En Alcantarilla cercana a Murcia en España, beata Piedad de la Cruz (Tomasa) Ortiz Real, virgen, que por amor a Dios se dedicó con celo a la educación y la catequesis de los pobres y fundó la Congregación de las Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús.
Nació en Bocairente, Valencia, en el seno de una familia acomodada y se llamaba Tomasa. Cuando realizó su primera comunión sintió que Cristo la llamaba a la vida religiosa. Estudió en el colegio de Loreto, dirigido por las religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos de Valencia, quiso ingresar en esta Congregación, pero la situación política y su juventud, hizo que su padre se lo impidiera. También quiso ingresar en las Carmelitas descalzas, pero una enfermedad le obligó a abandonar el noviciado.
Se trasladó a Barcelona y después de una larga búsqueda, y de repetidas insinuaciones de su confesor, vivió una profunda experiencia mística en la que el Corazón de Jesús le dijo: “Funda, hija mía, que de ti y de tu congregación siempre tendré misericordia”. Las inundaciones del río Segura en 1884 habían destrozado la huerta murciana y la escasez de Congregaciones religiosas en esta zona, hizo que se marchara a estos lugares. Fundó la Comunidad de Terciarias de la Virgen del Carmen en Puebla de Soto, Alcantarilla, (Murcia). Tomó el nombre de Piedad de la Cruz. Tuvo que sufrir la disgregación de su comunidad, cuando la comunidad de Caudete se llevó a las novicias de Alcantarilla, dejando a Piedad sólo con sor Alfonsa.
Fue el obispo quien la dirigió a Orihuela, y allí vio cuál era su misión. Fundó en Alcantarilla, en 1890, la Congregación de Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús, bajo el patrocinio de san Francisco de Sales. Una Congregación donde el Corazón de Cristo quiere ser amado y desagraviado. El servicio a la niñas huérfanas, en las jóvenes obreras, en los enfermos y en los ancianos abandonados. Había dicho: “Yo soy pobre, y cuando no tengo para dar a los pobres, les doy mi alma, mi corazón y mi amor, porque la limosna del amor; muchas veces, vale más que la del dinero”. Murió en Alcantarilla, Murcia con fama de santidad. Fue beatificada en Roma el 21 de marzo del 2004 por SS. Juan Pablo II.
Nació en Bocairente, Valencia, en el seno de una familia acomodada y se llamaba Tomasa. Cuando realizó su primera comunión sintió que Cristo la llamaba a la vida religiosa. Estudió en el colegio de Loreto, dirigido por las religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos de Valencia, quiso ingresar en esta Congregación, pero la situación política y su juventud, hizo que su padre se lo impidiera. También quiso ingresar en las Carmelitas descalzas, pero una enfermedad le obligó a abandonar el noviciado.
Se trasladó a Barcelona y después de una larga búsqueda, y de repetidas insinuaciones de su confesor, vivió una profunda experiencia mística en la que el Corazón de Jesús le dijo: “Funda, hija mía, que de ti y de tu congregación siempre tendré misericordia”. Las inundaciones del río Segura en 1884 habían destrozado la huerta murciana y la escasez de Congregaciones religiosas en esta zona, hizo que se marchara a estos lugares. Fundó la Comunidad de Terciarias de la Virgen del Carmen en Puebla de Soto, Alcantarilla, (Murcia). Tomó el nombre de Piedad de la Cruz. Tuvo que sufrir la disgregación de su comunidad, cuando la comunidad de Caudete se llevó a las novicias de Alcantarilla, dejando a Piedad sólo con sor Alfonsa.
Fue el obispo quien la dirigió a Orihuela, y allí vio cuál era su misión. Fundó en Alcantarilla, en 1890, la Congregación de Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús, bajo el patrocinio de san Francisco de Sales. Una Congregación donde el Corazón de Cristo quiere ser amado y desagraviado. El servicio a la niñas huérfanas, en las jóvenes obreras, en los enfermos y en los ancianos abandonados. Había dicho: “Yo soy pobre, y cuando no tengo para dar a los pobres, les doy mi alma, mi corazón y mi amor, porque la limosna del amor; muchas veces, vale más que la del dinero”. Murió en Alcantarilla, Murcia con fama de santidad. Fue beatificada en Roma el 21 de marzo del 2004 por SS. Juan Pablo II.
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