En Collevalenza, en la provincia de Perugia, Italia, beata María Esperanza de Jesús (Alhama Valera), virgen, fundadora de las congregaciones de las Esclavas del Amor Misericordioso y de los Hijos del Amor Misericordioso.
Nació en Santomera (Murcia) en el seno de una humilde familia de jornaleros. En una tierra pobre, el analfabetismo era la regla general del ambiente a finales del siglo XIX y principios del XX. Siendo la mayor de nueve hermanos, Mª Josefa entró muy joven a servir en casa de un adinerado comerciante de Santomera, José Fernández, más conocido como Pepe Ireno. Durante esos años, Madre Esperanza aprendería las primeras letras gracias al interés de los hijos de Pepe.
El 15 de Octubre de 1915 entró como religiosa en el convento de clausura de las “Hijas del Calvario” en Villena (España). Esta Congregación fue agregada al Instituto de las “Misioneras Claretianas” el año 1920, hoy llamadas Hijas de la Enseñanza de María Inmaculada. Sería en esos años cuando Madre Esperanza comenzó a cultivar su formación humana y espiritual.
Madre Esperanza fue enviada años más tarde al convento de Vélez Rubio, dedicándose a la enseñanza de niños. Al transcurrir un año de este nuevo destino fue trasladada, esta vez a Madrid, donde residió con los Padres Claretianos, congregación de la que también sería separada más tarde.
El motivo de estos continuos traslados era la incertidumbre de la Santa Iglesia ante Madre Esperanza como consecuencia de los hechos observados en su persona. Se decía que se habían notado en ella algunas “cosas sobrenaturales”, tratando de determinar si estos hechos provenían de Dios o sólo eran “engaños o fantasías”. Ante esta tesitura se pone a la Madre Esperanza bajo observación del Santo Oficio, pero pronto se decide dar el voto de confianza a una persona que había demostrado su dedicación a Dios y su buena voluntad.
En la Nochebuena de 1930 salió de este Instituto para fundar, en Madrid, la Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso, una congregación que acogía a pobres y niños.
En un minúsculo piso de la calle de Velázquez, en Madrid, con el apoyo económico de la condesa de Fuensalida, y la asistencia espiritual del sacerdote Esteban Ecay, Madre Esperanza de Jesús puede emitir sus votos con unas pocas Hermanas que la han seguido en la naciente Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso.
Los niños serán los primeros beneficiarios y también los pobres, los ancianos y los sacerdotes. Y sin embargo, la incomprensión, la oposición y la persecución seguirán acechando. Seguirá el rosario de pruebas que marcan la especial presencia de Dios en las almas realmente grandes. El Obispo de Madrid, niega su bendición y aprobación y ordena y manda que nadie la ayude y colabore con ella. No teniendo permiso para tener el Santísimo en la capilla, durante 30 años, niñas y religiosas desfilaban cada mañana hasta la parroquia más próxima. A pesar de todos los obstáculos, al poco tiempo se expandieron por diversos puntos de la geografía española conventos de esta congregación.
Con el estallido de la contienda civil española y los prolegómenos de la II Guerra Mundial, la santomerana viaja a Roma en 1936. Allí tiene que defenderse ante el Santo Oficio de acusaciones y difamaciones sobre su persona y sobre la Congregación recién nacida.
Cuando estalló la II Guerra Mundial se entregó al cuidado de los heridos afectados por los bombardeos y de las víctimas de la guerra. Fue en estos momentos cuando se ocupó de proporcionar alimentos a aquellos que entonces nada tenían. Durante esos difíciles años no sólo estará dedicada a estos avatares, sino que también procede a nuevas fundaciones de conventos en territorio italiano.
La fundación de una nueva Congregación de los Hijos del Amor Misericordioso en la ciudad italiana de Collevalenza el 15 de agosto de 1951 fue un punto clave en la trayectoria biográfica de Madre Esperanza. Fue en esta ciudad, perteneciente a la diócesis de Todi, donde Madre Eperanza se establece definitivamente.
