En Barcelona, beato José Tous Soler, sacerdote capuchino, fundador del Instituto de Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, para la formación cristiana de la infancia y la juventud, y dar a conocer a María, Madre del Divino Pastor.
Nació en Igualada, Barcelona. A los 16 años ingresó en los capuchinos de Sarría. Desde el Noviciado se distinguió por su exquisita fidelidad a la vida de novicio, con una entrega generosa al estudio y a la oración. El Evangelio, María, san Francisco y el amor al prójimo modeló su corazón capuchino. Fue ordenado sacerdote en 1834. Al año fue destinado al Convento de Santa Madrona.
Las revueltas sociales del 1835 le obligaron a exclaustrase y marchar a Italia, donde partió para Toulouse, para dedicarse durante 7 años a la misión sacerdotal y dirección de las almas en el Monasterio de las Benedictinas. Allí pudo dedicar tiempo a la contemplación y a la adoración de la Eucaristía y a la ayuda espiritual de las jóvenes del internado.
Regresó a España en 1843, y fue obligado a vivir como sacerdote secular, porque no se admitían las comunidades religiosas. Vivió con sus padres mientras desarrollaba el ministerio sacerdotal en diferentes parroquias. La Eucaristía, la devoción a María, Madre de Jesús Buen Pastor, la Asociación de doncellas de la niña y mártir santa Romana, fueron los medios de los que el P. Tous se sirvió para derramar la Paz y el Bien en la juventud que le buscaba para recibir consejo y orientación.
Fundó el Instituto de Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor que tendrían como objetivo la formación cristiana de la niñez y de la juventud. Los sentimientos de compasión hacia los niños y jóvenes, que el Buen Pastor puso en el corazón del Padre José, convergían con los piadosos deseos de las jóvenes Isabel Jubal, Marta Suñol y Remedio Palos: “Derramar en el tierno corazón de los niños los santos pensamientos y devotos afectos que Dios les comunicaba en la oración”. Después de madurar en la oración y consultar el proyecto, el P. Tous aceptó orientarles. Partiendo de la Regla de Santa Clara, adecua las Constituciones capuchinas de la beata Mª Ángela Astorch para unas Capuchinas Terciarias de Enseñanza. Se establecieron en Ripoll en marzo de 1850 para iniciar la vida comunitaria, y, el 27 de mayo abrían las puertas de la primera escuela.
Vivió siempre como un capuchino entregado a la oración en silencio, y una perfecta humildad. Los años que le quedan de vida, los dedica a la atención caritativa y prudente a las Hermanas así como a las comunidades que se van formando: San Quirico de Besora, Barcelona y Madrid. En sus escritos a las Hermanas aflora su espíritu capuchino: las Hermanas “están llamadas a la vida mixta de contemplación y acción”. Insiste en que sólo desde el “amor a Jesús” alimentado en la oración, es posible “la unión santa”; que sólo desde la “humildad” es posible la “obediencia”; que el trabajo de las Hermanas es su única fuente de recursos; que “María os conducirá a Jesús”, la forma de renovar la presencia amorosa de Dios en la vida; que es necesario vivir desde la “fe y la confianza en Dios que ya sabe lo que nos conviene”… Murió en Barcelona, mientras celebraba la Eucaristía.
Fue beatificado por Benedicto XVI el 25 de abril de 2010. Su Memoria Litúrgica se celebraba el 27 de mayo, día del inicio de la actividad de la primera escuela del Instituto en Ripoll, pero el Martirologio de 2007 sitúa su festividad el día de su muerte el 27 de febrero.
Nació en Igualada, Barcelona. A los 16 años ingresó en los capuchinos de Sarría. Desde el Noviciado se distinguió por su exquisita fidelidad a la vida de novicio, con una entrega generosa al estudio y a la oración. El Evangelio, María, san Francisco y el amor al prójimo modeló su corazón capuchino. Fue ordenado sacerdote en 1834. Al año fue destinado al Convento de Santa Madrona.
Las revueltas sociales del 1835 le obligaron a exclaustrase y marchar a Italia, donde partió para Toulouse, para dedicarse durante 7 años a la misión sacerdotal y dirección de las almas en el Monasterio de las Benedictinas. Allí pudo dedicar tiempo a la contemplación y a la adoración de la Eucaristía y a la ayuda espiritual de las jóvenes del internado.
Regresó a España en 1843, y fue obligado a vivir como sacerdote secular, porque no se admitían las comunidades religiosas. Vivió con sus padres mientras desarrollaba el ministerio sacerdotal en diferentes parroquias. La Eucaristía, la devoción a María, Madre de Jesús Buen Pastor, la Asociación de doncellas de la niña y mártir santa Romana, fueron los medios de los que el P. Tous se sirvió para derramar la Paz y el Bien en la juventud que le buscaba para recibir consejo y orientación.
Fundó el Instituto de Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor que tendrían como objetivo la formación cristiana de la niñez y de la juventud. Los sentimientos de compasión hacia los niños y jóvenes, que el Buen Pastor puso en el corazón del Padre José, convergían con los piadosos deseos de las jóvenes Isabel Jubal, Marta Suñol y Remedio Palos: “Derramar en el tierno corazón de los niños los santos pensamientos y devotos afectos que Dios les comunicaba en la oración”. Después de madurar en la oración y consultar el proyecto, el P. Tous aceptó orientarles. Partiendo de la Regla de Santa Clara, adecua las Constituciones capuchinas de la beata Mª Ángela Astorch para unas Capuchinas Terciarias de Enseñanza. Se establecieron en Ripoll en marzo de 1850 para iniciar la vida comunitaria, y, el 27 de mayo abrían las puertas de la primera escuela.
Vivió siempre como un capuchino entregado a la oración en silencio, y una perfecta humildad. Los años que le quedan de vida, los dedica a la atención caritativa y prudente a las Hermanas así como a las comunidades que se van formando: San Quirico de Besora, Barcelona y Madrid. En sus escritos a las Hermanas aflora su espíritu capuchino: las Hermanas “están llamadas a la vida mixta de contemplación y acción”. Insiste en que sólo desde el “amor a Jesús” alimentado en la oración, es posible “la unión santa”; que sólo desde la “humildad” es posible la “obediencia”; que el trabajo de las Hermanas es su única fuente de recursos; que “María os conducirá a Jesús”, la forma de renovar la presencia amorosa de Dios en la vida; que es necesario vivir desde la “fe y la confianza en Dios que ya sabe lo que nos conviene”… Murió en Barcelona, mientras celebraba la Eucaristía.
Fue beatificado por Benedicto XVI el 25 de abril de 2010. Su Memoria Litúrgica se celebraba el 27 de mayo, día del inicio de la actividad de la primera escuela del Instituto en Ripoll, pero el Martirologio de 2007 sitúa su festividad el día de su muerte el 27 de febrero.
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