Nicolás Gross nació el 30 de septiembre de 1898. Su padre era minero en Niederweningern, cerca de la ciudad de Essen (Alemania). Desde su adolescencia comenzó a trabajar, especialmente como minero, y aprovechaba el poco tiempo libre que le quedaba para estudiar. En 1917 se afilió a la asociación sindical de los mineros cristianos. A los 22 años fue elegido secretario de la sección juvenil de ese sindicato.
Contrajo matrimonio con Elisabeth Koch, de la que tuvo siete hijos. Amaba su familia más que cualquier cosa y fue un padre ejemplar. Se distinguía por un profundo sentido de responsabilidad en todos los ámbitos de su vida. Al inicio de 1927 comenzó a colaborar en el periódico del sindicato, del que pronto llegó a ser jefe de redacción. Ayudó a orientar a los obreros católicos en muchos temas que afectaban a la sociedad de su tiempo. Fue un apóstol católico en el campo de la doctrina social de la Iglesia. Por esa razón, desde el inicio del nazismo, se opuso a esa ideología política y criticó sus principios y sus actividades. Como era de prever, en 1938 el periódico fue cerrado por orden de las autoridades nazis.
Nicolás había escrito: «Se debe obedecer a Dios antes que a los hombres. Si se nos pide algo contrario a Dios o a la fe, no sólo tenemos el deber moral, sino también un deber absoluto de no obedecer. Algunos de sus escritos cayeron en manos de la Gestapo y eso llevó a su condena.
A partir del año 1940 se registró su casa; fue sometido a frecuentes interrogatorios. Después de la supresión del periódico sindical, siguió publicando breves escritos con el fin de fortalecer en la fe y en los valores éticos a los trabajadores cristianos.
El 20 de julio de 1944 se produjo un atentado fallido contra Hitler. Nicolás no participó ni en su preparación ni en su ejecución, pero fue arrestado el 12 de agosto, hacia mediodía, en su casa y trasladado a la cárcel de Ravensbrück y luego a la de Tegel, en Berlín. Su mujer lo visitó dos veces, y declaró que vio signos de tortura en sus manos y brazos. Las cartas de Nicolás desde la cárcel testimonian que encontraba en la oración la fuente de fuerza en su situación ya sin esperanzas. El 15 de enero de 1945 el presidente del tribunal popular pronunció su sentencia de muerte. La única motivación que se registra es: «Nadaba, junto con los demás, en la corriente de la traición y por eso debe morir ahogado en ella». Los nazis, que no querían mártires, después de ahorcarlo, quemaron sus restos y esparcieron sus cenizas.
El capellán de la cárcel, que desde lejos le dio la bendición en su último trayecto, refirió después: «Gross agachó la cabeza en silencio. Su rostro parecía iluminado por el esplendor de aquel por quien estaba a punto de ser acogido». Era el 23 de enero de 1945. Juan Pablo II lo beatificó el 7 de octubre de 2001.
Contrajo matrimonio con Elisabeth Koch, de la que tuvo siete hijos. Amaba su familia más que cualquier cosa y fue un padre ejemplar. Se distinguía por un profundo sentido de responsabilidad en todos los ámbitos de su vida. Al inicio de 1927 comenzó a colaborar en el periódico del sindicato, del que pronto llegó a ser jefe de redacción. Ayudó a orientar a los obreros católicos en muchos temas que afectaban a la sociedad de su tiempo. Fue un apóstol católico en el campo de la doctrina social de la Iglesia. Por esa razón, desde el inicio del nazismo, se opuso a esa ideología política y criticó sus principios y sus actividades. Como era de prever, en 1938 el periódico fue cerrado por orden de las autoridades nazis.
Nicolás había escrito: «Se debe obedecer a Dios antes que a los hombres. Si se nos pide algo contrario a Dios o a la fe, no sólo tenemos el deber moral, sino también un deber absoluto de no obedecer. Algunos de sus escritos cayeron en manos de la Gestapo y eso llevó a su condena.
A partir del año 1940 se registró su casa; fue sometido a frecuentes interrogatorios. Después de la supresión del periódico sindical, siguió publicando breves escritos con el fin de fortalecer en la fe y en los valores éticos a los trabajadores cristianos.
El 20 de julio de 1944 se produjo un atentado fallido contra Hitler. Nicolás no participó ni en su preparación ni en su ejecución, pero fue arrestado el 12 de agosto, hacia mediodía, en su casa y trasladado a la cárcel de Ravensbrück y luego a la de Tegel, en Berlín. Su mujer lo visitó dos veces, y declaró que vio signos de tortura en sus manos y brazos. Las cartas de Nicolás desde la cárcel testimonian que encontraba en la oración la fuente de fuerza en su situación ya sin esperanzas. El 15 de enero de 1945 el presidente del tribunal popular pronunció su sentencia de muerte. La única motivación que se registra es: «Nadaba, junto con los demás, en la corriente de la traición y por eso debe morir ahogado en ella». Los nazis, que no querían mártires, después de ahorcarlo, quemaron sus restos y esparcieron sus cenizas.
El capellán de la cárcel, que desde lejos le dio la bendición en su último trayecto, refirió después: «Gross agachó la cabeza en silencio. Su rostro parecía iluminado por el esplendor de aquel por quien estaba a punto de ser acogido». Era el 23 de enero de 1945. Juan Pablo II lo beatificó el 7 de octubre de 2001.
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