En la ciudad de Nola, en la Campania (hoy Italia), san Félix, presbítero, el cual, según cuenta san Paulino, mientras arreciaba la persecución fue encarcelado y sometido a crueles sevicias. Restablecida la paz, pudo volver entre los suyos y vivió en la pobreza hasta una venerable ancianidad, como invicto confesor de la fe.
Parece que nació en Nola y era hijo de un soldado romano de origen sirio muy rico, que se había establecido en Nola. Heredó un rico patrimonio con su hermano Hermías. Fue ordenado sacerdote y se dedicó al servicio de su obispo san Máximo de Nola, especialmente durante la persecución de Decio; fue encarcelado y recibió tormento, pero consiguió escapar (según la leyenda fue un ángel que le rompió las cadenas) y fue en busca del obispo san Máximo, anciano y enfermo, en un lugar abandonado, que le ayudó a encontrar un refugio hasta que pasara el peligro.
En una nueva persecución, quizás en la de Valeriano, le confiscaron todos sus bienes. Al morir Máximo quisieron hacerle obispo, y él se negó, le dijeron que podía reclamar sus bienes y se negó también, ya que no quería recuperar lo que perdió por Cristo. Pero tuvo que aceptar el episcopado que rigió con gran generosidad. Pasó los últimos años de su vida en ascética pobreza, trabajando como colono en un pequeño campo para proveer a su sustento y al ejercicio de la caridad. Su Pasión la escribió san Paulino de Nola. Su tumba, gracias a su fama taumatúrgica, se convirtió en uno de los lugares más venerados de Occidente. Desde 1969 se ha limitado su culto a los calendarios locales. La "Leyenda Dorada" lo confunde con san Casiano.
Parece que nació en Nola y era hijo de un soldado romano de origen sirio muy rico, que se había establecido en Nola. Heredó un rico patrimonio con su hermano Hermías. Fue ordenado sacerdote y se dedicó al servicio de su obispo san Máximo de Nola, especialmente durante la persecución de Decio; fue encarcelado y recibió tormento, pero consiguió escapar (según la leyenda fue un ángel que le rompió las cadenas) y fue en busca del obispo san Máximo, anciano y enfermo, en un lugar abandonado, que le ayudó a encontrar un refugio hasta que pasara el peligro.
En una nueva persecución, quizás en la de Valeriano, le confiscaron todos sus bienes. Al morir Máximo quisieron hacerle obispo, y él se negó, le dijeron que podía reclamar sus bienes y se negó también, ya que no quería recuperar lo que perdió por Cristo. Pero tuvo que aceptar el episcopado que rigió con gran generosidad. Pasó los últimos años de su vida en ascética pobreza, trabajando como colono en un pequeño campo para proveer a su sustento y al ejercicio de la caridad. Su Pasión la escribió san Paulino de Nola. Su tumba, gracias a su fama taumatúrgica, se convirtió en uno de los lugares más venerados de Occidente. Desde 1969 se ha limitado su culto a los calendarios locales. La "Leyenda Dorada" lo confunde con san Casiano.
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