En Madrid, capital de España, san Pedro Poveda Castroverde, presbítero y mártir, fundador de la Institución Teresiana destinada a promover la formación cristiana, que al comienzo de la persecución contra la Iglesia fue asesinado por odio a la religión, dando un claro testimonio de su fe.
Nació en Linares, Jaén. Ingresó en el seminario diocesano de Jaén, y en 1984, pasó al de Guadix, donde estudió Teología, y fue ordenado sacerdote en 1897. En la universidad de Sevilla consiguió el doctorado en Teología. A partir de entonces compatibilizó sus tareas como profesor del seminario con la acción social en las cuevas que rodean la localidad de Linares, y decidió vivir en una de ella para entender mejor su estilo de vida. En 1901 fue nombrado prelado doméstico por el papa León XIII. En 1902 abrió en el barrio de la Ermita Nueva, en Guadix, las escuelas del Sagrado Corazón de Jesús en las que se dedicó a cuidar y educar a los más necesitados.
En 1906 se trasladó a Covadonga al obtener una canonjía, donde comenzó a dar forma a su idea de la Institución Teresiana que irá desarrollando hasta 1911, donde abrió en Oviedo la primera academia para estudiantes de magisterio, pues entendía que era una de las más urgentes necesidades de la Iglesia para proveer de maestros católicos seglares, pero consagrados al Señor. Buscó los últimos métodos pedagógicos, en medio de un ambiente cordial y alegre con un clima de familia estimulante y atractivo.
En 1913 fue nombrado canónigo en Jaén, y fue en este año cuando conoció a su más estrecha colaboradora: Josefa Segovia, una joven de 22 años que había terminado sus estudios de magisterio en Madrid. Nombrado profesor de Escuela Normal, halló en ella un amplio campo para sus planes. Trabajó también como profesor del seminario y se le pidió su presencia en la Asociación de Prensa y en la Campaña Nacional contra el Analfabetismo. Ecribió: “Ensayo de proyectos pedagógicos para la fundación de una Institución Católica de Enseñanza”. “Simulacro pedagógico”. “Diario de una fundación”. “Alrededor de un proyecto”. En 1914 creó en Madrid, la primera residencia femenina universitaria española. En 1917 fundó finalmente la Institución Teresiana, con un carisma laical, que se adelantó a las formas de vida consagrada, que después del Vaticano II, se desarrollará en la Iglesia. Con ella impulsaba la acción de los laicos en la Iglesia y la presencia de las mujeres en la sociedad, que en aquellos momentos constituían una novedad.
En 1921 se trasladó definitivamente a Madrid tras ser nombrado capellán real. Dos años más tarde entró a formar parte de la Junta Nacional contra el Analfabetismo y sus academias se extendieron en la mayor parte del país. En 1929 creó la Asociación de Estudiantes Católicos y participó en la creación de la Fundación de Amigos de la Enseñanza. Al año siguiente fundó la liga femenina de Orientación y Cultura. Fue nombrado consiliario de la Asociación Católica de Padres de Familia.
A partir de 1932 hasta su muerte se dedicó intensamente a la Institución Teresiana y al trabajo con los universitarios. “Creer y enmudecer no es posible” había dicho. Pudo haberse marchado al extranjero con su hermano Carlos, pero no quiso, y además siguió llevando la sotana. Los dos hermanos fueron arrestados y llevados a la central sindical obrera, donde fueron interrogados. Pedro se entregó libremente diciendo “soy sacerdote de Cristo”. Carlos, abogado del Tribunal Tutelar de Menores, movió sus influencias y salió libre, pero los milicianos no dejaron salir de ninguna manera al sacerdote. Fue fusilado por ser sacerdote durante la guerra civil por el Frente Popular. Dos teresianas encontraron su cadáver en el cementerio del Este, y su hermano consiguió que fuera enterrado en el cementerio de San Lorenzo y San José. Fue canonizado el 4 de mayo de 2003, en España por san Juan Pablo II.
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