sábado, 15 de agosto de 2020

Asunción de NUESTRA SEÑORA


¿Qué es el Dogma de la Asunción?

El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.

Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:

"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante:

"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966).

La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.

Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra". Y ... ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios.

En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos.

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte".

Y el Papa San Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos:

"El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (San Juan Pablo II, 2-julio-97).

"Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (San Juan Pablo II , Audiencia General del 9-julio-97).

Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (San Juan Pablo II, 15-agosto-97)

Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección.

Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano.

El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.

¿Qué día y cómo fue la Virgen al cielo?

En relación al día, año, y modo en que murió Nuestra Señora, nada cierto se conoce. La referencia literaria más antigua de la Asunción se encuentra en un trabajo griego, De Obitu S. Dominae. De todos modos, la fe católica siempre derivó su conocimiento de este misterio de la Tradición Apostólica.

La creencia en la asunción del cuerpo de María se funda en el tratado apócrifo De Obitu S. Dominae, que lleva el nombre de San Juan, y que pertenece de todos modos al siglo cuarto o quinto. También se encuentra en el libro De Transitu Virginis, falsamente imputado a San Melito de Sardes, y en una carta apócrifa atribuida a San Dionisio el Aeropagita. Si consultamos a los genuinos escritores de Oriente, este hecho es mencionado en los sermones de San Andrés de Creta, San Juan Damasceno, San Modesto de Jerusalén y otros. En Occidente, San Gregorio de Tours (De gloria mart., I, iv) es el primero que lo menciona. Los sermones de San Jerónimo y San Agustín para esta fiesta, de todos modos, son apócrifos. San Juan el Damasceno (P. G., I, 96) formula así la tradición de la Iglesia de Jerusalén:

San Juvenal, Obispo de Jerusalén, en el Concilio de Calcedonia (451), hace saber al Emperador Marciano y a Pulqueria, quienes desean poseer el cuerpo de la Madre de Dios, que María murió en presencia de todos los Apóstoles, pero que su tumba, cuando fue abierta, a pedido de Santo Tomás, fue hallada vacía; de esa forma los apóstoles concluyeron que el cuerpo fue llevado al cielo.

Hoy, la creencia de la asunción del cuerpo de María es Universal tanto en Oriente como Occidente; de acuerdo a Benedicto XIV (De Festis B.V.M., I, viii, 18) es una opinión probable, cuya negación es impía y blasfema.

La Fiesta de la Asunción

Existe también una gran incertidumbre respecto al origen de esta fiesta. Probablemente se trate del aniversario de la dedicación de alguna Iglesia, más que la fecha real del aniversario de la muerte de Nuestra Señora. Que se originara en tiempos del Concilio de Éfeso, o que San Dámaso la introdujera en Roma, son sólo hipótesis.

De acuerdo a la vida de San Teodosio (m. 529) se celebraba en Palestina antes del año 500, probablemente en Agosto (Baeumer, Brevier, 185). En Egipto y Arabia, por otra parte, se mantuvo en Enero, y dado que los monjes de las Galias adoptaron muchos usos de los monjes egipcios (Baeumer, Brevier, 163), hallamos esta fiesta en las Galias en el siglo sexto, en Enero [mediante mense undecimo (Greg. Turon., De gloria mart., I, ix)]. La Liturgia Gala la fija el 18 de Enero, bajo el título: Depositio, Assumptio, or Festivitas S. Mariae (confrontar las notas de Jean Mabillon en la Liturgia Gala, P. L., LXXII, 180). Esta costumbre permaneció en la Iglesia de las Galias hasta el momento de la introducción del Rito Romano. En la Iglesia Griega, parece que algunos mantuvieron la fiesta en Enero, como los monjes egipcios; otros en Agosto, con aquellos de Palestina; por lo cual el Emperador Mauricio (m. 602), si es correcto el relato de "Liber Pontificalis"(II, 508), fijó la fiesta para el Imperio Griego el 15 de Agosto.

