Tercera Vela de ADVIENTO: LAS POSADAS
"María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel... Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?" (Lc 1,42-45)
María peregrina encuentra posada en las montañas. Isabel, su prima, le abre las puertas de su casa y abre sus brazos para recibir y dar alegres y fecundos abrazos. Hospeda y bendice a la peregrina que la viene a visitar, acompañar y servir. Encuentro precioso en la posada de Zacarías.
Símbolo: Una casita. Nos recuerda la obra de misericordia: " Venir benditos de mi padre... porque era un peregrino extranjero y me hospedaron. " (Mt 25,35).
La tradición de ‘Las Posadas' tiene grande sentido pastoral. Las posadas surgen del relato evangélico sobre las circunstancias del nacimiento de Jesús: " Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada." (Lc 2,7).
(Bonitos versos).
En nombre del cielo, les pido posada, pues no puede andar mi esposa amada.
Aquí no es mesón, sigan adelante. Yo no puedo abrir, no sea algún tunante.
No sean inhumanos déjennos entrar, que el Dios de los cielos se los premiará.
Ya se pueden ir y no molestar, porque si me enfado los voy a apalear.
Venimos rendidos, desde Nazaret, yo soy carpintero de nombre José.
No me importa el nombre: déjenme dormir, porque ya les digo que no hemos de abrir.
Posada te pide amado casero, sólo por la noche la Reina del cielo.
Pues si es una reina quien lo solicita ¿cómo es que de noche anda tan solita?
Mi esposa es María; es Reina del cielo y Madre va a ser del Divino Verbo.
Eres tú, José, tu esposa es María... entren peregrinos no los conocía.
Dios pague Señores, vuestra caridad y os colme el cielo de felicidad.
Dichosa la casa que alberga este día a la Viren Pura, la hermosa María.
La tradición bíblica de dar posada es más antigua: "Si un extranjero se instala en vuestra tierra, vosotros, no lo molestareis; será para vosotros como un nativo más y lo amarás como a ti mismo, pues también vosotros fuisteis extranjeros. Yo soy el Señor tu Dios." (Lv 19,33-34)
Jesús, nos advierte que el juicio final será sobre el cumplimiento de las obras de misericordia: "Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme... Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer; sediento y te dimos de comer?" (Mt 25,34s). Una de estas obras de misericordia es: hospedar al que no tiene hogar.
¿Aquí y ahora, a quiénes y cómo podemos dar posada?
Dar posada al peregrino es una obra de misericordia muy urgente y necesaria en este mundo donde hay tantos hombres y mujeres sin techo, ni hogar. ¡Los refugiados sociales y políticos, quienes han sido desplazados de sus casas o han tenido que huir de ellas son más de 30 millones en el mundo!
La situación de los inmigrantes, en Estados Unidos, plantea el desafío de dar posada al peregrino. Juan Pablo II retoma esta problemática en su carta Ecclesia in América: "La Iglesia es consciente de los problemas provocados por esta situación y se esfuerza en desarrollar una verdadera atención pastoral entre dichos inmigrantes, para favorecer su asentamiento en el territorio y para suscitar, al mismo tiempo una actitud de acogida por parte de las poblaciones locales..." (EIA 65).
La ayuda solidaria, con bienes materiales, víveres, ropa o dinero, a los damnificados por terremotos, inundaciones y sequías, también es una manera de dar posada al peregrino y de salir al encuentro de Jesús quien viene y vive en esas personas necesitadas de techo y pan.
El profeta Isaías nos recomienda una actitud muy importante para dar posada a los desterrados y marginados: " Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén (de la gente), grítenle que se ha cumplido su condena..." (Is 40,1ss).
El tiempo de posadas es tiempo de abrazos y besos de amistad, cariño y consuelo. Y los salmos nos invitan: " La misericordia y la verdad se abrazan, la justicia y la paz se besan." Sal (84) 85,12-12
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