

-«Ponte a la puerta del templo, y grita allí esta palabra: “ ¡Escucha, Judá, la palabra del Señor, los que entráis por esas puertas para adorar al Señor!
Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel:
Enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, y habitaré con vosotros en este lugar.
No os creáis seguros con palabras engañosas, repitiendo: ‘Es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor.’
Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo, si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda, si no derramáis sangre inocente en este lugar, si no seguís a dioses extranjeros, para vuestro mal, entonces habitaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres, desde hace tanto tiempo y para siempre.
Mirad: Vosotros os fiáis de palabras engañosas que no sirven de nada.
¿De modo que robáis, matáis, adulteráis, juráis en falso, quemáis incienso a Baal, seguís a dioses extranjeros y desconocidos, y después entráis a presentaros ante mí en este templo, que lleva mi nombre, y os decís: ‘Estamos salvos’, para seguir cometiendo esas abominaciones?
¿Creéis que es una cueva de bandidos este templo que lleva mí nombre? Atención, que yo lo he visto.”»
Oráculo del Señor.

- El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
- Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?
El les dijo:
- Un enemigo lo ha hecho.
Los criados le preguntaron:
-¿Quieres que vayamos a arrancarla?
Pero él les respondió:
- No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega, y cuando llegue la siega diré a los segadores:
- Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.
Les propuso esta otra parábola:
El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola:
El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta:«Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
- Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.
El les contestó:
- El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.
Palabra del Señor.
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