En Roma (Batiffol, Brev. Rom., 134) la única y más antigua fiesta de Nuestra Señora era el 1 de Enero, la octava del nacimiento de Cristo. Celebrada primeramente en Santa María la Mayor, más tarde en Santa María de los Mártires. Las otras fiestas son de origen Bizantino. Louis Marie Olivier Duchesne piensa (Origines du culte chr., 262) que antes del séptimo siglo ninguna otra fiesta se guardaba en Roma, y en consecuencia, la Fiesta de la Asunción, hallada en los sacramentales de Gelasio y Gregorio, es un agregado apócrifo hecho en el siglo séptimo u octavo. De todos modos, Probst brinda (Sacramentarien, 264 sqq) fuertes y buenos argumentos que prueban que la Misa de la Santísima Virgen María, hallada el 15 de Agosto en el rito Gelásico, es genuina, desde el momento que no hace mención a la Asunción corporal de María; esto muestra, por lo tanto, que la fiesta era celebrada en la Iglesia de Santa María la Mayor en Roma, por lo menos en el siglo sexto. Él prueba, más aún, que la Misa Sacramental Gregoriana, tal como la tenemos, es de origen Gálico (dado que la creencia en la Asunción corporal de María, bajo la influencia de los escritos apócrifos, es más antigua en Galia que en Roma), y que ésta suplantó la antigua Misa Gelásica. Para la época de Sergio I (700) esta fiesta era una de las principales festividades en Roma; la procesión comenzaba en las puertas de la Iglesia de San Adrián. Siempre fue un doble de la primera clase y un Día Sagrado de precepto.

La octava fue agregada en 847 por León IV; en Alemania esta octava no se celebraba en varias diócesis en la época de la Reforma. La Iglesia de Milán no la aceptó hasta la actualidad (Ordo Ambros., 1906). La octava es privilegiada en la diócesis de las provincias de Sienna, Fermo, Michoacán, etc.

La Iglesia Griega continua esta fiesta hasta el 23 de agosto inclusive, y en algunos monasterior del Monte Athos se prolonga hasta el 29 de agosto (Menaea Graeca, Venice, 1880), o así lo era antiguamente. En la diócesis de Bavaria el día treintavo de la Asunción (una especie de recuerdo del mes) se celebraba durante la Edad Media, el 13 de septiembre, con el Oficio de la Asunción (doble); en la actualidad, sólo la Diócesis de Augsburgo ha mantenido esta vieja costumbre.

Algunas de las diócesis de Baviera y las de Brandenburgo, Mainz y Frankfort mantienen el 23 de septiembre como la “Fiesta de la Segunda Asunción”, o los “Cuarenta Días de la Asunción” (doble) creyendo, de acuerdo a las revelaciones de Santa Elisa de Schönau (m. 1165) y de San Bertrand, O. C. (m. 1170), que la Santísima Virgen María fue llevada al cielo a los cuarenta días luego de su muerte (Grotefend, Calendaria 2, 136). Las Brigidinas guardan la fiesta de la “Glorificación de María” (doble) el 30 de agosto, desde que Santa Brígida de Suecia dijo (Revel., VI, l) que María fue llevada al cielo quince días después de su partida (Colvenerius, Cal. Mar., 30 Aug.). En América Central, se celebra una fiesta especial, “La Coronación de María en el Cielo” (doble mayor) el 18 de agosto. La ciudad de Gerace, en Calabria mantiene 3 días sucesivos el rito de doble de primera clase, conmemorando el 15 de agosto la muerte de María, y el 16 de agosto, su Coronación.

La Asunción en la Enciclopedia Católica

La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, 15 de agosto; también llamada en los viejos libros litúrgicos

Pausatio, Nativitas (por cielo), Mors, Depositio, Dormitio S. Mariae. La fiesta tiene un doble objetivo: (1) la feliz partida de María de esta vida; (2) la asunción de su cuerpo al cielo. Es la fiesta principal de la Sagrada Virgen.