Desde allí la devoción del Amor Misericordioso conocerá un rápido desarrollo y expansión por Italia, al igual que años atrás lo había conseguido por distintas partes de España. Consagró y dedicó toda su vida al Señor y a la misión de darlo a conocer, a todas las personas, como un Padre y una tierna Madre.
Con objeto de difundir el concepto de la gran amabilidad de Dios y de su ilimitado Amor para con los hombres, realizó en Collevalenza (Italia) el Santuario del Amor Misericordioso, donde Madre Esperanza consumará su vida dedicada íntegramente a la ayuda a los más necesitados. La Madre Esperanza tenía experiencias místicas, construyó el Santuario confiada en la Divina Providencia y obedeciendo a la voluntad de Dios, que por expreso pedido de Él e indicando un lugar preciso por medio de la religiosa, se excavó un pozo de 122 metros de profundidad donde salió el agua descrita por Jesús: “esta es el agua de mi misericordia”. Allí construyó piscinas para que los enfermos puedan bañarse pidiendo la curación tanto física y del alma. También hay una fuente donde pueden tomar el agua.
Atendió a los peregrinos que se acercaban hasta el santuario, escuchándolos y dándoles consejo y consuelo. Se llega a decir de Madre Esperanza que “su corazón vivía en el cielo pero sus pies estaban en la tierra”. San Juan Pablo II, el mismo año que publicó su Encíclica “Dives in Misericordia”, visitó el Santuario el 22 de noviembre de 1981, en su primera visita fuera del Vaticano luego del atentado que sufrió el 13 de Mayo, para dar gracias al Amor Misericordioso: “Hemos venido en visita a este santuario porque a la misericordia de Dios somos deudores de nuestra salud”.
Su vida estuvo señalada por diversas enfermedades de las que solía sanar, muchas veces bajo el asombro de los médicos que la curaban. Sólo la enfermedad que la acechó en los últimos días de su vida acabó con la la labor de Madre Esperanza en la tierra, a la edad de 90 años. Falleció el 8 de febrero de 1983 en Collevalenza, un pueblecito del Municipio de Todi en Roma. Sus restos mortales descansan en la cripta del Santuario del Amor Misericordioso de Collevalenza. Fue beatificada por el papa Francisco el 31 de mayo de 2014.
Nació en Santomera (Murcia) en el seno de una humilde familia de jornaleros. En una tierra pobre, el analfabetismo era la regla general del ambiente a finales del siglo XIX y principios del XX. Siendo la mayor de nueve hermanos, Mª Josefa entró muy joven a servir en casa de un adinerado comerciante de Santomera, José Fernández, más conocido como Pepe Ireno. Durante esos años, Madre Esperanza aprendería las primeras letras gracias al interés de los hijos de Pepe.
El 15 de Octubre de 1915 entró como religiosa en el convento de clausura de las “Hijas del Calvario” en Villena (España). Esta Congregación fue agregada al Instituto de las “Misioneras Claretianas” el año 1920, hoy llamadas Hijas de la Enseñanza de María Inmaculada. Sería en esos años cuando Madre Esperanza comenzó a cultivar su formación humana y espiritual.
Madre Esperanza fue enviada años más tarde al convento de Vélez Rubio, dedicándose a la enseñanza de niños. Al transcurrir un año de este nuevo destino fue trasladada, esta vez a Madrid, donde residió con los Padres Claretianos, congregación de la que también sería separada más tarde.
El motivo de estos continuos traslados era la incertidumbre de la Santa Iglesia ante Madre Esperanza como consecuencia de los hechos observados en su persona. Se decía que se habían notado en ella algunas “cosas sobrenaturales”, tratando de determinar si estos hechos provenían de Dios o sólo eran “engaños o fantasías”. Ante esta tesitura se pone a la Madre Esperanza bajo observación del Santo Oficio, pero pronto se decide dar el voto de confianza a una persona que había demostrado su dedicación a Dios y su buena voluntad.
En la Nochebuena de 1930 salió de este Instituto para fundar, en Madrid, la Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso, una congregación que acogía a pobres y niños.
