Nacio el 26 de Octubre de 1828 en turín, Italia, y muere el 30 de Marzo de 1900. era penúltimo de los 8 hijos de la familia "Murialdo Rho", un hogar acomodado y unido.
Cuando era pequeño lo llamaban con el dulce nombre de "NADINO". A los 5 años, pierde a su querido Papá, y su madre Teresa Rho piensa darle una mejor educación, enviándolo a un colegio de los Padres Escolapios, en Savona.
Su bondad y su empeño en los estudios son objeto de una verdadera persecución de parte de algunos compañeros, tanto que Nadino, suy sensible y necesitado de amistad, como cualquier adolescente, tiene una fuerte crisis interior, cuando está en la preparatoria. Para salir de la crisis, toma una desición valiente: salirse del colegio a pesar de estar a un año de coronar sus estudios con honores.
El mismo Leonardo recordará siempre ésta experiencia como decisiva para su opción de fé y de su vocación. En casa, cerca de su madre Nadino recobra de nuevo serenidad y paz. Termina en Turín sus estudios y empieza a pensar seriamente en su porvenir.
Durante una experiencia profunda de oración, Murialdo siente en su corazón el deseo de consagrarse al Señor totalmente. Piensa ingresar a un convento de Capuchinos, pero Nadino, antes de las grandes decisiones, siempre consulta a su guía espiritual. Éste, conociendo profundamente el carácter de Leonardo y sus cualidades, le dice que esa no es la voluntad de Dios, y le aconseja entrar más bien en un seminario. Nadino, obediente, entra en seminario como externo.
Naturalmente la primera en saber la decisión es mamá Teresa, quien acoge la noticia con la alegría de las madres santas. Ella habia tanto rezado para tener un sacerdote en su familia. Pero no todos los parientes son entusiastas, especialmente un medio tío, que de religíon y de Dios no quería saber mucho, se propone disuadir a nuestro joven de su propósito, hasta le invita con él a un viaje para proponerle brillantes carreras... pero Nadino ya ha decidido: ¡será Sacerdote!.
En 1845 inicia sus estudios de Teología y en el tiempo libre se dedica a los demás: demuestra enseguida una notable sensibilidad hacia los jóvenes que vagan por la periferia de Turín, desorientados, en un tiempo difícil, de problemas sociales y de turbulencias políticas, que generan mucha pobreza y violencia.
No es el tipo que se contenta con "hacer la caridad", piensa en grande, piensa en las alternativas para sacar de ocio y de la violencia a tantos niños y jóvenes. Empieza recogiendo en su noble casa a los limpiachimeneas y jóvenes que han llegado a la cuidad de los campos, en busca de un trabajo. A los muchachos de las pandillas de barrio, los invita a pasarse los fines de semana en un improvisado "centro juvenil", el "Oratorio", y vislumbra ya su campo de acción apostólica: los jóvenes, los huérfanos, los chavos de la calle y de la periferia.
¡El 20 de Septiembre de 1851 es ordenado Sacerdote!.
En su agenda espiritual escribe: "quiero ser un Sacerdote piadoso y culto; empeñado en la defensa de la Iglesia, valiente y prudente, dulce, listo para todos los trabajos, habierto a todas las personas, a todos los signos de los tiempos".
Para ayudar a los jóvenes cuenta mucho con la ayuda de sus mismos hermanos, quienes con dinero y persona lo sostienen; y así Leonardo se entrega completamente a los muchachos de la calle, llega a hacerse amigo de las pandillas, entra líbremente en las cárceles de menores...
Don Bosco le pide que dirija un "Oratorio" y en el año de 1866 le piden la dirección del Colegio de los Artesanitos", un instituto para muchachos y jóvenes huérfanos o muy necesitados. Leonardo Murialdo por 34 años se hace Padre, Hermano, Amigo y Maestro de miles de jóvenes, que habían tenido por escuela sólo la calle.
Murialdo proporciona a sus "artesanitos", con creatividad y mucho amor, una sólida formación cristiana y una profesión honrada. Para dar continuidad a su acción aducativa, el 19 de Marzo de 1873 funda la "Congregación de San José".
Su lema es "HACER Y CALLAR".
