En Hanói, en Tonkín, san Juan Teófano Vénard, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que tras pasar seis años de trabajos ministeriales en la clandestinidad y en medio de grandes dificultades, fue encerrado en una jaula y condenado a muerte en tiempo del emperador Tu Duc, marchando serenamente a consumar su martirio por decapitación.
Nació en Saint-Loup-sur-Thuet, en la diócesis de Poitiers. A los 18 años ingresó en el seminario de Montmorillon, donde estudió Filosofía y luego pasó al de Poitiers donde estudió Teología. Con las órdenes menores ingresó en el Instituto de Misiones Extranjeras de París; fue ordenado sacerdote en 1851.
Desde Amberes marchó para Tonkín y en 1852 llega a Singapur, donde halló a varios seminaristas huidos de Tonkín y en cuyas familias ya había habido mártires. De allí pasó a Hong Kong aguardando la oportunidad de ingresar en Vietnam. En el 1854, llegó al Vietnam a la zona de Cua Cam. El Vicario Apostólico, monseñor Retord, lo mantuvo a su lado y que se dedicara a aprender la lengua. Aunque la persecución ya estaba en marcha por orden de emperador Tu Duc, como un misionero curase al hijo del gobernador de Cua Cuam, en esta provincia, la orden de persecución se mantuvo ralentizada. En un segundo edicto del rey y antes de que el gobernador pudiera avisar a los misioneros, el seminario estaba rodeado de soldados. El padre Vinh Trinh salió para entretener a los soldados mientras que el obispo, Teófanes y otros sacerdotes y seminaristas pudieron ponerse a salvo.
Estando en la localidad de Kim Bang, en casa de una anciana, y con la misión de que los apostatas cristianos volvieran a la fe católica, uno de ellos lo entregó y junto con el catequista Luong fueron conducidos a la prefectura de Phu Ly. Fue enviado al gobernador. De camino pararon en Ke Voi y el alcalde, que era cristiano, le dio a luz una carta del obispo coadjutor monseñor Theurel. Llegó a Hanoi enjaulado, donde fue interrogado, y junto a su seminarista se negaron a pisar la cruz, con lo cual fueron condenados a muerte.
La sentencia debía ser ratificada por la corte de Hue. Mientras llegaba, fue encerrado en una jaula, pero se le permitía salir, y recibió un trato humano, así pudo relacionarse con otros sacerdotes, recibir y dar los sacramentos y a través de una mujer, los cristianos de Hanoi, pudieron recibir la comunión. Mientras Teófanes se preparaba para el martirio concentrado en la oración.
Cuando llegó la orden del martirio le permitieron recibir la comunión, ponerse ropa nueva, y repartir su pertenencia. Al llevarle al suplicio le pusieron una cruz en el suelo, que él se negó a pisarla, con lo que los soldados, lo obligaron y el no pudo oponerse a causa de las cadenas. El verdugo que le iba a decapitar le dijo que lo haría rápidamente si le daba dinero y él le contestó: “Nada tengo, cumple tu deber”. Le cortaron la cabeza, después de tres golpes, y con una espada rota. Su cabeza estuvo expuesta tres días y luego arrojada al río, que fue rescatada por los cristianos. Desde Tonkín había escrito: "¡Valor en la vida! ¡Viva el optimismo!". Santa Teresita del Niño Jesús estimaba las cartas escritas por el mártir desde la cárcel que decía: “Sus pensamientos son los míos; su alma se parece en todo a mi alma”. Fue canonizado por san Juan Pablo II el 19 de junio de 1988.
Nació en Saint-Loup-sur-Thuet, en la diócesis de Poitiers. A los 18 años ingresó en el seminario de Montmorillon, donde estudió Filosofía y luego pasó al de Poitiers donde estudió Teología. Con las órdenes menores ingresó en el Instituto de Misiones Extranjeras de París; fue ordenado sacerdote en 1851.
Desde Amberes marchó para Tonkín y en 1852 llega a Singapur, donde halló a varios seminaristas huidos de Tonkín y en cuyas familias ya había habido mártires. De allí pasó a Hong Kong aguardando la oportunidad de ingresar en Vietnam. En el 1854, llegó al Vietnam a la zona de Cua Cam. El Vicario Apostólico, monseñor Retord, lo mantuvo a su lado y que se dedicara a aprender la lengua. Aunque la persecución ya estaba en marcha por orden de emperador Tu Duc, como un misionero curase al hijo del gobernador de Cua Cuam, en esta provincia, la orden de persecución se mantuvo ralentizada. En un segundo edicto del rey y antes de que el gobernador pudiera avisar a los misioneros, el seminario estaba rodeado de soldados. El padre Vinh Trinh salió para entretener a los soldados mientras que el obispo, Teófanes y otros sacerdotes y seminaristas pudieron ponerse a salvo.
Estando en la localidad de Kim Bang, en casa de una anciana, y con la misión de que los apostatas cristianos volvieran a la fe católica, uno de ellos lo entregó y junto con el catequista Luong fueron conducidos a la prefectura de Phu Ly. Fue enviado al gobernador. De camino pararon en Ke Voi y el alcalde, que era cristiano, le dio a luz una carta del obispo coadjutor monseñor Theurel. Llegó a Hanoi enjaulado, donde fue interrogado, y junto a su seminarista se negaron a pisar la cruz, con lo cual fueron condenados a muerte.
La sentencia debía ser ratificada por la corte de Hue. Mientras llegaba, fue encerrado en una jaula, pero se le permitía salir, y recibió un trato humano, así pudo relacionarse con otros sacerdotes, recibir y dar los sacramentos y a través de una mujer, los cristianos de Hanoi, pudieron recibir la comunión. Mientras Teófanes se preparaba para el martirio concentrado en la oración.
Cuando llegó la orden del martirio le permitieron recibir la comunión, ponerse ropa nueva, y repartir su pertenencia. Al llevarle al suplicio le pusieron una cruz en el suelo, que él se negó a pisarla, con lo que los soldados, lo obligaron y el no pudo oponerse a causa de las cadenas. El verdugo que le iba a decapitar le dijo que lo haría rápidamente si le daba dinero y él le contestó: “Nada tengo, cumple tu deber”. Le cortaron la cabeza, después de tres golpes, y con una espada rota. Su cabeza estuvo expuesta tres días y luego arrojada al río, que fue rescatada por los cristianos. Desde Tonkín había escrito: "¡Valor en la vida! ¡Viva el optimismo!". Santa Teresita del Niño Jesús estimaba las cartas escritas por el mártir desde la cárcel que decía: “Sus pensamientos son los míos; su alma se parece en todo a mi alma”. Fue canonizado por san Juan Pablo II el 19 de junio de 1988.
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