suprimida por la Santa Sede.
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