El hecho de la Asunción

No se conoce nada cierto en relación al día, año, y modo en que murió Nuestra Señora. La referencia literaria más antigua de la Asunción se encuentra en el trabajo griego De Obitu S. Dominae. Sin embargo, la fe católica siempre derivó su conocimiento de este misterio de la tradición apostólica. San Epifanio (m. 403) reconoce que no sabe nada definitivo sobre el tema (Haer., LXXIX, 11). Las fechas asignadas varían entre tres y quince años luego de la Ascensión de Cristo. Dos ciudades proclaman ser el lugar de la partida: Jerusalén y Éfeso. La opinión general favorece a Jerusalén, donde se muestra su tumba; pero algunos argumentan a favor de Éfeso. Durante los seis primeros siglos nada se supo sobre la tumba de María en Jerusalén.

La creencia en la asunción del cuerpo de María se halla en el tratado apócrifo De Obitu S. Dominae, que lleva el nombre de San Juan, y que pertenece, sin embargo, al siglo IV o V. También se encuentra en el libro De Transitu Virginis, falsamente imputado a San Melito de Sardes, y en una carta espuria atribuida a San Dionisio el Aeropagita. Si consultamos los escritos auténticos de oriente (v. Imperio Bizantino), este hecho es mencionado en los sermones de San Andrés de Creta, San Juan Damasceno, San Modesto de Jerusalén y otros. En occidente, San Gregorio de Tours (De gloria mart., I, IV) es el primero que lo menciona. Los sermones de San Jerónimo y San Agustín para esta fiesta, de todos modos, son apócrifos. San Juan Damasceno (P. G., I, 96) formula así la tradición de la Iglesia de Jerusalén:

“San Juvenal, Obispo de Jerusalén, en el Concilio de Calcedonia (451), hace saber al emperador Marciano y a Santa Pulqueria, quienes desean poseer el cuerpo de la Madre de Dios, que María murió en presencia de todos los Apóstoles, pero que al abrir su tumba, a pedido de Santo Tomás, fue hallada vacía; de esa forma los apóstoles concluyeron que el cuerpo fue llevado al cielo.”

Hoy, la creencia de la asunción del cuerpo de María es Universal tanto en Oriente como Occidente; de acuerdo a Benedicto XIV (De Festis B.V.M., I, viii, 18) es una opinión probable, cuya negación es impía y blasfema.

La fiesta de la Asunción

Existe también una gran incertidumbre respecto al origen de esta fiesta. Probablemente se trate del aniversario de la dedicación de alguna iglesia, más que la fecha real del aniversario de la muerte de Nuestra Señora. Son sólo hipótesis el que se originara en tiempos del Concilio de Éfeso, o que San Dámaso la introdujera en Roma.

De acuerdo a la vida de San Teodosio (m. 529) se celebraba en Palestina antes del año 500, probablemente en agosto (Baeumer, Brevier, 185). En Egipto y Arabia, sin embargo, se mantuvo en enero, y dado que los monjes de Galia adoptaron muchos usos de los monjes egipcios (Baeumer, Brevier, 163), hallamos esta fiesta en las Galias en el siglo VI, en enero [mediante mense undecimo (Greg. Turon., De gloria mart., I, IX)]. La liturgia galicana la fija el 18 de enero bajo el título: Depositio, Assumptio, or Festivitas S. Mariae (confrontar las notas de Jean Mabillon sobre la liturgia galicana, P. L., LXXII, 180). Esta costumbre permaneció en la Iglesia galicana hasta el tiempo de la introducción del rito romano. En la Iglesia griega, parece que algunos mantuvieron la fiesta en enero, como los monjes egipcios; otros en agosto, como aquellos de Palestina; por lo cual el emperador Mauricio (m. 602), si es correcto el relato de "Liber Pontificalis" (II, 508), fijó la fiesta para el imperio griego el 15 de agosto.

