Querido Gayo:	
	
	
Te portas con plena lealtad en todo lo que haces por los hermanos, y eso que para ti son extraños. Ellos han hablado de tu caridad ante la Iglesia.	
	
	
Por favor, provéelos para el viaje como Dios se merece; ellos se pusieron en camino para trabajar por el	
	
	
Nombre, sin aceptar nada de los paganos. Por eso debemos sostener nosotros a hombres como estos, para hacernos colaboradores de la verdad.	
	
	
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.	
	
	
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”.	
	
	
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».	
	
	
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».	
	
Palabra del Señor.



No hay comentarios:
Publicar un comentario