viernes, 23 de octubre de 2020

San Severino Boecio

En Pavía, de la provincia de Liguria, conmemoración de san Severino Boecio, mártir, insigne por su ciencia y sus escritos, que estando encarcelado compuso un tratado sobre la consolación de la filosofía y sirvió a Dios con fidelidad hasta la muerte que le infligió el rey Teodorico.

Anicio Manlio Severino Boecio, pertenecía a una de las más ilustres familias romanas, la "gens Anicia". Severino, que perdió muy joven a sus padres, quedó al cuidado de Aurelio Símaco, de quien llegó a ser íntimo amigo y con cuya hija, Rusticiana, contrajo matrimonio. 

Debía ser sin duda muy estudioso, pues antes de cumplir treinta años era ya famoso por su erudición. Severino Boecio emprendió la traducción al latín de todas las obras de Platón y Aristóteles, cuya armonía fundamental quería demostrar. Desgraciadamente, no consiguió terminar esta. Por otra parte, no carecía de talento práctico, ya que Casiodoro le pide en una carta que construya un reloj de agua y un reloj de sol para el rey de Borgoña. Boecio era también teólogo (no olvidemos que la familia de los Anicios era cristiana desde la época de Constantino) y se conservan varios tratados suyos en particular uno sobre la Santísima Trinidad. Las obras de Boecio ejercieron gran influencia en la Edad Media, sobre todo en el desarrollo de la lógica. No en vano se le ha llamado "el último de los filósofos romanos y el primero de los teólogos escolásticos". Sus traducciones fueron durante mucho tiempo la base del estudio de la filosofía griega en occidente.

Teodorico, rey de los ostrogodos, le nombró cónsul el año 510. Doce años más tarde, Boecio llegó a lo que él calificó de "momento más brillante de su vida", pues sus dos hijos fueron nombrados cónsules y él pronunció ante ellos un discurso de alabanza a Teodorico. Poco después el rey le nombró "maestro de oficios", que era uno de los cargos más importantes y de mayor responsabilidad. Pero su caída estaba muy próxima.

El anciano Teodorico entró en sospechas de que ciertos miembros del senado romano estaban conspirando en Constantinopla con el emperador Justiniano para arrojar a los ostrogodos de Italia. El ex-cónsul Albino fue acusado de participar en la conspiración y Boecio subió a la tribuna a defenderle. No sabemos con certeza si tal conspiración existió o no; en todo caso, parece cierto que Boecio no tomó parte en ella. Sin embargo, fue encarcelado en la prisión de Ticinum (Pavía). Se le acusaba no sólo de traición, sino también de sacrilegio, es decir de haber empleado las matemáticas y la astronomía para fines impíos. Los jueces fallaron en su contra y Boecio pronunció un discurso amargamente despectivo contra el senado, ya que sólo Símaco, su suegro, había salido a defenderle.

Durante los nueve meses que pasó preso, Boecio escribió “De consolatione philophiae”, que es la más famosa de sus obras. Se trata de un diálogo interrumpido por varios poemas, entre el autor y la filosofía. La prisión de Boecio terminó con el asesinato. Según se dice, fue brutalmente torturado. Fue sepultado en la antigua catedral de Ticinum. Sus reliquias se encuentran actualmente en la iglesia de San Pedro in Ciel d'Oro, en Pavía.

A lo que parece, todo el mundo consideró a Boecio como mártir. La influencia y popularidad de sus obras en la Edad Media se debió, en parte, a que había muerto por la fe. Sin embargo, todas las pruebas indican más bien que murió por razones políticas. León XIII confirmó su culto en 1883.

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