Juan de Brito (1647-1693) fue uno de los primeros misioneros jesuitas de la India en adoptar elementos de la cultura local en su evangelización. La causa de su martirio fue su éxito y su firme rechazo de seguridad y honores. Aristócrata portugués por su nacimiento, a los nueve años era ya miembro de la corte y compañero del joven príncipe que luego llegaría a ser el rey Pedro II. Siendo aún joven estuvo a punto de morir por enfermedad y su madre hizo promesa de que, si vivía, iría vestido con la sotana de la Compañía durante un año. Al recobrar la salud hubo de pasearse por la corte como un jesuita en miniatura, pero su gran corazón comenzó a alimentar un fuerte deseo de entrar realmente en la Compañía. Y a pesar de la insistencia del príncipe y del rey, comenzó el noviciado en Lisboa el 17 de diciembre de 1662, a la edad de 15 años. Hizo estudios clásicos, aunque tuvo que interrumpirlos una vez por problemas de salud, y luego filosofía. El 1668 escribió al superior general pidiéndole ser enviado a Oriente como misionero, pero debía primero terminar la teología. Ordenado en febrero de 1673 abandonó Lisboa para dirigirse a Goa a mediados de marzo, y llegó a su destino en septiembre. Siguió estudiando teología en Goa y le pidieron que se quedara como profesor, aunque su deseo seguía siendo el de ser misionero y perseguir la gloria del martirio.
El P. Brito trabajó en Madura, en las regiones de Kolei y Tattuvanchery. Al estudiar el sistema indio de castas, descubrió que la mayoría de los cristianos pertenecían a las castas inferiores y más despreciadas. Pensó que había que convertir al cristianismo también a miembros de castas superiores, si es que el cristianismo debía tener un futuro. Se convirtió en un asceta indú, un pandaraswami, ya que éstos podían acercarse a individuos de cualquier casta. Adoptó un estilo de vida diferente, de modo que comía sólo un poco de arroz al día, dormía sobre una esterilla y se vestía con manto rojo y turbante. Organizó un pequeño lugar de retiro en el bosque y llegó a ser aceptado como pandaraswami. Cuando se le fue conociendo, el número de conversions creció mucho.
Tras 11 años en la mission fue nombrado superior de Madura, pero a la vez se convertía en blanco de la ira de la casta superior, molesta con su trabajo y deseosa de darle muerte. En 1686 fue capturado, junto con algunos catequistas, por un cuerpo de soldados que les cargaron de cadenas. Cuando le amenazaron de muerte él ofreció su cuello, pero no siguieron adelante. Tras haber pasado un mes en prisión le dejaron en libertad y volvió a Madura, donde recibió orden de volver a Portugal para dar cuenta de la situación de la misión en la India. Llegado a Lisboa diez meses más tarde, fue recibido como un héroe. Recorrió universidades y colegios describiendo la vida aventurera de los misioneros de la India. Su amigo de infancia, ahora ya rey Pedro II, al ver lo delgado, consumido y cansado que estaba, le pidió que se quedara en Portugal como tutor de sus dos hijos, pero para Brito las necesidades de la India estaban muy por encima de las comodidades de la corte portuguesa.
De Nuevo se embarcó para Goa, nada más llegar en noviembre de 1690, se dirigió a la misión de Madura, a pesar de las amenazas de muerte que el rajá de Marava le había dirigido cuatro años antes. Tenía que ir de una misión a otra cuando se hacía de noche, para poder celebrar la Misa y bautizar a los conversos.
El haber logrado convertir al príncipe Tadaya Theva decidió indirectamente su muerte. Este príncipe ya se había interesado por el cristianismo antes de que un catequista le ayudase con sus oraciones a recuperarse de una seria dificultad. Brito había insistido en que el príncipe, tras el bautismo, no podía conservar sino una de sus mujeres. Éste dio su consentimiento, pero una de las mujeres que se vieron rechazadas elevó sus quejas a su tío, el rajá de Marava, que mandó sus soldados el 28 de enero de 1690 a detener al misionero. Veinte días más tarde el rajá desterraba a Brito a Oriyur, provincia vecina gobernada por un hermano suyo. El rajá dio instrucciones a su hermano para que ejecutara a aquel problemático jesuita, que fue sacado de la prisión el 4 de febrero y llevado a un altozano junto al río, donde un verdugo le decapitó con una cimitarra.
El P. Brito trabajó en Madura, en las regiones de Kolei y Tattuvanchery. Al estudiar el sistema indio de castas, descubrió que la mayoría de los cristianos pertenecían a las castas inferiores y más despreciadas. Pensó que había que convertir al cristianismo también a miembros de castas superiores, si es que el cristianismo debía tener un futuro. Se convirtió en un asceta indú, un pandaraswami, ya que éstos podían acercarse a individuos de cualquier casta. Adoptó un estilo de vida diferente, de modo que comía sólo un poco de arroz al día, dormía sobre una esterilla y se vestía con manto rojo y turbante. Organizó un pequeño lugar de retiro en el bosque y llegó a ser aceptado como pandaraswami. Cuando se le fue conociendo, el número de conversions creció mucho.
Tras 11 años en la mission fue nombrado superior de Madura, pero a la vez se convertía en blanco de la ira de la casta superior, molesta con su trabajo y deseosa de darle muerte. En 1686 fue capturado, junto con algunos catequistas, por un cuerpo de soldados que les cargaron de cadenas. Cuando le amenazaron de muerte él ofreció su cuello, pero no siguieron adelante. Tras haber pasado un mes en prisión le dejaron en libertad y volvió a Madura, donde recibió orden de volver a Portugal para dar cuenta de la situación de la misión en la India. Llegado a Lisboa diez meses más tarde, fue recibido como un héroe. Recorrió universidades y colegios describiendo la vida aventurera de los misioneros de la India. Su amigo de infancia, ahora ya rey Pedro II, al ver lo delgado, consumido y cansado que estaba, le pidió que se quedara en Portugal como tutor de sus dos hijos, pero para Brito las necesidades de la India estaban muy por encima de las comodidades de la corte portuguesa.
De Nuevo se embarcó para Goa, nada más llegar en noviembre de 1690, se dirigió a la misión de Madura, a pesar de las amenazas de muerte que el rajá de Marava le había dirigido cuatro años antes. Tenía que ir de una misión a otra cuando se hacía de noche, para poder celebrar la Misa y bautizar a los conversos.
El haber logrado convertir al príncipe Tadaya Theva decidió indirectamente su muerte. Este príncipe ya se había interesado por el cristianismo antes de que un catequista le ayudase con sus oraciones a recuperarse de una seria dificultad. Brito había insistido en que el príncipe, tras el bautismo, no podía conservar sino una de sus mujeres. Éste dio su consentimiento, pero una de las mujeres que se vieron rechazadas elevó sus quejas a su tío, el rajá de Marava, que mandó sus soldados el 28 de enero de 1690 a detener al misionero. Veinte días más tarde el rajá desterraba a Brito a Oriyur, provincia vecina gobernada por un hermano suyo. El rajá dio instrucciones a su hermano para que ejecutara a aquel problemático jesuita, que fue sacado de la prisión el 4 de febrero y llevado a un altozano junto al río, donde un verdugo le decapitó con una cimitarra.
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