A sus hermanos empeñados en el trabajo entre los jóvenes recomienda: "Hacer el bien...¡pero hacerlo bien!".
En Italia de las últimas décadas de 1800 lo encontramos a la vanguardia de las iniciativas de la Iglesia: la defensa de los jóvenes trabajadores, la Prensa Católica, la Acción Católica, las responsabilidades de los Laicos...
Concretiza su amor a los jóvenes, los marginados, con una multitud de iniciativas: colegios, centros juveniles, colonias agrícolas, casas-familia, asociaciones, etc...
Da todas sus capacidades, sus recursos, todo de sí mismo para cuantos no tienen casa, no tienen afecto, no conocen el amor de Dios. Muere en Turín, el 30 de Marzo de 1900.
SAN LEONARDO MURIALDO: Un hombre que ha vivido hasta lo más profundo el Amor de Dios y ha respondido con su vida hecha AMOR a los jóvenes, a los últimos.
El Papa Paulo VI, en el día de su canonización, habló de Leonardo Murialdo como "HOMBRE EXTRAORDINARIO EN LO ORDINARIO", porque supo vivir intensamente, con mucho amor y servicio, cada momento de su vida.
ESPIRITUALIDAD
S. Leonardo Murialdo cree fuertemente en Dios-Amor. Lo cree con toda su mente y corazón debido a su experiencia personal, profundizada en la oración. Si Dios es 'Quien me ama' y me ama de manera gratuita, personal, actual, infinita y misericordiosa, entonces también yo tengo que amar así. ¡La vida, mi propia vida, tiene sólo esta finalidad! Su fe en Dios-amor se tiñe de confianza en la Providencia: una confianza absoluta y filial."¡Dejémonos amar por Dios, dejemos que Él disponga de nuestra vida como quiere! "S. Leonardo está convencido de sus propios límites y miserias; se trata de una convicción profunda y sufrida, que poco a poco se vuelve más serena. Sabe esperar los pasos de la Providencia sin apremio. Cuando logra entender el proyecto de Dios, se compromete con todas sus energías y capacidades, con entusiasmo y ardor.
Las devociones a la Eucaristía, a la Pasión del Señor y al Sagrado Corazón, vividas como signos del amor misericordioso de Dios, sustentan su camino de santidad. En la Virgen María, invocada como medianera de gracia y madre de la misericordia, S. Leonardo encuentra a una madre tierna y generosa, presente de continuo en su propia vida con su potente intercesión. Dios te ama - Providencia - Voluntad de Dios - Oración En otras palabras: El amor de Dios, porque es infinito, alcanza al hombre en lo profundo de su hoy, esto es, de su persona individual inmersa en su actualidad. El amor como respuesta debe llevar al hombre, partiendo de la concreción de su hoy, a encontrar a Dios como persona, que sea su todo, y a encontrar a los hermanos como personas en su hoy, con dedicación infinita para su salvación y su crecimiento en el amor a Dios (p. Roberto Salvati, Espiritualidad de San Leonardo Murialdo, 1996).
Su espiritualidad en 12 frases.
1. Dios me quiere. ¡Es verdad! Dios me quiere. ¡Qué alegría! ¡Qué consuelo! Dios me quiere con amor eterno, personal, gratuito, infinito y misericordioso. Dios me quiere. Él no se olvida nunca, me sigue y siempre me conduce. ¡Dejémonos amar por Dios!
2. Los tres milagros del amor de Dios. El Pesebre con Jesús niño: él nos enseña humildad, pobreza, resignación. El Calvario con Jesús crucificado: es cátedra que enseña las grandes verdades del amor de Dios para los hombres y del amor de los hombres por Dios. La Eucaristía con Jesús sacramentado: es la perfección del amor; Jesús viene a nosotros, nos quiere, se une a nosotros.
3. ¡Amar a Dios es felicidad! Decidamos ser realmente amantes, pero tiernos amantes, generosos amantes. Amar a Dios significa hacer, siempre y con alegría, lo que él quiere y como lo quiere porque su voluntad es nuestro bien solo y único.
