El Señor formó al hombre de tierra y le hizo volver de nuevo a ella; le concedió un plazo de días contados y le dio dominio sobre la tierra; lo revistió de un poder como el suyo y lo hizo a su propia imagen; impuso su temor a todo viviente, para que dominara a bestias y aves.
Les formó boca y lengua y ojos y oído s y mente para entender; los colmó de inteligencia y sabiduría y les enseñó el bien y el mal; les mostró sus maravillas, para que se fijaran en ellas, para que alaben el santo nombre y cuenten sus grandes hazañas.
Les concedió inteligencia y en herencia una ley que da vida; hizo con ellos alianza eterna, enseñándoles sus mandamientos.
Sus ojos vieron la grandeza de su gloria, y sus oídos oyeron la majestad de su voz.
Les ordenó abstenerse de toda idolatría y les dio preceptos acerca del prójimo.
Sus caminos están siempre en su presencia, no se ocultan a sus ojos.
En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
-«Dejad. que los niños se acerquen a mi: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de
Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
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