En un minúsculo piso de la calle de Velázquez, en Madrid, con el apoyo económico de la condesa de Fuensalida, y la asistencia espiritual del sacerdote Esteban Ecay, Madre Esperanza de Jesús puede emitir sus votos con unas pocas Hermanas que la han seguido en la naciente Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso.
Los niños serán los primeros beneficiarios y también los pobres, los ancianos y los sacerdotes. Y sin embargo, la incomprensión, la oposición y la persecución seguirán acechando. Seguirá el rosario de pruebas que marcan la especial presencia de Dios en las almas realmente grandes. El Obispo de Madrid, niega su bendición y aprobación y ordena y manda que nadie la ayude y colabore con ella. No teniendo permiso para tener el Santísimo en la capilla, durante 30 años, niñas y religiosas desfilaban cada mañana hasta la parroquia más próxima. A pesar de todos los obstáculos, al poco tiempo se expandieron por diversos puntos de la geografía española conventos de esta congregación.
Con el estallido de la contienda civil española y los prolegómenos de la II Guerra Mundial, la santomerana viaja a Roma en 1936. Allí tiene que defenderse ante el Santo Oficio de acusaciones y difamaciones sobre su persona y sobre la Congregación recién nacida.
Cuando estalló la II Guerra Mundial se entregó al cuidado de los heridos afectados por los bombardeos y de las víctimas de la guerra. Fue en estos momentos cuando se ocupó de proporcionar alimentos a aquellos que entonces nada tenían. Durante esos difíciles años no sólo estará dedicada a estos avatares, sino que también procede a nuevas fundaciones de conventos en territorio italiano.
La fundación de una nueva Congregación de los Hijos del Amor Misericordioso en la ciudad italiana de Collevalenza el 15 de agosto de 1951 fue un punto clave en la trayectoria biográfica de Madre Esperanza. Fue en esta ciudad, perteneciente a la diócesis de Todi, donde Madre Eperanza se establece definitivamente.
Desde allí la devoción del Amor Misericordioso conocerá un rápido desarrollo y expansión por Italia, al igual que años atrás lo había conseguido por distintas partes de España. Consagró y dedicó toda su vida al Señor y a la misión de darlo a conocer, a todas las personas, como un Padre y una tierna Madre.
Con objeto de difundir el concepto de la gran amabilidad de Dios y de su ilimitado Amor para con los hombres, realizó en Collevalenza (Italia) el Santuario del Amor Misericordioso, donde Madre Esperanza consumará su vida dedicada íntegramente a la ayuda a los más necesitados. La Madre Esperanza tenía experiencias místicas, construyó el Santuario confiada en la Divina Providencia y obedeciendo a la voluntad de Dios, que por expreso pedido de Él e indicando un lugar preciso por medio de la religiosa, se excavó un pozo de 122 metros de profundidad donde salió el agua descrita por Jesús: “esta es el agua de mi misericordia”. Allí construyó piscinas para que los enfermos puedan bañarse pidiendo la curación tanto física y del alma. También hay una fuente donde pueden tomar el agua.
Atendió a los peregrinos que se acercaban hasta el santuario, escuchándolos y dándoles consejo y consuelo. Se llega a decir de Madre Esperanza que “su corazón vivía en el cielo pero sus pies estaban en la tierra”. San Juan Pablo II, el mismo año que publicó su Encíclica “Dives in Misericordia”, visitó el Santuario el 22 de noviembre de 1981, en su primera visita fuera del Vaticano luego del atentado que sufrió el 13 de Mayo, para dar gracias al Amor Misericordioso: “Hemos venido en visita a este santuario porque a la misericordia de Dios somos deudores de nuestra salud”.
Su vida estuvo señalada por diversas enfermedades de las que solía sanar, muchas veces bajo el asombro de los médicos que la curaban. Sólo la enfermedad que la acechó en los últimos días de su vida acabó con la la labor de Madre Esperanza en la tierra, a la edad de 90 años. Falleció el 8 de febrero de 1983 en Collevalenza, un pueblecito del Municipio de Todi en Roma. Sus restos mortales descansan en la cripta del Santuario del Amor Misericordioso de Collevalenza. Fue beatificada por el papa Francisco el 31 de mayo de 2014.
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