
El santo obispo de Praga, Adalberto, fue su guía y maestro. Se casó con la piadosa e inteligente princesa Gisela o Ghísola, hermana del futuro emperador Enrique II de Baviera. En el año 997 Esteban-Vaik heredó del padre el gobierno del pueblo húngaro, y su primer objetivo fue el de reunir los 39 condados autónomos en un solo Estado política y religiosamente compacto. Envió a Roma a su mejor colaborador, el monje húngaro San Astric, a quien el Papa Silvestre II consagró obispo confiriéndole la facultad de consagrar otros obispos húngaros. Le confió también la corona con la cual Esteban, en el día de Navidad del año 1000, fue coronado rey de Hungría, con el título de "Rey apostólico".
Esteban se demostró digno de ese título: emprendió la evangelización del pueblo húngaro con la ayuda de los celosos benedictinos de Cluny, a quienes apoyó en todo el territorio con la fundación y la dotación de varios monasterios. El más célebre es el de San Martín de Pannonhalma, que llegó a ser gran centro de actividad misionera. Dividió el reino en diez diócesis y en treinta y nueve diaconías, correspondientes a los 39 condados. Fue un monarca sabio y valiente, y también diplomático. Aunque manteniendo buenas relaciones con el vecino emperador de Bizancio, se propuso consolidar los lazos con la prometedora comunidad occidental.
Los últimos años de su reinado, que duró del 997 al 1038, se vieron amargados por la prematura muerte del heredero, San Ernerico, y por las luchas por la sucesión. Cuando murió Esteban, su esposa Gisela abandonó la corte y se encerró en el monasterio benedictino de Passau. Esteban fue canonizado en 1083. Desde 1631 su fiesta fue extendida a toda la Iglesia y se celebraba el 20 de agosto, después el 2 de septiembre. El nuevo calendario ha establecido que se celebre el día más cercano al 15 de agosto, aniversario de su muerte. El santo rey murió en Szekesfehérvar.
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