4. Amar a Dios comporta tener una entrega total y una inmensa confianza en su Providencia que todo lo hace bien por nosotros. ¡Dejemos actuar a Dios! Él nos quiere más de lo que podamos querernos a nosotros mismos, y nuestra vida está mejor en sus manos que en las nuestras.
5. Jesús es nuestro modelo: pensar, sentir, juzgar como él. El espíritu de Jesús es espíritu de amor del Padre, de humildad y de oración; es celo por la gloria de Dios y el bien del prójimo; es caridad operante.
6. La oración es el alma y la fuerza del hombre. Hágase con humildad, confianza y perseverancia. No basta, sin embargo, rezar, hace falta rezar bien, es decir, con el corazón.
7. La humildad es la base y el principio de la conversión. Que no nos depriman nuestros defectos, sino sirvan para santificarnos. No tenemos que asombrarnos de ellos, más bien tenemos que dar gracias a Dios por no haber hecho peor. Dios, infinitamente bueno e infinitamente misericordioso, siempre está dispuesto a perdonarnos y a acogernos. ¡Es padre!
8. Caridad es ver y decir lo bueno de cada uno, perdonar de corazón, tener cara serena, amabilidad, dulzura. Como sin fe no se agrada a Dios, así sin dulzura no se agrada al prójimo.
9. El amor de Dios haga surgir el celo por la salvación de los hermanos. Actuemos no como filántropos o sociólogos, sino como apóstoles para difundir el reino de Cristo sobre la tierra. Animémonos a hacer mucho y sobre todo a hacer bien actuando en unidad de acción y amistad.
10. María, nuestra Madre, es la más amante, la más cariñosa de las madres. Es madre de Dios, por lo tanto, consigue todo. Es nuestra madre, por lo tanto no nos niega nada. Es madre de misericordia: echémonos en brazos.
11. San José, el humilde artesano de Nazaret, nos enseña cómo hacer compañía a Jesús: cómo quererle, rezarle, servirle.
12. Queramos a la Iglesia, nuestra tierna madre, con amor férvido y operativo. Necesitamos sentir, sufrir, obrar con la Iglesia. Obedecemos y queremos al papa porque es vicario de Jesucristo, es nuestro padre, es nuestro maestro. El amor del papa es el carnet del auténtico católico.
Cuando era pequeño lo llamaban con el dulce nombre de "NADINO". A los 5 años, pierde a su querido Papá, y su madre Teresa Rho piensa darle una mejor educación, enviándolo a un colegio de los Padres Escolapios, en Savona.
Su bondad y su empeño en los estudios son objeto de una verdadera persecución de parte de algunos compañeros, tanto que Nadino, suy sensible y necesitado de amistad, como cualquier adolescente, tiene una fuerte crisis interior, cuando está en la preparatoria. Para salir de la crisis, toma una desición valiente: salirse del colegio a pesar de estar a un año de coronar sus estudios con honores.
El mismo Leonardo recordará siempre ésta experiencia como decisiva para su opción de fé y de su vocación. En casa, cerca de su madre Nadino recobra de nuevo serenidad y paz. Termina en Turín sus estudios y empieza a pensar seriamente en su porvenir.
Durante una experiencia profunda de oración, Murialdo siente en su corazón el deseo de consagrarse al Señor totalmente. Piensa ingresar a un convento de Capuchinos, pero Nadino, antes de las grandes decisiones, siempre consulta a su guía espiritual. Éste, conociendo profundamente el carácter de Leonardo y sus cualidades, le dice que esa no es la voluntad de Dios, y le aconseja entrar más bien en un seminario. Nadino, obediente, entra en seminario como externo.
Naturalmente la primera en saber la decisión es mamá Teresa, quien acoge la noticia con la alegría de las madres santas. Ella habia tanto rezado para tener un sacerdote en su familia. Pero no todos los parientes son entusiastas, especialmente un medio tío, que de religíon y de Dios no quería saber mucho, se propone disuadir a nuestro joven de su propósito, hasta le invita con él a un viaje para proponerle brillantes carreras... pero Nadino ya ha decidido: ¡será Sacerdote!.
