El Señor habló a Job desde la tormenta: « ¿Has mandado en tu vida a la mañana o has señalado su puesto a la aurora, para que agarre la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados, para que la transforme como arcilla bajo el sello y la tiña como la ropa; para que les niegue la luz a los malvados y se quiebre el brazo sublevado? ¿Has entrado por los hontanares del mar o paseado por la hondura del océano?
¿Te han enseñado las puertas de la muerte o has visto los portales de las sombras?
¿Has examinado la anchura de la tierra? Cuéntamelo, si lo sabes todo.
¿Por dónde se va a la casa de la luz y dónde viven las tinieblas?
¿Podrías conducirlas a su país o enseñarles el camino de casa?
Lo sabrás, pues ya habías nacido entonces y has cumplido tantísimos años.»
Job respondió al Señor:
«Me siento pequeño, ¿qué replicaré? Me taparé la boca con la mano; he hablado una vez, y no insistiré, dos veces, y no añadiré nada.»
En aquel tiempo, dijo Jesús:
-« ¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno.
Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado. »
Palabra del Señor.
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