Era hija del príncipe Dimitrij Borisovic de Rostov. Fue educada en la fe cristiana por san Ignacio, obispo de Rostov. En 1294, se casó con el príncipe Miguel de Tver con el que tuvo 5 hijos. El principado de Tver formaba parte del principado de Vladimir Suzdal en 1209, este principado se transformó rápidamente en uno de los más ricos de los estados rusos, porque su territorio era difícilmente accesible a las incursiones tártaras por sus paludes y bosques frondosos.
En 1295 la ciudad fue destruida por un incendio y un año después, otro incendio destruyó el palacio de los príncipes que se salvaron de milagro.
Ana, mujer prudente e inteligente era muy amada por el pueblo, oraba, hacía penitencia, se dedicaba a los pobres, enfermos, huérfanos y a la familia a la que siempre animaba y aconsejaba con amor y profunda fe religiosa. En 1317 comenzaron los conflictos con el príncipe Jurij de Moscú y al año siguiente su esposo Miguel tuvo que partir con sus tropas pero fue capturado por la “Horda de Oro”(tribu turco-mongola) y fue horriblemente asesinado.
Al quedarse viuda, Ana se trasladó durante un tiempo a casa de su hijo Constantino pero después decidió refugiarse “en el silencio y en el trabajo para Dios”. Ingresó en el monasterio de Santa Sofía en Tver donde tomó los votos y adoptó el nombre de Eufrosinija.
En el 1325 su hijo Dimitri y en el 1339, también su hijo Alejandro murieron de la misma forma que su padre. En 1365, el único hijo que le quedaba, Basilio, para convencer a su madre para que se trasladase al principado le dijo: “Toda la ciudad clama por ver tu rostro angélico”. Ella consintió y se retiró al monasterio de Uspenkij de Kasin, esta vez con el nombre de Ana. En el monasterio se distinguió por su severa ascesis, su don de consejo y capacidad para socorrer a cuantos le pedían ayuda. Se sabe que murió en edad avanzada el 2 de octubre de 1368 y fue enterrada en la catedral de la Beata Virgen.
Durante algunos siglos la santa fue olvidada, pero después de su aparición a un fiel durante el asedio de Kasin por las tropas lituanas en la que Ana le dijo que había orado al Salvador y a la Madre de Dios por la salvación de la ciudad. En 1649 fue canonizada por la Iglesia Ortodoxa Rusa, pero 28 años después, en 1677, fue descanonizada a causa de la reforma del patriarca Nikón, pero siempre fue venerada por los “viejos creyentes” y en los iconos aparecía siempre con los dos dedos extendidos en el acto de hacer el signo de la cruz, como quería el viejo ritual ortodoxo en vez de con tres. A pesar que la autoridad eclesiástica intentó en vano “corregir” la posición de los dedos de la santa ya que siempre volvían a su estado primigenio. En 1908, fue definitivamente canonizada por el Sagrado Sínodo, fijando su memoria litúrgica el 12 de junio. En el mismo año, en su honor, fue creada una comunidad monástica en Grozny y un año después le fue consagrada una iglesia en San Petersburgo. La Iglesia Ortodoxa también la recuerda el día 2 de octubre, día de su muerte.
En 1295 la ciudad fue destruida por un incendio y un año después, otro incendio destruyó el palacio de los príncipes que se salvaron de milagro.
Ana, mujer prudente e inteligente era muy amada por el pueblo, oraba, hacía penitencia, se dedicaba a los pobres, enfermos, huérfanos y a la familia a la que siempre animaba y aconsejaba con amor y profunda fe religiosa. En 1317 comenzaron los conflictos con el príncipe Jurij de Moscú y al año siguiente su esposo Miguel tuvo que partir con sus tropas pero fue capturado por la “Horda de Oro”(tribu turco-mongola) y fue horriblemente asesinado.
Al quedarse viuda, Ana se trasladó durante un tiempo a casa de su hijo Constantino pero después decidió refugiarse “en el silencio y en el trabajo para Dios”. Ingresó en el monasterio de Santa Sofía en Tver donde tomó los votos y adoptó el nombre de Eufrosinija.
En el 1325 su hijo Dimitri y en el 1339, también su hijo Alejandro murieron de la misma forma que su padre. En 1365, el único hijo que le quedaba, Basilio, para convencer a su madre para que se trasladase al principado le dijo: “Toda la ciudad clama por ver tu rostro angélico”. Ella consintió y se retiró al monasterio de Uspenkij de Kasin, esta vez con el nombre de Ana. En el monasterio se distinguió por su severa ascesis, su don de consejo y capacidad para socorrer a cuantos le pedían ayuda. Se sabe que murió en edad avanzada el 2 de octubre de 1368 y fue enterrada en la catedral de la Beata Virgen.
Durante algunos siglos la santa fue olvidada, pero después de su aparición a un fiel durante el asedio de Kasin por las tropas lituanas en la que Ana le dijo que había orado al Salvador y a la Madre de Dios por la salvación de la ciudad. En 1649 fue canonizada por la Iglesia Ortodoxa Rusa, pero 28 años después, en 1677, fue descanonizada a causa de la reforma del patriarca Nikón, pero siempre fue venerada por los “viejos creyentes” y en los iconos aparecía siempre con los dos dedos extendidos en el acto de hacer el signo de la cruz, como quería el viejo ritual ortodoxo en vez de con tres. A pesar que la autoridad eclesiástica intentó en vano “corregir” la posición de los dedos de la santa ya que siempre volvían a su estado primigenio. En 1908, fue definitivamente canonizada por el Sagrado Sínodo, fijando su memoria litúrgica el 12 de junio. En el mismo año, en su honor, fue creada una comunidad monástica en Grozny y un año después le fue consagrada una iglesia en San Petersburgo. La Iglesia Ortodoxa también la recuerda el día 2 de octubre, día de su muerte.
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