En 1845 inicia sus estudios de Teología y en el tiempo libre se dedica a los demás: demuestra enseguida una notable sensibilidad hacia los jóvenes que vagan por la periferia de Turín, desorientados, en un tiempo difícil, de problemas sociales y de turbulencias políticas, que generan mucha pobreza y violencia.
No es el tipo que se contenta con "hacer la caridad", piensa en grande, piensa en las alternativas para sacar de ocio y de la violencia a tantos niños y jóvenes. Empieza recogiendo en su noble casa a los limpiachimeneas y jóvenes que han llegado a la cuidad de los campos, en busca de un trabajo. A los muchachos de las pandillas de barrio, los invita a pasarse los fines de semana en un improvisado "centro juvenil", el "Oratorio", y vislumbra ya su campo de acción apostólica: los jóvenes, los huérfanos, los chavos de la calle y de la periferia.
¡El 20 de Septiembre de 1851 es ordenado Sacerdote!.
En su agenda espiritual escribe: "quiero ser un Sacerdote piadoso y culto; empeñado en la defensa de la Iglesia, valiente y prudente, dulce, listo para todos los trabajos, habierto a todas las personas, a todos los signos de los tiempos".
Para ayudar a los jóvenes cuenta mucho con la ayuda de sus mismos hermanos, quienes con dinero y persona lo sostienen; y así Leonardo se entrega completamente a los muchachos de la calle, llega a hacerse amigo de las pandillas, entra líbremente en las cárceles de menores...
Don Bosco le pide que dirija un "Oratorio" y en el año de 1866 le piden la dirección del Colegio de los Artesanitos", un instituto para muchachos y jóvenes huérfanos o muy necesitados. Leonardo Murialdo por 34 años se hace Padre, Hermano, Amigo y Maestro de miles de jóvenes, que habían tenido por escuela sólo la calle.
Murialdo proporciona a sus "artesanitos", con creatividad y mucho amor, una sólida formación cristiana y una profesión honrada. Para dar continuidad a su acción aducativa, el 19 de Marzo de 1873 funda la "Congregación de San José".
Su lema es "HACER Y CALLAR".
A sus hermanos empeñados en el trabajo entre los jóvenes recomienda: "Hacer el bien...¡pero hacerlo bien!".
En Italia de las últimas décadas de 1800 lo encontramos a la vanguardia de las iniciativas de la Iglesia: la defensa de los jóvenes trabajadores, la Prensa Católica, la Acción Católica, las responsabilidades de los Laicos...
Concretiza su amor a los jóvenes, los marginados, con una multitud de iniciativas: colegios, centros juveniles, colonias agrícolas, casas-familia, asociaciones, etc...
Da todas sus capacidades, sus recursos, todo de sí mismo para cuantos no tienen casa, no tienen afecto, no conocen el amor de Dios. Muere en Turín, el 30 de Marzo de 1900.
SAN LEONARDO MURIALDO: Un hombre que ha vivido hasta lo más profundo el Amor de Dios y ha respondido con su vida hecha AMOR a los jóvenes, a los últimos.
El Papa Paulo VI, en el día de su canonización, habló de Leonardo Murialdo como "HOMBRE EXTRAORDINARIO EN LO ORDINARIO", porque supo vivir intensamente, con mucho amor y servicio, cada momento de su vida.
ESPIRITUALIDAD
S. Leonardo Murialdo cree fuertemente en Dios-Amor. Lo cree con toda su mente y corazón debido a su experiencia personal, profundizada en la oración. Si Dios es 'Quien me ama' y me ama de manera gratuita, personal, actual, infinita y misericordiosa, entonces también yo tengo que amar así. ¡La vida, mi propia vida, tiene sólo esta finalidad! Su fe en Dios-amor se tiñe de confianza en la Providencia: una confianza absoluta y filial."¡Dejémonos amar por Dios, dejemos que Él disponga de nuestra vida como quiere! "S. Leonardo está convencido de sus propios límites y miserias; se trata de una convicción profunda y sufrida, que poco a poco se vuelve más serena. Sabe esperar los pasos de la Providencia sin apremio. Cuando logra entender el proyecto de Dios, se compromete con todas sus energías y capacidades, con entusiasmo y ardor.