En Roma (Batiffol, Brev. Rom., 134) la única y más antigua fiesta de Nuestra Señora era el 1 de enero, la octava del nacimiento de Cristo. Primero se celebró en Santa María la Mayor, más tarde en Santa María de los Mártires. Las otras fiestas son de origen bizantino. Louis Marie Olivier Duchesne piensa (Origines du culte chr., 262) que antes del siglo VII ninguna otra fiesta se guardaba en Roma, y en consecuencia, la Fiesta de la Asunción, hallada en los sacramentales de Gelasio y Gregorio, es un agregado espurio hecho en el siglo VII u VIII. De todos modos, Probst (Sacramentarien, 264 sqq) brinda fuertes y buenos argumentos que prueban que la Misa de la Santísima Virgen María, hallada el 15 de agosto en el gelasiano, es genuina, ya que no hace mención a la Asunción corporal de María; esto muestra, por lo tanto, que la fiesta era celebrada en la Iglesia de Santa María la Mayor en Roma, por lo menos en el siglo VI. Él prueba, más aún, que la Misa Sacramental Gregoriana, tal como la tenemos, es de origen galicano (dado que la creencia en la Asunción corporal de María, bajo la influencia de los escritos apócrifos, es más antigua en Galia que en Roma), y que ésta suplantó la antigua Misa gelásica. Para la época de Sergio I (700) esta fiesta era una de las principales festividades en Roma; la procesión comenzaba en las puertas de la Iglesia de San Adrián. Siempre fue un doble de primera clase y un día santo de obligación.

La octava fue agregada en 847 por León IV; en Alemania esta octava no se celebraba en muchas diócesis hasta la época de la Reforma. La Iglesia de Milán no la aceptó hasta la actualidad (Ordo Ambros., 1906). La octava es privilegiada en la diócesis de las provincias de Siena, Fermo, Michoacán, etc.

La Iglesia Griega continúa esta fiesta hasta el 23 de agosto inclusive, y en algunos monasterios del Monte Athos se prolonga hasta el 29 de agosto (Menaea Graeca, Venice, 1880), o así lo era anteriormente. En la diócesis de Bavaria el día treintavo de la Asunción (una especie de mente del mes) se celebraba durante la Edad Media, el 13 de septiembre con el Oficio de la Asunción (doble); en la actualidad, sólo la Diócesis de Augsburgo ha mantenido esta vieja costumbre.

Algunas de las diócesis de Baviera y las de Brandenburgo, Maguncia y Frankfort mantienen el 23 de septiembre como la “Fiesta de la Segunda Asunción”, o los “Cuarenta Días de la Asunción” (doble) creyendo, de acuerdo a las revelaciones de Santa Isabel de Schönau (m. 1165) y de San Bertrand, O. C. (m. 1170), que la Bienaventurada Virgen María fue llevada al cielo a los cuarenta días luego de su muerte (Grotefend, Calendaria 2, 136). Las brigidinas guardaban la fiesta de la “Glorificación de María” (doble) el 30 de agosto, desde que Santa Brígida de Suecia dijo (Revel., VI, l) que María fue llevada al cielo quince días después de su partida (Colvenerius, Cal. Mar., 30 Aug.). En América Central se celebra una fiesta especial, “La Coronación de María en el Cielo” (doble mayor), el 18 de agosto. La ciudad de Gerace, en Calabria mantiene tres días sucesivos el rito de primera clase doble, conmemorando el 15 de agosto la muerte de María, y el 16 de agosto su Coronación.

En [[Piazza], Sicilia, hay una conmemoración de la Asunción de María (doble de segunda clase) el 20 de febrero, que es el aniversario del terremoto de 1743. Una fiesta similar (doble mayor con octava) se sigue en Martano, Diócesis de Otranto, en Apulia, el 19 de noviembre.

Nota del traductor: Mediante la promulgación de la Bula Munificentissimus Deus ("Dios, que es sumamente magnánimo") el 1 de noviembre de 1950, el Papa Pío XII declaró en forma infalible que la Asunción de la Santísima Virgen María era un dogma de la fe católica. De la misma manera, el Concilio Vaticano II enseña en la Constitución Dogmática Lumen Gentium que “la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del Cielo, y exaltada por el Señor como Reina sobre todas las cosas (n. 59)”.

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