Las devociones a la Eucaristía, a la Pasión del Señor y al Sagrado Corazón, vividas como signos del amor misericordioso de Dios, sustentan su camino de santidad. En la Virgen María, invocada como medianera de gracia y madre de la misericordia, S. Leonardo encuentra a una madre tierna y generosa, presente de continuo en su propia vida con su potente intercesión. Dios te ama - Providencia - Voluntad de Dios - Oración En otras palabras: El amor de Dios, porque es infinito, alcanza al hombre en lo profundo de su hoy, esto es, de su persona individual inmersa en su actualidad. El amor como respuesta debe llevar al hombre, partiendo de la concreción de su hoy, a encontrar a Dios como persona, que sea su todo, y a encontrar a los hermanos como personas en su hoy, con dedicación infinita para su salvación y su crecimiento en el amor a Dios (p. Roberto Salvati, Espiritualidad de San Leonardo Murialdo, 1996).
Su espiritualidad en 12 frases.
1. Dios me quiere. ¡Es verdad! Dios me quiere. ¡Qué alegría! ¡Qué consuelo! Dios me quiere con amor eterno, personal, gratuito, infinito y misericordioso. Dios me quiere. Él no se olvida nunca, me sigue y siempre me conduce. ¡Dejémonos amar por Dios!
2. Los tres milagros del amor de Dios. El Pesebre con Jesús niño: él nos enseña humildad, pobreza, resignación. El Calvario con Jesús crucificado: es cátedra que enseña las grandes verdades del amor de Dios para los hombres y del amor de los hombres por Dios. La Eucaristía con Jesús sacramentado: es la perfección del amor; Jesús viene a nosotros, nos quiere, se une a nosotros.
3. ¡Amar a Dios es felicidad! Decidamos ser realmente amantes, pero tiernos amantes, generosos amantes. Amar a Dios significa hacer, siempre y con alegría, lo que él quiere y como lo quiere porque su voluntad es nuestro bien solo y único.
4. Amar a Dios comporta tener una entrega total y una inmensa confianza en su Providencia que todo lo hace bien por nosotros. ¡Dejemos actuar a Dios! Él nos quiere más de lo que podamos querernos a nosotros mismos, y nuestra vida está mejor en sus manos que en las nuestras.
5. Jesús es nuestro modelo: pensar, sentir, juzgar como él. El espíritu de Jesús es espíritu de amor del Padre, de humildad y de oración; es celo por la gloria de Dios y el bien del prójimo; es caridad operante.
6. La oración es el alma y la fuerza del hombre. Hágase con humildad, confianza y perseverancia. No basta, sin embargo, rezar, hace falta rezar bien, es decir, con el corazón.
7. La humildad es la base y el principio de la conversión. Que no nos depriman nuestros defectos, sino sirvan para santificarnos. No tenemos que asombrarnos de ellos, más bien tenemos que dar gracias a Dios por no haber hecho peor. Dios, infinitamente bueno e infinitamente misericordioso, siempre está dispuesto a perdonarnos y a acogernos. ¡Es padre!
8. Caridad es ver y decir lo bueno de cada uno, perdonar de corazón, tener cara serena, amabilidad, dulzura. Como sin fe no se agrada a Dios, así sin dulzura no se agrada al prójimo.
9. El amor de Dios haga surgir el celo por la salvación de los hermanos. Actuemos no como filántropos o sociólogos, sino como apóstoles para difundir el reino de Cristo sobre la tierra. Animémonos a hacer mucho y sobre todo a hacer bien actuando en unidad de acción y amistad.
10. María, nuestra Madre, es la más amante, la más cariñosa de las madres. Es madre de Dios, por lo tanto, consigue todo. Es nuestra madre, por lo tanto no nos niega nada. Es madre de misericordia: echémonos en brazos.
11. San José, el humilde artesano de Nazaret, nos enseña cómo hacer compañía a Jesús: cómo quererle, rezarle, servirle.
12. Queramos a la Iglesia, nuestra tierna madre, con amor férvido y operativo. Necesitamos sentir, sufrir, obrar con la Iglesia. Obedecemos y queremos al papa porque es vicario de Jesucristo, es nuestro padre, es nuestro maestro. El amor del papa es el carnet del auténtico católico.
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